Este fin de semana se está conmemorando con una edición especial en El Ágora, el cuadragésimo aniversario de la muerte del gran naturalista español Félix Rodríguez de la Fuente y desde Ágoraseries nos vamos a unir a esa efemérides recordando sus celebradas series televisivas Planeta Azul y El Hombre y la Tierra.
La calidad de esas dos series han puesto el nombre de Félix Rodríguez de la Fuente a la altura de mitos como Jacques Cousteau o Sir David Attenborough como los mejores divulgadores audiovisuales de la historia sobre las maravillas naturales de nuestra tierra y la necesidad de su preservación mucho antes de la consolidación de organizaciones ecológicas o la constatación del cambio climático.


Lamentablemente su prematura muerte a los 42 años en 1980, ha hecho que su legado se haya difuminado para las nuevas generaciones, por lo que nada mejor que este artículo para recordar la importancia fundamental que tuvo Félix Rodríguez de la Fuente en el campo de la divulgación audiovisual a nivel mundial a través de dos series míticas como Planeta Azul y sobre todo El Hombre y la Tierra.
Ambas series son accesibles a través de la magnífica web de contenidos históricos de RTVE que te va a permitir conocer o recordar aquellos maravillosos documentales de naturaleza que te voy a recordar a continuación.
El recorrido personal de Félix Rodríguez de la Fuente hasta convertirse en el documentalista de naturaleza más prestigioso de nuestro país ha sido tratado en otras secciones de este especial dedicado a su persona.
Por ello vamos a ir directamente al estreno de su primera serie ‘Planeta Azul’ en 1971 que de una manera muy ecléctica y en el blanco y negro de la época, nos permitía viajar por todos los confines de la tierra para conocer animales que solo habíamos visto en nuestros libros de ciencias naturales pero de una forma didáctica utilizando fotos y documentales como ilustraciones de su enorme sapiencia en los temas de naturaleza.


La utilización de un formato ágil y rápido con episodios de apenas de veinticinco minutos de duración le convirtió en uno de los personajes más populares del tardofranquismo al mostrar una catarata de imágenes y conocimientos que nos dejaban boquiabiertos a todos los espectadores.
Su evolución como divulgador le llevó a proponer una apuesta más arriesgada, El Hombre y la Tierra, donde iba a tomar la dirección completa de su proyecto, filmando en diversos lugares con sus propias cámaras de cine de 35 mm para obtener imágenes inéditas de gran calidad, en lugar de utilizar imágenes de archivo como hizo en ‘Planeta Azul’.
Su inquietud le llevó a filmar tres temporadas de ‘El Hombre y la Tierra’ en tres ubicaciones diferentes, primero la serie Venezolana rodada en la selva del Amazonas y los Llanos del Orinoco, en segundo lugar la serie Fauna Ibérica, donde nos mostraba todos los secretos de los animales que habitan nuestra península ibérica, con una atención especial a los animales en peligro de extinción como el lobo o el lince.


La última entrega estuvo dedicada a la fauna del ártico canadiense y de Alaska que se vio bruscamente truncada por su muerte en un accidente de aviación mientras filmaba la mítica carrera de trineos Iditarod en las cercanías de Nome en Alaska.
Su estilo se caracterizaba por ser muy cercano al espectador, explicando con toda claridad sus conocimientos y dejando que las espectaculares imágenes que había obtenido tras semanas o meses de paciente espera, hablaran por si mismas para capturar comportamientos animales nunca vistos en televisión.
Ese quedar en segundo plano, es lo que caracteriza a los grandes divulgadores científicos que tras una breve presentación dejan que las imágenes sean autoexplicativas, consiguiendo escenas que han pasado a la historia de la televisión como su encuentro con una peligrosa anaconda en los barrizales de los Llanos del Orinoco o su famosa frase ‘El abejaruco, testigo mudo de la evolución…’ que fue imitada hasta la saciedad por todos los caricatos del siglo XX.
Revisando sus capítulos en la actualidad 40 años después de su emisión, siguen teniendo una frescura y una capacidad divulgativa de la que carecen fenómenos mediáticos actuales como el fantasma de Frank Cuesta o el egocéntrico Jesús Calleja que confunden divulgación científica con salir ellos contando sus historias en el 80% de los planos, chupando cámara y buscando un culto a su personalidad, con la coartada del ecologismo para vender sus motos personales.
Para finalizar te dejo su recordada cabecera, gracias a la fabulosa sintonía creada por el maestro Antón García Abril que se ha convertido en otra seña de identidad de El Hombre y la Tierra y una música que identificamos de manera inmediata.
Sus programas siguen emitiéndose en cadenas de todo el mundo desde los años 70, donde se convirtió en la serie más exportable de nuestra televisión y extraña es la ocasión que zapeando no siga encontrándome con algunos de esos documentales del mejor divulgador científico que hemos tenido en España, comprometido y didáctico a partes iguales.
