La controvertida práctica del fracking para extraer recursos del subsuelo, genera reacciones de todo tipo por sus posibles consecuencias medioambientales tanto a nivel de acuíferos como de estabilidad de las placas terrestres, un tema que entra de lleno en las preocupaciones editoriales de El Ágora.
En esa línea, para iniciar con buen pie el año 2022 desde mi sección de series del fin de semana, nada mejor que hablarte de la serie japonesa El hundimiento de Japón, una distopía que presenta un futuro catastrofista a partir de unas actividades de fracking en el subsuelo submarino cercano a la costa japonesa que acaban provocando unos movimientos tectónicos que hacen que el título de la serie se convierta en una realidad.
A pesar de ser una ficción distópica, lo cierto es que las hipótesis iniciales que plantea son plausibles, aunque lógicamente llevadas al terreno catastrofista en aras de la ficción. De todas formas, es un importante punto de partida para recapacitar sobre los posibles peligros del fracking submarino, en esta adaptación actualizada de una popular novela de ciencia-ficción de Sakyo Komatsu publicada en 1973.


La trama
En un ficticio año 2023, el joven primer ministro japonés Higashiyama tiene como proyecto estrella el COMS, un proyecto destinado a la extracción de energia térmica a gran profundidad en el lecho marino utilizando técnicas de fracking, como un medio para descarbonizar Japón en su apuesta por salvaguardar el medio ambiente.
Para monitorizar ese objetivo crea el denominado ‘Consejo del Futuro de Japón’ formado por las mentes jóvenes más brillantes de todos los ministerios para definir las lineas estratégicas niponas para los años venideros.
El ente está presidido por Koichi Tokiwa (Kenichi Matsuyama, der.) el hijo de uno de los mayores empresarios japoneses teniendo como principal aliado a su mejor amigo Keichi Amami (Shun Oguri, izq.) el representante del Ministerio de Medio Ambiente japonés.


Los problemas empiezan cuando Yusuke Tadokoro (un fabuloso Teruyuki Kagawa) un excéntrico geofísico repudiado por toda la comunidad científica, alerta sobre los cambios que el proyecto COMS está causando en la delicada tectónica de placas sobre la que está sustentada el archipiélago japonés y que pueden acabar causando el hundimiento completo de la región de Kanto, donde se encuentra la capital Tokio.
Con ese punto de partida empieza el complicado proceso de valorar ese posible riesgo y su viabilidad científica por lo que el ‘Consejo del futuro’ no duda en recurrir a otros expertos para validar las teorías catastrofistas de Tadokoro y como suele ocurrir en estos casos las opiniones suelen ser contradictorias y en este caso influenciadas por el desprecio personal de mucha gente hacia la figura de Tadakoro.
El hundimiento de Japón se centra en el proceso de decisiones políticas al más alto nivel que deben comprobar la veracidad de esas teorías que pueden causar una catástrofe de inmensas proporciones, por lo que empiezan a preparar planes de contingencia de evacuaciones masivas si finalmente esas teorías son ciertas.
Un problema añadido es la necesidad de ocultar esas informaciones apocalípticas para evitar el pánico a nivel general, lo que choca directamente con las intenciones de la periodista de investigación Minori Shiina (Anne Watanabe) que al descubrir el peligro considera que es mejor publicarlo para que la gente se pueda poner a buen recaudo y a salvo de ese posible hundimiento.


Esa toma de decisiones políticas de gran calado frente a la dosificación de la información para el gran público es objeto de grandes debates entre la periodista y el ambientalista Keishi Amami, que acaban uniendo sus fuerzas para intentar mitigar en la medida de lo posible la catástrofe venidera.
El hundimiento de Japón desarrolla su premisa inicial con una gran valentía y no duda en poner el dedo en la llaga de la inoperancia del jerarquizado entramado burocrático nipón, donde intereses de todo tipo suelen primar e influenciar cualquier decisión en especial si tiene que ser improvisada y llevada a cabo con gran celeridad.
Los palos a las ruedas y las trabas de muchos sectores tanto gubernamentales como sociales a las medidas radicales que se deben tomar para evitar el hundimiento de Japón son un buen ejemplo de política-ficción ideal para plantearse muchas preguntas con respecto al fracking en subsuelos submarinos.
El actor
Aunque los mencionados Kenichi Matsuyama y Teruyuki Kagawa son también teóricamente los protagonistas de la serie, la estrella principal es sobre todo Shun Oguri, un multipremiado actor nipón conocido por ser el personaje principal de Lupin en la versión de acción real del popular anime japonés así como su reciente debut en Hollywood en la película Godzilla vs Kong además de muchos otros personajes tanto en cine como en televisión.


Oguri está impecable como el idealista y comprometido funcionario que quiere hacer todo lo que sea posible para salvar a su país de ese futuro apocalíptico, aliándose con periodistas o con científicos repudiados para mitigar los riesgos de esa catástrofe anunciada.
Epílogo
Las historias de política-ficción provocadas por problemas medioambientales a gran escala son uno de los temas preferidos de este rincón del fin de semana para hablar sobre series y nada mejor que El Hundimiento de Japón para ilustrar esas intenciones a partir de una ficción muy interesante y muy bien desarrollada a todos los niveles, que además pueden ver a un golpe de click en Netflix.
Para finalizar os dejo con el tráiler original japonés de la serie en la cadena TBS, donde tuvo un enorme éxito de audiencias durante toda su emisión además de generar grandes debates sociales.
