Los consumidores cada vez están más concienciados sobre los efectos que tienen sus decisiones en el medio ambiente y disponen de más medios para conocer todos los datos de los alimentos que compran. Según el estudio Otro consumo para un futuro mejor de la OCU, el 62% de los españoles cree que su consumo es una herramienta muy potente para cambiar el mundo. Sin embargo, el estudio revela que los compradores que son más receptivos se encuentran con barreras como falta de información o el precio.


Pero, ¿qué es un alimento sostenible? Según el informe Dietas sostenibles y biodiversidad de la FAO son aquellos alimentos “que generan un impacto ambiental reducido y que contribuyen a la seguridad alimentaria y nutricional y a que las generaciones actuales y futuras lleven una vida saludable. Además, protegen y respetan la biodiversidad y los ecosistemas”.
Para poder identificar los alimentos sostenibles, los productos tienen sellos de garantía. Estos sellos, que dependen tanto de entidades públicas como privadas, cada vez son más numerosos y se crearon con la idea de ayudar al consumidor a elegir los productos con un menor impacto social y medioambiental.
Los consumidores exigen sostenibilidad
La agricultura es uno de los sectores con mayor impacto en el medio ambiente debido a la elevada utilización del terreno y del agua, según un estudio de la Comisión Europa y el Programa de Medio Ambiente de la ONU (PNUMA). En España, el sello de referencia es el Sello de Agricultura Ecológica. En concreto, este sello asegura que los productos prescinden de la utilización de sustancias químicas de síntesis, como pesticidas, fertilizantes y aditivos. No obstante, si se utiliza una producción sostenible, los efectos disminuirían notablemente en el agua o en la biodiversidad de las especies. Consumir alimentos sostenibles no solo es bueno para la salud, sino que también es garantía de disminución de la huella de carbono.
Uno de los objetivos de este tipo de agricultura es reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y la producción de residuos, además de mejorar el abastecimiento alimentario. Estos productos no solo preservan la biodiversidad del suelo y mantienen su fertilidad, sino que responden a la demanda del consumidor que cada día exige una mayor sostenibilidad en sus alimentos.
El impacto ambiental del consumo de carne
La producción de alimentos es la responsable del 25% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero que contribuyen al calentamiento global, según un estudio de la Universidad de Oxford. Dentro de la producción de alimentos, el consumo de carne es el sector que genera mayores impactos en el medio ambiente. De hecho, cada día más gente aboga por comer menos carne para salvar el medio ambiente.
La ganadería sostenible protege el medio ambiente y respeta las normas de protección a los animales. Su principal objetivo es producir alimentos que no perjudiquen la naturaleza y garantizar el bienestar de los animales, minimizando el impacto sobre el medio ambiente.
Para certificar la sostenibilidad, la Asociación Española de Normalización y Certificación (AENOR), junto con el Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA) desarrollaron un Certificado de Bienestar Animal. Este certificado se basa en el protocolo europeo Welfare Quality en el que es imprescindible que tengan una buena alimentación y una buena salud, además de otros parámetros. Asimismo, los productos ganaderos ecológicos incluyen tanto el sello europeo de La Comisión Europea, denominado ‘eurohoja’, que certifica que el producto cumple con los requisitos exigidos para la producción ecológica, como una etiqueta específica de Producción Ecológica de cada comunidad autónoma.
Los océanos se quedan sin peces
En el caso de la pesca, la sobreexplotación del mar no remite. Las especies marinas no dan abasto para reponer su población al ritmo que les imponen las industrias pesqueras. España es la principal potencia pesquera de la Unión Europea y uno de los mayores consumidores. Asimismo, el Mar Mediterráneo es uno de los mares con mayor índice de sobrepesca del mundo, según afirma la FAO en el Informe Sofía 2018. Por su localización geográfica, presenta unas condiciones óptimas para la diversidad marina, sin embargo, más del 85% de las poblaciones evaluadas por la Comisión General de Pesca del Mediterráneo están sobreexplotadas, según afirma la ONU en su informe sobre el Estado Mundial de la Pesca y la Acuicultura.
En 2015, World Wildlife Fund (WWF) y Marine Stewardship Council (MSC) decidieron poner en marcha el proyecto Medfish, asistiendo a siete pesquerías en España y siete en Francia, como es el caso de la pesca de quisquilla con nasa en Motril (Granada). Un sistema para responder ante la situación alarmante que estaban sufriendo el Mediterráneo y las pesquerías que dependían de él. La falta de conocimiento provoca una sobrepesca que con este proyecto se está consiguiendo mitigar garantizando que el pescado que consumimos estará disponible para las siguientes generaciones. La redacción del Ágora ha asistido a un evento en el que personalidades de WWF y MSC han explicado en profundidad en qué consiste el proyecto Medfish y con qué pesquerías trabajan.
¿Qué podemos hacer nosotros para evitar comprar pescado no sostenible? Asegurarnos de que el pescado sea de temporada y proximidad y que el método de pesca no perjudique a las especies. Para ello, Medfish utiliza el Sello Azul.
El sello azul “es la manera que tiene el consumidor de reconocer que ese pescado viene de una pesca sostenible y bien gestionada», afirma Laura Rodríguez, responsable de MSC en España y Portugal. Si nos encontramos con su sello en nuestros alimentos podemos estar tranquilos de que no estamos contribuyendo a la eliminación de ninguna especie.
Medfish aboga por concienciar a la población sobre su responsabilidad al elegir pescado con este sello azul. Actualmente, está presente «en más de 100 países y en España, concretamente, ya hay más de 1000 productos con este sello«, explica Rodríguez. «Es clave la implicación de toda la cadena. Si el consumidor no apoya a este tipo de productos, toda la cadena deja de apostar por la pesca sostenible», concluye.