Resulta algo inquietante lo que logran, pero no es más misterioso que algún concierto de Björk o de Sigur Rós: son Between Music, un grupo danés de música sumergida. Su primer trabajo es una performance llamada AquaSonic, para la que se han diseñado instrumentos y micrófonos especiales, a fin de dar con la sonoridad que andaban buscando bajo la superficie del agua. Además, tuvieron que crear y entrenarse en técnicas vocales que les permitiesen prescindir de las virtudes de las ondas sonoras surcando el aire. Ellos recalcan que esta exploración no es solo un ardid publicitario sino una búsqueda de música con “integridad”.
Son músicos de una banda sumergida, que no tienen branquias, aunque son daneses, como la Sirenita, que posa su cuerpo antes de las escamas sobre una roca, en aguas del Báltico, junto al puerto de Copenhague, según la estatua de bronce del escultor Edvard Eriksen. En la performance de Between Music, cada uno de los cinco miembros de carne, hueso y pulmones está ubicado en un tanque del que puede asomar nariz y boca, de tanto en tanto, para tomar aire.
Amplificados desde dentro de las cajas de cristal, en inmersión total, cantan y tocan principalmente instrumentos de percusión, algo parecido a una tuba y una suerte de violín adaptado, aunque bajo el agua no existe el concepto de cuerda frotada o aire atravesando el tubo de una trompa. De ahí que todo sea creación, como la vida emergiendo del elemento líquido y a la que le rinden homenaje en esta primera parte de su tetralogía (y que en España presentaron en la última edición del Festival Diez Sentidos, de Valencia).
El Ágora. Diario del Agua dialogó con sus directores, Robert Karlsson y Laila Skovmand, y este es un extracto de esa charla:
P: ¿Por qué tocar música sumergidos?
Robert Karlsson: La compositora y directora artística de Between Music, Laila Skovmand, ha estado indagando desde siempre en nuevos sonidos y expresiones musicales. En 2004, comenzó a explorar cómo sonaba su voz si ella cantaba en la superficie de agua de un cazo. Dos años después, durante un laboratorio de artistas, tuvo la oportunidad de intentar cantar completamente sumergida. Utilizó una maleta de transporte resistente, forrada en plástico, y un micrófono cubierto con un condón. Ese fue apenas el primer paso. El desarrollo continuó luego probando diferentes instrumentos y técnicas. Hubo mucha investigación desde entonces.
Laila Skovmand: En principio, cuando creo, trabajo intuitivamente. En el inicio, no hay pensamiento racional, solo instinto. AquaSonic comenzó con una idea de cantar en la superficie del agua y apenas explorar lo que sucedía. Lentamente, la experiencia derivó en cantar completamente sumergida e ir probando algunos instrumentos. Incluso si la música no sonaba bien al principio, había algo en este elemento que me fascinaba. AquaSonic es la primera parte de una tetralogía inspirada en la evolución humana. Estamos explorando las cosas que los humanos tienen en común, por lo que hacemos una interpretación artística de cuatro estados de nuestro cuerpo y nuestro cerebro: ser, tener instintos, tener emociones y usar nuestro intelecto. AquaSonic es la primera parte (ser), ya que la vida comenzó en el agua. Los otros estados llegaron más tarde en la evolución, pero –en tanto humanos– nos seguimos ocupando de todos ellos al mismo tiempo.
«AquaSonic es la primera parte de una tetralogía inspirada en la evolución humana. Estamos explorando las cosas que los humanos tienen en común»
P: ¿Cuál es el principal desafío a la hora de hacer música bajo el agua?
R.K.: Crear sonido bajo el agua es de por sí difícil, y aun más difícil es lograr que algo suene bien. Por lo tanto, hacer música sumergidos ha exigido muchísima investigación, ensayo y error, y práctica. Uno de los mayores desafíos ha sido la acústica. En el agua, la acústica se comporta de manera muy diferente al aire. Además, los grandes tanques funcionan como el cuerpo de un instrumento: si tocas un instrumento en un lugar, suena de una manera, y si lo mueves solo diez centímetros, puede sonar diferente. Así que tuvimos que medir exactamente dónde colocar cada instrumento para obtener el mejor sonido. Esto también cuenta para los micrófonos debajo del agua. Otros problemas importantes son la cantidad de aire y la temperatura, que también afecta el sonido y el timbre.
Pero la dificultad de tocar bajo el agua también requiere de una inmensa presencia (o atención) de los músicos. Es imposible no estar cien por ciento presentes mientras tocas. Nos gusta trabajar con este obstáculo, que creemos que se transmite al público.
P: ¿Cuáles han sido los descubrimientos de tocar sumergidos? ¿Cuál es el instrumento, o el sonido, con el que más os hayáis sorprendido porque tiene una mejor ganancia que en el aire?
R.K.: Hemos encontrado y creado muchos sonidos que no es posible producir en el aire. Algunos suenan a electrónica, otros sencillamente no suenan a nada que se haya escuchado antes. Por ejemplo, quienes tocan percusión trabajan con un micrófono de mano. Cuando sostienen el micrófono lejos del instrumento, el golpe no se oye, pero cuando acercan el micrófono, obtienen un sonido que suena como si lo hubieras invertido digitalmente, en un ordenador. Esto no es posible en el aire. Para nosotros, el objetivo ha sido crear sonidos y música que sean reconocibles, por un lado, para que el público pueda escuchar la diferencia de la música hecha en el agua y, por otro lado, conseguir una obra de arte que tenga su propia entidad artística a nivel internacional. Entonces no se trata de un mero truco.
«Hemos encontrado y creado muchos sonidos que no es posible producir en el aire. Algunos suenan a electrónica, otros sencillamente no suenan a nada que se haya escuchado antes»
P: ¿Cómo sigue vuestra indagación? ¿Qué experimentos os esperan? ¿Cuál es el siguiente reto?
R.K .: Ahora estamos en la fase de grabación del álbum. Este es un proceso muy interesante, pero también lleno de desafíos, y lento. Nos permite profundizar aún más en el fenómeno de la música y la reproducción técnica. Tenemos que adaptar algunos temas a una versión de audio puro, ya que la música estaba concebida para una actuación en vivo, donde lo visual juega un papel importante. Pero como recibimos solicitudes semanales de gente que quiere un disco, decidimos que vamos a hacerlo. También estamos empezando a trabajar en nuevos proyectos, incluida la próxima gran parte de la tetralogía: irá del tema de los instintos y los impulsos, como siguientes pasos al mero ‘ser’ en la evolución humana. Cuando la vida emergió del agua, esto fue posible gracias a que los huevos tenían cáscara. Entonces, imaginamos una sala de conciertos portátil con forma de huevo, que pueda navegar de ciudad en ciudad. Los instrumentos se incorporarán a la estructura misma, y el público también estará dentro de esta enorme caja de instrumento. También queremos que su construcción sea neutra en emisiones de carbono, por lo que este proyecto puede ser una ventana de oportunidades para el arte danés, la arquitectura, el diseño y, por supuesto, para ejercer la responsabilidad climática.