Jamie Harkins trabaja fundamentalmente en su hogar, en las playas de Mount Manganoui, en Nueva Zelanda. Lo hace desde varias disciplinas, pero es conocido especialmente por su arte sobre arena en 3-D, al que llegó tras varios años de explorar las dos dimensiones a gran escala en la playa.
Conoce bien la textura de la arena cuando baja la marea y sabe que tiene los minutos contados para dar vida a sus diseños, que creará con un palo, un rastrillo o una pelota de cuerdas. Antes, ha ideado la escena desde un solo punto de vista, anamórfico, que en una fotografía o un vídeo le darán la apariencia de un objeto con sombras que crecen en vertical.
Lo suyo tiene picardía y engancha, por lo que las redes sociales se encargan del resto, como sucede con las obras que publica en su muro de Instagram. Sus obras de arte efímero se viralizan y, entonces, lo llaman para hacer nacer formas en otras playas, cuyas arenas le presentan nuevos desafíos que le obligan a improvisar a contrarreloj. El siguiente es un fragmento del diálogo que hemos mantenido esta semana con él.
“Mis dibujos, efímeros, asentados en la playa durante unos veinte minutos, actúan para mí como un recordatorio de lo fugaz que es la vida”


PREGUNTA.- ¿Cómo se le ocurrió empezar a trabajar con arena… y agua?
RESPUESTA.- Cuando volví a estudiar arte en mis treinta y tantos años, tratando de terminar una licenciatura en arte, lo que me inspiraba eran los artistas callejeros que estaban haciendo grandes obras en 3-D en Alemania y Nueva York, e instantáneamente quise intentarlo yo mismo. Sin embargo, el coste de los materiales que utilizaban para hacer arte a gran escala me desalentó. Yo no era más que un estudiante pobre en ese momento y también sabía que tendría problemas para hacer ese tipo de trabajo en mi ciudad, donde hay consciencia ambiental y se cuida mucho la limpieza, por lo que el hecho de que los pigmentos fuesen a parar directamente al mar desataría preocupación. Tuve que pensar en algo diferente y ahí fue cuando me vino a la cabeza la playa.


Busqué libros sobre geometría y perspectiva, y descubrí que las matemáticas involucradas cuando adaptaba esas reglas a un paisaje de playa desigual eran imposibles de aplicar. Entonces tuve que improvisar. En Nueva Zelanda, nos enorgullecemos de ser innovadores en nuestras ideas sin tener muchos recursos, así que tomé este espíritu como mi mantra y pensé en aprender de mis errores a medida que los cometía. Mis primeros dibujos fueron formas geométricas; luego pasé a la forma básica de una silla, y sigo aprendiendo cada vez que salgo a la playa con mi bastón y mi pincel de cuerdas.
P.- ¿Tiene la arena un valor simbólico para usted?
R.- La arena no tiene un significado especial para mí, pero soy consciente de su simbolismo… millones de pequeños granos que componen la playa son como las personas sobre la Tierra, y las mareas representan el tiempo, los ciclos, como cada día en un mundo en constante cambio. Mis dibujos, efímeros, asentados en la playa durante unos veinte minutos, completando una línea de tiempo en la existencia del mundo, actúan para mí como un recordatorio de lo fugaz que es la vida y lo pequeños que somos en el universo. Esto me motiva a esforzarme al máximo e ir tan lejos como pueda en mi vida y en mi práctica artística. Me gustaría que algo de lo que hago sea recordado o que una porción de mi creatividad quede grabada en piedra para siempre (como la de los maestros), pero soy plenamente consciente de que es muy probable que las mareas del tiempo también me lleven a mí.


P: ¿Cuánto tiempo invierte en cada obra, teniendo en cuenta el límite claro que impone la marea alta sobre las playas?
R: Los diseños generalmente se me presentan, por la noche, en la oscuridad. Es entonces cuando mi mente cae en un mundo de dibujos. Me imagino la playa y lo que podría aparecer en ella. Pienso en los factores de diseño y lo fácil o difícil que será completarlos, también considero la respuesta de los espectadores y trato de encontrar un aspecto wow! Otras veces hago un dibujo porque simplemente me gusta ver cómo cobra vida eso que se me ha ocurrido. Mi trabajo está muy condicionado por el tiempo (meteorológico) y el tiempo de la marea; demasiada lluvia puede arrastrar las líneas y demasiado sol puede hacer que se agriete y se desmorone. La marea alta se lleva el dibujo, así que sé que en la costa, cerca de casa, cuento con aproximadamente tres horas para completar el trabajo. Creo que todo el proceso dura unas cuatro horas.
“La práctica de hacer círculos (como los de las cosechas) se transformó en amor por la geometría sagrada y las matemáticas en la naturaleza”


P: Su arte sobre arena en 3-D combina el diseño con la perspectiva única, el trabajo sobre la arena y la fotografía, ¿es un trabajo colectivo?
R: Hay cuatro etapas: la primera es el diseño y ejecución de la obra de arte real en la playa; la segunda consiste en organizar la participación de los y las modelos que posarán en las fotos para ‘vender’ la ilusión y, luego, se trata de hacer una buena fotografía y obtener una toma que resalte la obra. También hay otras variables que tengo que tener en cuenta, como el fondo y la posición del sol. El cuarto aspecto es el de las redes sociales como medio para hacer circular la obra de una manera atractiva y con dignidad. Mi objetivo es encontrar esa chispa común de curiosidad que tenemos todos los seres humanos. Ojalá mi trabajo ayudara a la gente a recordar que la imaginación es una herramienta poderosa que pueden usar en su beneficio y para nutrir a los demás.




“En Nueva Zelanda, nos enorgullecemos de ser innovadores en nuestras ideas sin tener muchos recursos”
P.- ¿Quiere contarnos historias a través de sus dibujos? ¿Cuáles son sus temáticas preferidas?
R.- Intento cubrir muchas temáticas, pero hay algunos asuntos comunes que siguen apareciendo. Participo de algún modo en el campo del surrealismo: allí encontrarás cosas ingrávidas y flotantes; esta es una inspiración directa de Salvador Dalí y de Roger Dean. Me gusta la idea de crear un sueño o imaginar una realidad sin gravedad. Utilizo estas imágenes para agregar una sensación de sentidos intensificados a mi trabajo. En otras obras trato de sacar el niño interior del que mira, creando diseños divertidos y lúdicos. Hago esto, además, para los niños; creo que es saludable para ellos ver a los adultos jugar y hacer arte que los atraiga hacia una narrativa que ni imaginaban ver en la playa… Es como si la magia sucediera en todas partes para ellos. Y yo me siento más joven haciéndolo.
En cuanto a los diseños geométricos, esto empezó con el amor por los círculos de las cosechas y el misterio que encierran. Trazándolos, al principio, imaginé que, de alguna forma, podría estar enviando mensajes a las estrellas. Esta práctica se transformó en amor por la geometría sagrada y las matemáticas en la naturaleza. Y cuantos más hago, mejor se vuelve mi consciencia espacial: ahora puedo usar mi imaginación para construir formas de arquitectura dentro de mi cabeza y en la playa más rápido. Aprender los ritmos de la naturaleza me ha convertido en un mejor dibujante. Siento que el diseño de la naturaleza es el futuro del mundo, así que, compartiendo mis hallazgos artísticos, estoy ayudando a explorarlo.
“Lo que me inspiró fue el arte callejero en Nueva York y Alemania, pero el coste de los materiales que se utilizaban para hacerlo a gran escala me desalentó”
