La danza contemporánea da un paso al frente y sale a bailar en defensa del medio rural y los olivos milenarios del Mediterráneo. La propuesta escénica “Elegía de las cosas perdidas”, obra de Stefano Mazzota y la compañía de danza Zerogrammi, se representará los próximos días 12 y 13 de julio en un escenario poco habitual para la danza. Los más de 700 olivos seculares del “Monumento Natural Olivar de S’Ortu Mannu”, situados en el pequeño municipio de Villamassargia, y el pequeño grupo de olivos multicentenarios que crecen junto a la Ermita de San Sisinnio, en Villacidro, serán los protagonistas del evento artístico. Una creación de danza contemporánea auspiciada por el Ministerio de Cultura de Italia y la Región Autónoma de Cerdeña, encuadrada en el programa de actividades “Cortoindanza 2021”, bajo la dirección artística de la coreógrafa Simonetta Pusceddu.
Unos pocos pasos de danza, y unas gotas de aceite, pueden traer la paz a los más viejos olivos y pueblos del mediterráneo. El objetivo: implicar a un público diversificado en la tutela del patrimonio ambiental y rural, en el que contextualizar el lenguaje contemporáneo, gracias a la presencia de artistas y de expertos investigadores que guían a los espectadores por lugares emblemáticos e históricos ligados al arte y a la tradición cultural. Una nueva orientación para la danza con la que desarrollar nuevas tendencias, favoreciendo la formación de un pensamiento crítico. La columna vertebral de la obra “Elegía de las cosas perdidas” incide en la necesidad de valorar el medio ambiente y el medio rural, a través de la tutela en el territorio de los recursos naturales, el patrimonio histórico – artístico y el arquitectónico.


La “Elegía de las cosas perdidas” es una reescritura de la novela “Los pobres”, del escritor y periodista portugués Raúl Brandao. El paisaje evocado: crudo, duro, onírico e ilusorio, tiene la forma del exilio, de la nostalgia, de la memoria como materia que determina la huella de nuestras raíces e identidad. Y, al mismo tiempo, la separación de ellas y el sentimiento de exilio moral que de él deriva: sueño de retornos imposibles, ira frente al tiempo que todo lo aniquila, despedida de lo perdido… que constituyen el mapa de nuestro viaje interior.
La joya de S’Ortu Mannu
El pequeño municipio de Villamassargia, en la isla de Cerdeña, alberga uno de los olivares históricos más importantes del Mediterráneo. Se extiende sobre una superficie de unas 12 hectáreas, a los pies del castillo medieval de Gioiosa Guardia. El olivar, declarado Monumento Natural, recibe el nombre de S’Ortu Mannu (el «gran huerto»), donde crecen 700 olivos monumentales, visibles en la majestuosidad de los troncos que se retuercen, robustos y nudosos, protegidos por un espeso y vaporoso follaje verdeante.
Entre estos olivos destaca el llamado “Sa Reina” (la Reina), declarado Árbol Monumental de Italia, con un perímetro de tronco de más 10 metros. La corteza es una obra maestra ‘historiada’ de la Madre Naturaleza: una obra de arte hecha de nudos y entrelazos. El olivar está reconocido, ahora propiedad del Ayuntamiento, como Monumento Natural de la Región de Cerdeña, y sus olivos han sido cedidos a las familias del pueblo en custodia, de acuerdo con una antigua costumbre. Los olivos fueron injertados en épocas históricas, pero el tamaño de algunos árboles hace creer a los expertos que su edad supera los mil años. Árboles que fueron abandonados y se asilvestraron hasta hacer necesario el re-injerto, algo que tuvo lugar en diferentes épocas, lo que indica que estos árboles fueron un recurso muy importante para la comunidad.
Olivos milenarios
Sin naturaleza no hay futuro, pero ante el asombro de todos, el mundo rural languidece. Algo que afecta de manera especialmente dramática a uno de los lugares del planeta que vio nacer la agricultura: el Mediterráneo. De entre los muchos árboles que crecen a orillas del “mar del medio de la tierra”, hay uno que lo representa como ninguno, el olivo. Uno de los primeros árboles en ser domesticado, y al que tanto debe la prosperidad de la Humanidad: luz, alimento, salud, calor, creencias, ritos…
Tras miles de años acompañándonos en nuestro caminar hacia la cultura, los más viejos olivos del Mediterráneo están sufriendo las consecuencias de una sociedad que mira hacia otra parte, mientras acaba con los últimos testigos de una historia colectiva que se remonta a centenares cuando no miles de años. Olivos y olivares que sufren la devastación de los conflictos armados entre pueblos, sea en Oriente Medio o en el norte de África; viejos olivos acosados por especuladores sin escrúpulos que los arrancan de cuajo para decorar nuevos jardines, urbanizaciones y edificios emblemáticos; olivares amenazados por terribles enfermedades introducidas, como la xilella del olivo, que asolan el paisaje del olivar en la Calabria… El evento servirá para presentar el Manifiesto: “Llamada de los hermanos milenarios sardos a la protección de los olivos del Mediterráneo”.


El manifiesto comienza así: «Cuidar de los árboles ancianos no es una elección, es una necesidad. Los árboles más viejos del planeta nos necesitan y nosotros los necesitamos: no miremos hacia otra parte. Rompamos las cadenas del saqueo absurdo, la codicia insaciable y el abandono ignominioso que los acecha…»
La representación estará precedida por un dialogo con el público entre la arqueóloga Laura Sedda, el presidente del consorcio turístico L’Altra Cerdeña Walter Secci, la artista plástica Costanza Ferrini y el botánico Bernabé Moya. El primer día, 12 de julio, el botánico Bernabé Moya, experto en árboles monumentales, bosques y biodiversidad, que ha estudiado, diagnosticado y establecido el plan de restauración y gestión para los olivos del “Monumento Natural Olivar de “S’Ortu Mannu”, presentará ejemplares que superan los 7, 8, 9 y hasta los 10 m de perímetro de tronco. Al día siguiente, 13 de julio, el paseo se llevará a cabo en el pequeño grupo de olivos multicentenarios que crecen entorno a la Ermita de San Sisinnio, en Villacidro, un espacio de gran tradición oleícola y religiosa ligado a la presencia del santo “exorcista” de brujas, muy arraigado a la cultura rural local.
Tras el paseo entre los olivos, se llevará a cabo la representación de danza contemporánea “Elegía de las cosas perdidas”, que cerrará este encuentro singular y, sin duda, bellísimo.
