Está tan claro como el agua más clara que a la pequeña protagonista de El viaje de Chihiro le hubiese venido de perlas embutirse en un traje de neopreno horas antes de iniciar su trepidante aventura. Lástima de ese spoiler que nunca llegó a sus oídos… Porque si una cosa deja patente desde sus primeros frames la película de anime japonesa dirigida por Hayao Miyazaki es que el viaje de la tal Chihiro va a resultar, sobre todo y a la vista de todos, pasado por agua.
O mejor dicho, por aguas. Por las distintas aguas (termales, ribereñas, oceánicas…) que van surgiendo a lo largo y ancho de una historia repleta de dobles sentidos y ocultos significados. Pero pongámonos nosotros en vez de Chihiro ese neopreno metafórico y empecemos a bucear hasta el mismísimo fondo subacuático de este filme mítico y de obligado visionado.
Más de moda que nunca
Mítico y, por cierto, más de moda que nunca: de hecho, sus personajes acaban de poner un punto extra de colorido a los bolsos más exclusivos de Loewe tras inspirar la nueva colección de la firma española de lujo, que reinterpreta el fantástico viaje onírico de Chihiro en prendas prêt-à-porter para hombre y mujer, bolsos, bufandas y gorros.
Una colaboración bastante lógica ya que se trata de un filme de culto que, estrenado en 2001, logró un gran éxito tanto dentro como fuera de Japón, convirtiéndose en la película más taquillera de la historia del cine japonés (aunque fue desbancada en 2020 por Demon Slayer) al ganar un Oscar en la categoría de animación (el único anime en lograrlo hasta hoy).
Es más, su impacto en todo el mundo es tal que se trata de uno de los filmes protagonistas de la exposición dedicada a Studio Ghibli, considerado como uno de los mejores estudios de animación, con el que se inauguró, el pasado 30 de septiembre y tras cuatro años de retraso, covid mediante, el Museo de la Academia del Cine de Los Ángeles , el mayor museo dedicado al cine del mundo diseñado por el afamado arquitecto Renzo Piano.
El viaje de Chihiro es el séptimo anime dirigido por Hayao Miyazaki y la decimotercera película producida por Studio Ghibli. Miyazaki es el creador, junto con Isao Takahata, de otras joyas del anime japonés como Mi vecino Totoro, La princesa Mononoke, Ponyo en el Acantilado, Recuerdos del ayer, Susurros del corazón o La colina de las amapolas, entre otras muchas.
El filme cuenta la historia de una niña caprichosa y testaruda de diez años llamada Chihiro que, en medio de una mudanza, se verá atrapada en un mundo mágico y sobrenatural. A partir de ese momento, la pequeña Chihiro tendrá la misión de encontrar su libertad y la de sus padres para que todo vuelva al orden natural del principio y pueda regresar a su anterior vida, aunque profundamente renovada.
Su viaje es una metáfora del cambio y el aprendizaje. Chihiro, a lo largo del filme, aprende valores como la responsabilidad, el esfuerzo y el respeto en una historia de crecimiento personal que va desde la incertidumbre propia de la niñez hasta la toma de conciencia de toda persona adulta.
Baños a la japonesa
La mayor parte del filme se desarrolla inmersa en el tradicional mundo de las casas de baño, o los sento, que junto con el ofuro y los onsen son los tres lugares o formatos diferentes a los que un japonés acude cuando quiere disfrutar de un buen baño. Eso sí, hay que tener muy en cuenta que la cultura del baño en Japón está firmemente arraigada a su estilo de vida.
Tomar un baño tiene para los japoneses un sentido totalmente diferente al de los occidentales, quienes normalmente se lo dan con la única finalidad de asearse. Por el contrario, en Japón se rinde culto al acto de bañarse, ya sea en casa, en los baños públicos o en los balnearios. A todo japonés le encanta chapotear en el agua. Quizá sea el único momento de relax que pueden regalarse durante su jornada, momento de máxima felicidad en el que tratarán de purificar cuerpo y mente mientras se olvidan de sus problemas y aprovechan para descansar.
Los sento son los baños públicos a los que un japonés puede acudir cada día (ya que resultan bastante económicos) si no tiene suficiente espacio en su casa como para disfrutar de un ofuro (o baño privado). El agua de los sento no es termal, como sí lo es la de los onsen (nombre que reciben las aguas termales de origen volcánico y, por extensión, los baños termales), pero pueden combinar bañeras de agua fría con bañeras de agua con hierbas aromatizadas, convirtiendo el baño en una experiencia de lo más gratificante.
Es muy típico que una de las paredes del sento esté decorada con un paisaje típico del país, como por ejemplo el Monte Fuji, con el fin de trasladar a los clientes, aunque sea por unos instantes, a pasajes de ensueño. En la entrada del sento, los hombres y las mujeres se separan puesto que la zona de baño está diferenciada por sexos. Una vez dentro y totalmente desnudo (no se puede usar traje de baño) tan solo se utiliza una pequeña toalla para limpiarse, la cual se pone sobre la cabeza cuando se entra en la bañera (ya que no puede ponerse dentro del agua en ningún momento y bajo ninguna excepción).
Por otro lado, Japón es un país situado en una zona de gran actividad volcánica, por lo que abundan las zonas con aguas termales naturales que facilitan la aparición de los onsen, instalaciones muy similares a nuestros balnearios. Estos baños son altamente beneficiosos por sus propiedades terapéuticas además de relajantes. Está terminantemente prohibido entrar en ellos si se tienen piercings o tatuajes.
Lecturas ocultas
Como ocurre con otros filmes de culto, circulan desde su estreno diversas teorías sobre la existencia de algunos significados ocultos en el argumento de El viaje de Chihiro. De hecho, algunos críticos sostienen que es podría tratarse de una oscura historia sobre prostitución infantil y que algunos elementos obvios que aparecen a lo largo del anime así lo demuestran. ¿No podría ser el sento de la bruja Yubaba, al fin y al cabo, un inmenso burdel levantado a la medida de los dioses que acuden a él?.
El propio Miyazaki afirmó que, si utilizó alguno de estos elementos y lo hizo con la suficiente obviedad, fue tan solo para hablar de un problema cultural: el profundo cambio de Japón durante su etapa de prosperidad económica, hecho de que llevó de ser un país orgulloso de sus tradiciones a ser una pieza más del enorme tablero capitalista en que se ha convertio el mundo.
De modo que el tema principal de la cinta vendría a ser la identidad nacional de Japón y cómo el país se ha visto afectado y minimizado a lo largo de los últimos años por culpa de su situación económica. El mismo Miyazaki aceptó esa conexión con la prostitución infantil, pero dejando claro que lo hizo porque era el ejemplo ideal para hablar del capitalismo en una historia hecha a la medida de todos los públicos. Chihiro olvida su propio nombre en un momento dado de su travesía interna, trecho que alcanza su clima simbólico en la secuencia del viaje en tren al fondo del pantano.
Y es a partir de ese instante cuando el tren avanza en el subconsciente de Chihiro, entre las aguas profundas de su pensamiento: “La escena en la que Chihiro toma el tren sola: ahí es donde la película acaba para mí”, ha confesado Miyazaki al respecto. “Recuerdo la primera vez que viajé solo en tren y lo que sentí en ese momento. El recuerdo de ese primer viaje no contiene absolutamente nada de los paisajes o de lo que pasaba afuera”.
“Estaba absorto en el viaje mismo”, continúa confesando el creador. “Para traer de vuelta ese sentimiento no podía tener una vista a través de la ventana del tren, ni montañas, ni bosques, solo el interior del vagón. Ya había creado las condiciones para lograr esto en las escenas previas, cuando llueve y el paisaje se cubre de agua, pero lo había hehco sin saber el motivo, y lo vine a comprender al llegar a esa escena, en ese momento me dije: “Qué suerte haber hecho de esto un océano”. Al finalizar la escena me di cuenta de lo que había estado haciendo de un modo no consciente. Hay cosas más profundas que la simple lógica para guiar la creación de una historia”.
Chihiro acaba un viaje para dar comienzo a otro nuevo, adentrándose entre las olas de un océano que parece no tener fin ni terminar nunca. Es el largo viaje de la vida.
