Un asteroide del tamaño del monte Everest va a impactar contra la costa de Chile en seis meses, provocando una destrucción comparable a la que supuso la extinción de los dinosaurios. Dos científicos estadounidenses lo descubren y, como es lógico, deciden alarmados compartir su apocalíptica previsión para intentar que el mundo esté preparado e intente al menos evitar lo peor del impacto. Pero nadie les escucha: los políticos están preocupados por el siguiente ciclo electoral y los medios no quieren saber nada. Esta es la premisa de Don’t Look Up, la nueva película del director Adam McKay (La gran apuesta) con Leonardo DiCaprio y Jennifer Lawrence como protagonistas que está ahora mismo en algunas salas de España a la espera de su estreno en Netflix la próxima semana.
Y sí, al leer la premisa, el lector se habrá dado cuenta de lo obvio: todo este largometraje es en realidad una gran alegoría absurda sobre el cambio climático. Una burla que plantea que el ser humano es incapaz de preocuparse por nada que no esté a un palmo de sus narices, aunque suponga una amenaza cada vez más grande para su bienestar futuro.
El propio McKay, quien coescribió la película con el guionista David Sirota, ha sido abierto sobre el hecho de que la película es una alegoría de dos horas y media de nuestra crisis climática. «Creamos Don’t Look Up para que la gente hable sobre la crisis climática, porque ésta es, literalmente, la mayor amenaza para la vida en la historia de la humanidad«, aseguraba el director en una entrevista a Hollywood Reporter.


Pero hablamos de una película de comedia, por lo que todo ese peligro inminente esta rodeado de sinfín de malentendidos y problemas. Al fin y al cabo, en el film le corresponde al poco distinguido profesor de astronomía Randall Mindy (Leonardo DiCaprio) y a su «fumada» estudiante de doctorado Kate Dibiasky (Jennifer Lawrence) compartir sus aterradores descubrimientos con el mundo, y se encuentran con todo tipo de obstáculos. Una letanía de periodistas y funcionarios gubernamentales les dice a los dos protagonistas que necesitan «capacitación en medios» para hacer llegar su mensaje. Los presentadores de programas de televisión quieren que la terrible noticia se presente de manera «agradable y ligera». Las noticias sobre la relación amorosa de una estrella del pop eclipsan con creces cualquier cosa que digean los científicos.
Así transcurre la primera hora de la película, y todo se siente como un juicio público bastante cruel de la superficialidad de la cultura occidental. Además, McKay hace una elección arriesgada de dirección que en realidad funciona bastante bien: a lo largo de la película, se van mostrando pequeños segmentos de imágenes de la naturaleza en peligro, empalmados rápidamente con multitudes de personas de todo el mundo con rostros vueltos hacia teléfonos o televisores. Un recurso que transmite efectivamente ese experiencia contemporánea de ver cómo se desarrolla un desastre indescriptible en una pantalla que cabe en la mano y al instante pasar a un vídeo de gatitos.
Una idea genial pero estirada
El problema es que la alegoría climática acaba por apenas sostenerse en la segunda mitad de la película, cuando la entrada de un millonario que recuerda mucho al fundador de Tesla, Elon Musk, revoluciona todo el panorama. No entraremos a discutir exactamente qué pasa para no caer en spoilers, pero basta con señalar lo obvio: la amenaza del colapso ecológico, por muy inminente que sea, no puede provocar la misma respuesta psicológica de peligro que un cometa que se precipita visiblemente hacia la Tierra. Y claro, a partir del momento en la que la alegoría sobre la sociedad ignorando el apocalipsis se derrumba, también lo hacen en parte los paralelismos climáticos.
Además, la duración de la película le hace un flaco favor a su desarrollo. Con casi dos horas y medias de metraje, llega un punto en el que los diálogos, aunque en general fantásticamente escritos, se hacen repetitivos y las situaciones, insostenibles. Pero la calidad de dirección es innegable y, sobre todo, uno no da crédito a sus ojos con la cantidad de estrellas de la gran pantalla que desfilan ante los ojos, algunos en papeles tan menores que apenas pasarían de ser catalogados como cameo. Y es que, además de Lawrence y DiCaprio, en Don’t Look Up vemos a Cate Blanchett, Timothée Chalamet, Meryl Streep, Jonah Hill, Matthew Perry, Kid Cudi, Ariana Grande, Himesh Patel, Rob Morgan y Tomer Sisley.
‘Don’t Look Up’: un cometa se acerca y solo pueden salvarnos *coge aire*
?Leonardo DiCaprio
?Jennifer Lawrence
?Rob Morgan
?Meryl Streep
?Cate Blanchett
?Jonah Hill
?Himesh Patel
?Timothée Chalamet
?Ariana Grande
?Kid Cudi
?Matthew Perry
?Tomer Sisley pic.twitter.com/yV8PyAfB4G— Netflix España (@NetflixES) October 14, 2020
En cualquier caso, Don’t Look Up es una entretenida película con infinidad de situaciones y momentos divertidos que podrá hacerte pasar un buen rato estas vacaciones navideñas al tiempo que despierta una reflexión sobre los inminentes peligros del cambio climático. Al menos, ya no es necesario ver películas apocalípticas dramáticas como El día de mañana para aunar cine y calentamiento global.
