‘How to Kill a Cloud’: entre la ciencia y la ética

‘How to Kill a Cloud’: entre la ciencia y la ética

‘How to Kill a Cloud’: entre la ciencia y la ética

La directora Tuija Halttunen va más allá de las nubes en un documental que plantea preguntas incómodas sobre la instrumentalización del progreso por parte del poder y el papel que tendrá el agua en conflictos futuros


David Vázquez
Madrid | 22 octubre, 2021


Aunque está más que acostumbrada a los rigores del método científico, que está pensado para proporcionar certezas solo después de haber abierto la puerta a todas las dudas posibles, Hannele Korhonen, investigadora del Instituto Meteorológico de Finlandia desde hace casi 12 años, tiene alguna que otra cosa meridianamente clara.

La fundamental es que la valía de las personas no se mide por la cantidad de dinero que ganan, el número de casas que tienen ni por el tamaño de los coches que se pueden comprar. Uno vale en la medida en que puede ayudar a mejorar la sociedad. Ni más, ni menos. 

How to kill a cloud

Ella, mujer convencida del poder transformador de la ciencia y de su capacidad para mejorar la vida de la gente, quiere consagrar su vida precisamente a dar herramientas a la humanidad para ayudar a que la situación de personas de todo el mundo mejore.

Algo le obsesiona. Mira al cielo de su gris Finlandia y no para de repetirse las mismas preguntas. ¿Y si se pudieran controlar las nubes? ¿Y si los humanos pudieran manejarlas a su voluntad y enviarlas a lugares donde hay sequía? ¿Y si se pudiera decidir cuándo y cómo descargan el agua que llevan dentro? ¿Y si se las pudiera matar?

Está a punto de recibir una de esas ofertas que no se pueden rechazar para intentarlo.  A cambio, tendrá que poner patas arriba algunas de sus creencias más sólidas, especialmente las que tienen que ver con la inherente bondad de gobiernos e instituciones a la hora de usar los instrumentos que les da la ciencia.

Este es el planteamiento inicial de How to Kill a Cloud (2021), un documental que se estrena este sábado a las 19.00 en Madrid en los cines Golem. Lo hace en el marco del Another Way Film Festival, un evento que hasta el próximo viernes tratará de concienciar sobre los retos que abre la emergencia climática a través de charlas, talleres y, sobre todo, cine, mucho cine.

Rodado con elegancia y mano firme por la directora finlandesa Tuija Halttunen, How to Kill a Cloud advierte desde el principio con una cita del Fausto de Goethe de que esto no va solo de ciencia y de nubes: “Maldita sea la gran ambición con la que la mente misma se engaña”.

La propia Halttunen lo explica en un correo a El Ágora Diario: “Esta no es una película educativa, sino un documental que habla sobre la ambición”.

Para Korhonen, todo arranca cuando, en 2017, Emiratos Árabes le entrega una generosa beca de 1,5 millones de dólares (casi 1,3 millones de euros). Su misión es clara: con ese dinero, tiene que conseguir que llueva en el desierto. Pero la historia empieza en realidad bastante antes. Concretamente, hace una década. Para entretener un viaje en tren, la cineasta Tuija Halttunen compra el primer libro que le parece medio interesante: engancha uno que habla sobre nubes. Suficiente, piensa, para que el trayecto se haga corto y para aprender algún dato curioso.

Una imagen del filme ‘How to kill a cloud’ | Foto: © Wacky Tie Films 2021

Pero a Halttunen el tema le fascina y es incapaz de abandonar la lectura en todo el viaje. Para cuando la cineasta se baja del tren, con su libro recién terminado bajo el brazo toma una decisión: quiere hacer un documental sobre las nubes.

La intención estaba, pero faltaba la historia, el enfoque, el punto de vista. Tardó en llegar. Finalmente, otra casualidad: un día, escuchando la radio, Halttunen da con la noticia de que una científica finlandesa había recibido una beca de Emiratos Árabes para que les enseñara a dominar las nubes. Eso era.

“Me reuní con Korhonen y enseguida se mostró a favor de ser la protagonista del documental. Solo puso una condición: nos tenía que dar permiso también Emiratos Árabes”, cuenta Halttunen. Conseguir el visto bueno emiratí, recuerda, fue una batalla burocrática de casi un año.

Dinero y progreso: ética o ciencia

En vez de caer torpemente en un ingenuo triunfalismo, How to Kill a Cloud tiene la virtud de abrir con sutileza y desde el principio una buena cantidad de interesantes interrogantes. ¿Qué efectos colaterales puede tener en realidad matar una nube? ¿Aliviar la sequía en una región puede significar ocasionar otra en otros lugares? Y, sobre todo, ¿qué intereses puede tener Emiratos Árabes en controlar el agua? ¿Por qué tanta prisa y tanta inversión?

El documental hace memoria. En la década de los 40, por ejemplo, Bernard Vonnegut (hermano del escritor de ciencia ficción Kurt Vonnegut) trató de provocar lluvias sin mucho éxito lanzando desde un avión hielo seco a las nubes.

Más atinado estuvo el ejército de EEUU en Vietnam. En el marco de lo que después se conoció como Operación Popeye gracias a una filtración al New York Times, los estadounidenses trataron de alargar durante cinco años la estación del monzón en Vietnam del Norte bombardeando nubes con yoduro de plata.

Destapado el escándalo, el ejército arguyó entonces que tan solo habían conseguido aumentar las lluvias un 5%, aunque por aquel entonces los vietnamitas llevaban ya años denunciando que el aumento de las precipitaciones había costado vidas en inundaciones y cosechas malogradas.

Vista del desierto de Abu Dhabi, Emiratos Árabes Unidos.

No son los únicos intentos. Unos años antes de la Operación Popeye, EEUU hizo pruebas en la frontera entre la India y Pakistán en unos experimentos que costaron a los pakistaníes, según denunciaron entonces, recibir menos lluvia. Incluso España contó con su propio intento de controlar las nubes a principios de los 80.,

Fueron muchos o pocos los avances de gobiernos, ejércitos e instituciones de todo el mundo en la materia, lo cierto es que fueron suficientes para que 76 países se adhirieran a finales de los 70 a un acuerdo que prohíbe la manipulación del clima con fines militares. Emiratos Árabes, recuerda oportunamente el documental, no figura entre los firmantes del tratado.

Uno de los momentos más elocuentes del documental muestra a Korhonen hablando convencidamente a cámara acerca de su fé en que el país emiratí utilice sus descubrimientos con fines lícitos y positivos para todos. Una vez acabado el discurso, en vez de apagarse, la cámara sigue con ella. Finalmente, con una de esas sonrisas que revelan problemas para creer lo que uno mismo acaba de decir, Korhonen apostilla: “Y ya está. He dicho exactamente lo que quería decir, creo”.

Una imagen del filme ‘How to kill a cloud’ | Foto: © Wacky Tie Films 2021

Al final, la realidad se impone. La distancia entre la rapidez con la que Emiratos Árabes cree que puede hacer funcionar las cosas gracias a su ingente cantidad de dinero y la velocidad a la que va la ciencia se abre paso mientras Korhonen nunca llega a adaptarse del todo a un mundo en el que ella tiene que hacer filas distintas a las que hacen los hombres para entrar en los recintos y en el que celebra con júbilo encontrarse de cuando en cuando alguna que otra mujer en un puesto directivo.

Como fondo, la verde y gris Finlandia y el lujo emiratí. En julio de este año, el medio local de Emiratos Árabes The National News reportó que el país había llevado a cabo ya más de 200 operaciones de “siembra” de nubes gracias a drones y descargas eléctricas.  Al final de How to Kill a Cloud, la propia Korhonen reconoce que no descarta volver a aplicar para intentar ganar otra de las muchas becas que Emiratos Árabes sigue ofreciendo para aprender a controlar el clima.

Dificultades para rodar y para traducir a los científicos

Una de las cosas que llamará la atención de más de uno al ver How to Kill a Cloud es la capacidad del equipo de rodaje de meterse en lugares más o menos íntimos, como la habitación del hotel cinco estrellas de Korhonen, la protagonista, en Emiratos Árabes.

“Quería imágenes más íntimas que pudieran equilibrar todo lo que se graba en las salas de conferencias. Simplemente, pregunté si podíamos grabar en ciertos lugares, aunque en los Emiratos Árabes nunca es fácil. Nos apoyamos mucho en un fixer local que era quien nos conseguía los permisos, que por otra parte costaban bastante dinero y se tenían que pedir con meses de antelación. Sin su ayuda, hay muchos sitios a los que no hubiésemos podido acceder”, cuenta Tuija Halttunen, la directora, en un correo a El Ágora Diario.

Otra dificultad fue traducir el idioma de la ciencia. La mayor parte del documental recoge cientos de horas de charlas y conversaciones entre algunos de los científicos que más saben sobre climatología del mundo, incluida la propia Korhonen. Resumir toda esa información y hacerla llegar al público de forma clara fue todo un reto para el equipo.

“Sí, fue un asunto complicado. La ciencia que estaban y están haciendo allí es de muy alto nivel de Física. Es muy difícil de entender, y una buena historia no lo es si no se entiende. Pero tomé una idea de la ciencia ficción: el discurso de un personaje en realidad puede ser solo una especie de caracterización, una manera de decir: así de genial es nuestro protagonista”, relata la cineasta.

El resto consistió en grabar horas y horas de conferencias, acotar y resumir: “Yo tenía la idea de que la ciencia era solo una parte necesaria para entender lo que estaba pasando allí. Como he dicho, para mí no era una película científica, sino una película sobre la ambición humana y la ética”.



Se adhiere a los criterios de transparencia de

Archivado en:
Otras noticias destacadas