Víctor Solís: “Soy activista antes que caricaturista”
Desde el humor y la empatía, el artista mexicano Víctor Solís, galardonado con el segundo premio ‘gag’ del World Press Cartoon con un dibujo por el medio ambiente, reivindica la defensa del planeta en la industria editorial
Olga Verdú | Corresponsal en México México D. F. | 8 julio, 2022
“El medio ambiente no es noticia”. Eso le dijo uno de sus primeros editores en los años noventa a Víctor Solís (55 años, Ciudad de México) cuando le mostró sus dibujos con un guiño ecologista. En ese entonces, la única oportunidad para hablar del tema solo se daba con algún dramático huracán o un terremoto.
Han pasado más de 30 años y ahora el artista es un referente en la viñeta verde, aquella que denuncia con humor la emergencia por el medio ambiente. Por primera vez en su carrera, su crítica burlona ha sido reconocida en el World Press Cartoon, uno de los premios más importantes para los cartones editoriales del mundo. A través de sus ingeniosos trazos, ha conseguido destacar un mensaje por el medioambiente entre todos los dibujos galardonados con tintes más políticos. “Me molesta mucho la arrogancia del ser humano. Si puedo mostrarlo en un dibujo, lo muestro”, dice en esta entrevista antes de pedir algo para picar vegetariano. Eso sí, con picante. “Perdón, pero es que soy mexicano”, ríe.
El humorista gráfico Víctor Solís. | FOTO: Olga Verdú
“El medio ambiente no es noticia”, le dijo a Víctor Solís uno de sus primeros editores hace décadas»
Es jueves y el periódico mexicano Excélsior ha publicado uno de sus últimos trabajos: una viñeta sobre la tala ilegal en México. En el dibujo, un fusil de asalto gigante con una terminación de sierra eléctrica amenaza a una pareja que intenta proteger al bosque. La denuncia está dirigida a la situación desesperada de los activistas en la sierra Tarahumara, mencionada en todos los titulares de la última semana por ser el escenario del asesinato de dos jesuitas a manos del crimen organizado, dueños del control del tráfico ilícito de madera. “Una caricatura no educa, pero sirve para señalar. Yo señalo lo que veo”, continúa.
Su humor sencillo, casi inocente, pero crítico con la actitud de la sociedad hacia la preservación del medio ambiente le han valido el segundo premio en la categoría ‘gag’ en la última edición de los galardones internacionales del World Press Cartoon. Su dibujo Homeless, publicado originalmente en EFEverde, muestra un pequeño y raquítico arbolito pidiendo limosna en una calle por la que transitan varias personas ajenas a su postura de súplica. En un gesto indiferente, un hombre con traje y sombrero le regala unas pocas hojas verdes.
Viñeta de Víctor Solís publicada originalmente en EfeVerde y ganadora de un premio en el World Press Cartoon.
“Me molesta mucho la arrogancia del ser humano», afirma Víctor Solís
El premio, dotado con 2.000 euros, reconoce los trabajos artísticos que tengan un mensaje fuera de la actualidad cotidiana de los periódicos. Sin embargo, Solís subraya que la clave de su mensaje es que es universal y, pese a su esfuerzo de mantenerse alejado de una crítica política explícita, asegura que la denuncia medioambiental puede extrapolarse a todos los ámbitos de la actualidad mediática.
Pese a que el Gobierno de México podría ser fuente de inspiración ilimitada para sus dibujos con los proyectos de Andrés López Obrador de construir una nueva refinería, atravesar la selva maya con un tren turístico o construir sobre humedales, Solís no necesita hacer una burla política directa. “No es un problema de Gobierno, sino de especie. Somos depredadores y estúpidos”, sentencia. En las escenas cotidianas de la sociedad, especialmente la indiferencia ante una emergencia climática, el artista encuentra minas inagotables de escenas para dibujar. “Tenemos la soga al cuello, pero estamos emocionados por poder viajar a Marte. La vida es muy parecida a una viñeta, termina siendo un espejo de nuestro álter ego, de cómo hacemos las cosas”, añade.
Viñeta de Víctor Solís sobre cambio climático. | CRÉDITO: Víctor Solís (cedida por el autor)
Una actitud de criticón ayudó a Solís descubrir su vocación. Asomó cuando tenía 15 años y en una de las revistas de humor que consumía descubrió que le molestaba un dibujo de mujeres representadas con figuras exageradamente curvilíneas. “Fui a denunciarlo a la editorial. Les dije ‘Esto no está bien, descuidan el concepto’, y me retaron a hacerlo mejor”, narra el dibujante. De esa forma consiguió empezar a trabajar dibujando viñetas antes de siquiera entrar a la universidad.
No tardó en intentar mezclar el humor con la denuncia por el medioambiente, pero todavía no tenían cabida en los diarios mexicanos, donde los retratos con sátira política formaban parte de la cultura editorial. Así que se decantó por las revistas aéreas, aquellas que se encuentran en el respaldo de los asientos de los aviones. “Eso crea disciplina porque al pasajero no lo puedes angustiar, le tienes que dar un tratamiento amable”, explica. Uno de sus dibujos más virales —un toro esperando al torero con una pistola escondida a su espalda— nació en esas páginas, que fueron su escuela de técnica y donde aprendió a encontrar el equilibrio entre el mensaje y la manera de darlo. “Me fascinaba como alguien podía hacerte reír de ese modo. Yo lo tildo de mágico, porque es algo cotidiano y a ti te provoca gracia, te metes en el dibujo y te cae bien”, cuenta con una sonrisa colmada de orgullo por su profesión.
Viñeta de Víctor Solís. | CRÉDITO: Víctor Solís (cedida por el autor)
«Solís tiene una técnica expresiva cambiante, que va desde las obras a una tinta, manchas de color de acuarela y trazados muy detallados y realistas»
Empezó a hacer reclamos medioambientales en sus trazados hace 33 años. Comenzó contactando con asociaciones ambientalistas y conservacionistas para poder involucrarse de algún modo. “Soy activista antes que caricaturista”, reconoce. Rodeándose de expertos, fue creando una consciencia más sosegada, reflexionada y neutral que maduró con él para abordar el tema oambiental en su vida profesional. De esa forma, aprendió a no caer en amarillismos o sentimentalismos. “Antes de hacer una crítica profesional dibujada, procuro conocer el fenómeno e intento no incurrir en estereotipos”, insiste.
Activismo con humor
Para el artista, la viñeta es una parte más de su activismo. Su canal tiene una ventaja a la hora de crear consciencia y hablar del medio ambiente: el humor es más difícil de censurar y no tiene que ser políticamente correcto. Para ejemplificarlo, cuenta que un anuncio de una ONG que invitaba a reconciliarnos con la naturaleza le sacó de sus casillas. “¿Hagamos las paces con la naturaleza? ¡Dejemos de joderla! Esas cosas me hacen brincar, el lenguaje es muy tibio, se dicen las cosas para no ofender susceptibilidades. Hemos jodido las cosas, ¿cómo pretenden que hablemos sobre esto?”, dice exasperado.
Viñeta de Víctor Solís que denuncia la deforestación. | CRÉDITO: Víctor Solís (cedida por el autor)
«Su humor es sencillo, casi inocente, pero crítico con la actitud de la sociedad hacia la preservación del medio ambiente»
En su archivo personal de trabajos, hay más de 5.000 dibujos que sirven de testigo de su técnica expresiva cambiante, que va desde las obras a una tinta, manchas de color de acuarela y trazados muy detallados y realistas. Con influencias de viñetistas latinoamericanos, pero sobre todo de Quino —creador de Mafalda—, Solís muestra en sus creaciones que algunos mensajes sobreviven al paso del tiempo, como una caricatura de unos osos polares robando cubitos de hielo para echarlos en el agua de su ecosistema que dibujó hace 20 años.
Viñeta de denuncia ambiental del humorista gráfico mexicano Víctor Solís. | CRÉDITO: Víctor Solís (cedida por el autor)
El uso cruel de los animales para uso industrial o disfrute de los humanos es una de las críticas recurrentes en sus viñetas. “Es mi forma de señalar el egoísmo en nuestra especie. Seguimos muy ensimismados en nuestra circunstancia y pareciera que pedir empatía por la naturaleza y los animales es pedir limosna”, denuncia. Sin embargo, reitera que su meta es invitar a la reflexión. “Este trabajo es tierno y crudo, pero la mitad del proceso depende del lector, de su cultura y su educación. Su capacidad de crítica y su sentido del humor hacen que mis viñetas funcionen”, asegura.
Respecto al pesimismo práctico que abunda en la comunicación del medio ambiente, Solís señala que pese a algunos de sus dibujos son desoladores, su visión no deja de ser esperanzadora respecto al futuro. “Si no eres optimista, no tienes nada que hacer”, indica.
Sigue esperando que sus caricaturas —que puede mostrar a un jardinero echando pintura en aerosol verde sobre árboles secos o los animales de un bosque en marcha funeraria detrás de unos camiones llenos de troncos talados—, genere una reacción, que despierten e indignen a la vez. “Me gustaría que viniera alguien a decirme que eso no va a ser así, que mis dibujos los enojan porque se niegan a que sean proféticos. Quiero que alguien me diga que estoy equivocado”, concluye.