La comida basura también afecta al agua y al planeta
La fast food es conocida por todos como una de las causas del desarrollo de la obesidad y de enfermedades cardiovasculares, pero es importante ser conscientes también del gran impacto medioambiental que genera. ¿Sabías que producir una hamburguesa requiere 2.400 litros de agua y genera 2,5kg de gases de efecto invernadero a la atmósfera?
La sociedad de hoy en día ha evolucionado hacia un estilo de vida donde todo se hace rápidamente: cada vez ansiamos un transporte que sea más veloz, la moda rápida está a la orden del día e incluso comiendo tenemos prisa. Pero ya sabes lo que dicen: “lo que deprisa se hace, despacio se llora”. Y es que la deforestación, la pérdida de biodiversidad, la escasez hídrica, la contaminación del agua o el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero… son solo unos pocos de la larga lista de impactos negativos al planeta que se esconden detrás del consumo desmedido de la comida hipercalórica.
Según un estudio realizado por el Instituto de Investigaciones en Comportamiento Alimentario y Nutrición de Guadalajara, México y el Instituto Universitario de Investigación del Agua de la Universidad de Granada, España, existe una fuerte relación entre las dietas hipercalóricas y una huella hídrica alta. Los investigadores afirman que “las dietas de personas con exceso de adiposidad generan una huella hídrica estadísticamente más alta con un gasto adicional de 729 litros por persona al día (lpd) en comparación con la población con adiposidad normal”. ¿Esto qué quiere decir? Que el gesto, en apariencia inocente, de sentarse en una cadena de alimentación rápida para comerse una hamburguesa, genera un enorme impacto ambiental.
Comer mal sale caro
La comida rápida se caracteriza por un alto consumo de carne proveniente de la ganadería intensiva. Esta busca maximizar la producción a un bajo coste. Detrás de esto no solo hay una diferencia en el sabor, sino que también existe una gran diferencia en su producción y gestión ambiental.
Para producir una hamburguesa se necesitan 2.400 litros de agua. Si en España consumimos 550 millones de unidades al año, ¿te haces una idea de la cantidad de agua que es? Por otro lado, la gran mayoría de las verduras que se incluyen con la hamburguesa proceden de monocultivos, una plantación de gran extensión en la que se produce una sola especie. Estos implican un menor coste a la hora de producirlos y consumirlos, pero tienen un impacto ambiental mucho mayor ya que generan una gran pérdida de biodiversidad, no sólo de plantas, sino también de animales e insectos. Y, además, requieren de una serie de pesticidas y fungicidas que fuerzan a la naturaleza para que solo crezca una especie concreta y, a su vez, estos productos químicos usados en el cultivo de la tierra pueden contaminar el agua de los ríos y/o subterránea.
La huella de carbono de la comida rápida
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) la huella de carbono de una hamburguesa, es decir, la cantidad de gases de efecto invernadero que libera para producir cada uno de sus componentes, equivale a 2,5 kg. Si además incluimos patatas fritas, hay que añadirle 2,2 kg más.
Se estima que en 2050 el 70% de las emisiones de gases de efecto invernadero procederá de la producción agrícola.
Todo esto si la consumimos en casa, pero si encima la hamburguesa se consume en un local, entra en juego todo el derroche de envoltorios, condimentos, transporte, etc. Por ejemplo, el papel o el cartón que envuelve los alimentos, el envase de la bebida, el papel que cubre la bandeja o las servilletas de papel son materiales de un solo uso que se derrochan y terminan en la basura ya que no pueden reciclarse por estar contaminados. También hay que destacar la cantidad de condimentos y salsas que no se utilizan o los propios alimentos que las cadenas desperdician cada día.
La slow food, la alternativa más respetuosa con el medio ambiente
Es evidente que nuestros sistemas de producción de alimentos industrializados son una fuente de contaminación que contribuye al cambio climático y una causa de pérdida de biodiversidad. Esto no significa que haya que demonizar la comida rápida sino intentar consumirla de una manera más sostenible, pero sí que hay ciertas acciones que puedes hacer para disminuir el coste ambiental de tu dieta:
Apoya la agricultura sostenible y la compra local: comprando a pequeñas empresas y minoristas consumirás hasta un 56% menos de energía y generarás un 64% menos de emisiones de gases de efecto invernadero.
Investiga de dónde provienen los alimentos y cómo se producen: los pesticidas y fungicidas que se utilizan a menudo para aumentar los rendimientos agrícolas y ganaderos pueden tener efectos perjudiciales no solo para tu salud, sino también para el ecosistema
Cultiva tus propios alimentos: de esta manera evitarás la utilización de productos químicos, envases, conservantes, combustible para el transporte y almacenamiento.
Adopta una dieta rica en verduras y frutas: se estima que en 2050 el 70% de las emisiones de gases de efecto invernadero procederá de la producción agrícola. Una dieta ricas en verduras consume menos tierra, produce menos gases de efecto invernadero, requiere menos agua y mejora el bienestar animal.
Reduce el desperdicio de alimentos: planifica con anticipación y compra solo los alimentos que sabe que consumirá, aprovecha cada una de las partes comestibles de los alimentos que compres, intenta evitar hacer comida de más midiendo las porciones, almacena los alimentos correctamente, sé creativo con las sobras y haz abono con los restos no comestibles y utilízalo como fertilizante para el jardín.
Evita embalajes innecesarios: siempre que sea posible, elige productos sin envasar . Cuando vayas a la compra lleva contigo bolsas reutilizables o de tela y almacena los alimentos en frascos de vidrio.
Visto lo visto, es mejor tomarse las cosas con menos prisa, al menos en lo que a la comida se refiere. Tu salud y la del planeta, te lo agradecerán.