Las autoridades se dieron cuenta hace unos meses y se han apresurado a instalar un circuito cerrado para evitar el derroche de agua en Manneken-pis. Ahora que ya es sostenible no dejará de ser un reclamo turístico: se disfraza unas 130 veces al año y tiene más de 1.000 disfraces distintos. Y aunque su origen se data en 1619, no está claro por qué se ideó, pero sí que el que se sitúa en la plaza es una réplica del original, custodiado -por su amplio historial de desapariciones- en el Museo de la Ciudad de Bruselas.
«En plena semana de las Jornadas del Agua, podemos estar orgullosos al decir que, por primera vez en 400 años, el Manneken-Pis no hará más pipí con agua potable», decía en un tuit el concejal de Clima de la ciudad de Bruselas, Benoît Hellings.
Esta situación se torna importante y de plena actualidad con miles de jóvenes estudiantes protestando en Bélgica por el cambio climático. El Ayuntamiento de Bruselas también revisará el funcionamiento de todas las fuentes municipales, por si el Manneken-Pis no fuese la única figura despilfarradora de agua potable.
