Los Teatros del Canal tienen una década de vida y, poco a poco, se han ido convirtiendo en un referente de la apuesta escénica de la Comunidad de Madrid, con cierto aliento mundano, una proyección nada desdeñable y un presupuesto de más de 3,5 millones de euros anuales. El año pasado, el timón de la dirección se cedió a Blanca Li, bailarina y coreógrafa de larga trayectoria internacional, cuya compañía tiene sede en París, desde hace 25 años.
En 2019, Blanca Li (Granada, 1964) venía de ingresar en la Real Academia de Bellas Artes de Francia, aunque ya era miembro de la Legión de Honor de aquel país y había obtenido la medalla de oro al mérito en las Bellas Artes en España, tras trabajar con los más grandes directores de cine y músicos de todos los estilos, además de colaborar con la Ópera de París y los más importantes ensembles del mundo.
Tras un año de preparación, esta semana, los Teatros del Canal dieron a conocer la programación de la primera temporada enteramente programada por Li, que comienza justamente este otoño, con 98 estrenos (22 estrenos absolutos y 33 coproducciones), además de los espectáculos reprogramados por las cancelaciones durante el confinamiento.


Una de las intenciones de Li es que la escena conecte con las tendencias de nuestro tiempo, como la preocupación por el medio ambiente, la ciencia y la tecnología. Por eso, una de las apuestas importantes es el ciclo Canal Connect centrado en la ciencia y la tecnología, con un foco en el público joven y las artes digitales.
«Se pretende que la escena conecte con las tendencias de nuestro tiempo, como la preocupación por el medio ambiente, la ciencia y la tecnología»
“Quiero que el teatro hierva…”, se lee en la introducción de Li al catálogo de la temporada. El verbo ‘hervir’ le va bien a los ojos destellantes de la bailarina, que nos atiende con simple mascarilla de farmacia. Y es que, lejos del gestor dispuesto a repetir palabras pulcras más o menos bienintencionadas, la actitud de Li suena espontánea y vitalista. El otro verbo que suena creíble en su boca es “crear”, porque la directora pretende que el espacio de Cea Bermúdez con Bravo Murillo, en Madrid (justo en diagonal al hermoso parque trasero de las oficinas del Canal de Isabel II), se pueble de artistas en misión, compañías residentes y familias de excursión; esto es, que no se quede solamente en un conjunto de auditorios para exhibir obras ya terminadas. De ahí el sello ‘Creación Canal’ para sacar a la calle lo que allí se haya pergeñado, en co-producción.
No sorprende que los del Canal hayan sido de los primeros teatros en Europa en reabrir tras la pandemia, a mediados de junio, y que hayan podido seguir ampliando el aforo de público (con todas las medidas de seguridad impuestas por los protocolos de prevención de la Covid-19) hasta llegar al 75% actual. “Era importante reabrir para que las compañías pudieran ensayar y dar el mensaje de que la cultura es segura, que el teatro no es un sector peligroso”, nos explica Li.
No solo danza
“Mi apuesta es la apertura hacia todas las artes escénicas, en las que hay mucha diversidad, hoy, en el cruce de arte con circo, tecnología y hasta con deportes de la calle. Contamos con tres salas y con espacios enormes: no hay necesidad de reducir la oferta. Mi sueño de un teatro es un espacio de vida, donde la gente descubre cosas y se encuentran todas las edades y todas las clases sociales. Sobre todo, que no sea como un garaje que abre por la noche, recibe al público y luego se cierra, sino un sitio que está abierto desde por la mañana, en el que van a pasar muchas cosas, no solo sobre los escenarios. El OFF Canal se compondrá de actividades que irán más allá de las puertas de Canal, y transcurrirá en otros espacios de la ciudad”, se entusiasma la directora.


“La performance, por ejemplo, debe producirse en sitios inesperados, por lo que daremos vida a los espacios más allá de las tres salas (la Roja, la Verde y la Negra) y de la cuarta, que es la virtual. También habrá un café literario, para dramaturgos que quieran leer o presentar obras”, acota.
La temporada actual tendrá, por lo demás, un fuerte vínculo con la experimentación y la divulgación científica y tecnológica, en lo que se llamará ‘Canal Connect’, un ciclo transdisciplinario, de innovación, en ese cruce entre arte y conocimiento. No se privilegiarán formas de expresión ni géneros. Y, por supuesto, el centro coreográfico seguirá con viento a favor: en este momento hay nueve estudios de danza y 30, que compañías residentes que trabajan durante todo el año (diez de creación y 20 de investigación). La convocatoria para 2021 será en diciembre.
Vocación familiar
Al momento de su nombramiento al frente del Teatro público de Madrid, Li había advertido que quería dar apoyo a los creadores, y no solo a los del ámbito culto, sino también a los del arte callejero, porque para ella misma había sido todo un mundo poder dedicarse a la creación, desde que con 17 años se instaló en Nueva York, donde combinó el flamenco de sus orígenes con el hip hop del Harlem. De hecho, casi no pudo desarrollar su talento en España, aunque sí han sido frecuentes las giras de su compañía, a la que podremos volver a ver estrenando su último espectáculo en vivo, inmersivo en realidad virtual, Le bal de Paris (El baile de París), en diciembre. Se trata de una historia de amor en la que el público será invitado a bailar y a interactuar con quien quiera.
“No queremos un teatro que sea como un garaje que abre por la noche, recibe al público y luego se cierra, sino un sitio que está abierto desde por la mañana”.
Para que “los niños y adolescentes se apropien del teatro”, en palabras de Li, hay varias propuestas, pero seguramente pocas con la excelencia de 20 mil leguas de viaje submarino, el clásico de Julio Verne, en la versión de Christian Hecq y Valérie Lesort para la gran Comédie Française. Este espectáculo, que nos visitará en diciembre, se concibió para actores y marionetas, que se (y nos) embarcarán en el Nautilus, la nave comandada por el capitán Nemo. Y es aquí donde la experiencia científica volverá a impregnarse de la belleza inesperada de las grandes profundidades. La pieza obtuvo el Premio Molière 2016 de creación visual.
“Tenemos la idea de hacer encuentros con los espectadores, al menos después de una de las representaciones de cada elenco, e invitar al público joven a presenciar los ensayos”, adelanta Li.


Entre otros prestigiosos nombres que llegarán en los próximos meses figura nada menos que John Malkovich, en un one-man-show, como lo define Li, con un organista, para protagonizar la obra de Michael Stürminger Just call me God: A dictator’s final speech (Solo llámame Dios: el último discurso de un dictador). Otros grandes que dejarán su estela son las compañías del director polaco Krystian Lupa y los discípulos de Pina Bausch.
“En un mismo teatro tienes a quienes están empezando y a los renombrados, a la misma hora”, se regocija Blanca Li.
Moléculas de arte y ciencia
Canal Connect florecerá casi junto con la primavera. Se trata de “un ciclo de ciencia, arte y tecnología, donde entran todas las nuevas formas de arte digital”. Según la directora, “en la actualidad hay artistas que están utilizando nuevas tecnologías, mapping, robótica, impresoras 3-D y queremos acercar sus creaciones al público joven”.
Del 5 al 14 de marzo, habrá espectáculos, instalaciones, encuentros y talleres para celebrar la confluencia de estas disciplinas en los procesos creativos, con el comisariado de Charles Carcopino. Entre otros nombres, ya suenan los de Tron Dance Wrecking Screw Orchestra, el artista japonés Hiroaki Umeda, que trabaja en danza con las escalas milimétricas de la naturaleza, y Mette Ingvartsen, que imagina un universo poshumanista en el que los seres interactúan con la tecnología y los materiales naturales para crear abstracción en movimiento.
