Un bosque urbano es ‘real’ en todos los sentidos - EL ÁGORA DIARIO

Un bosque urbano es ‘real’ en todos los sentidos

Un bosque urbano es ‘real’ en todos los sentidos

Una plataforma de artistas plásticos decidió, en 2019, auscultar lo que resonaba en la Casa de Campo de Madrid y contar sus historias, bajo el paraguas de ‘Bosque real’. Hoy prosiguen con acciones en los parques públicos que algún día fueron propiedad de la realeza


Analía Iglesias
Madrid | 7 enero, 2022


Casi todo el mundo sabe que la masa forestal que hoy es la Casa de Campo de Madrid fue, desde el siglo XVI, el coto de caza de una larga dinastía de reyes, aunque algo que pocas veces se evoca es el momento en que las puertas se abrieron de par en par para que los vecinos y las vecinas pudieran ir allí de picnic cuando quisieran. Eso sucedió en mayo de 1931, casi cuatro siglos después de las primeras adquisiciones de terrenos cercanos al real alcázar, por parte de Felipe II. Aquellos jardines reales se fueron ampliando con cada nuevo heredero hasta alcanzar las actuales 1722 hectáreas que se comunican con el monte de El Pardo y que, desde hace nueve décadas, los vecinos pueden usar libremente.

Justamente, en torno a las preguntas que emergían de la Casa de Campo, hace un par de años, dos artistas diseñaron una plataforma de revisión de los patrimonios olvidados para “volver a relatarlos desde múltiples perspectivas de rescate”, como ellos mismos lo expresan. Bosque real (en alusión a las dos acepciones de ‘real’, por la realeza y por lo verdadero) fue el nombre con el que Jacobo Cayetano (Zuloark) y Javier Cruz bautizaron este camino que se inició con un festival en la Casa de Campo, en el que se conmemoró con alegría aquel 1 de mayo de 1931 en que 300 mil personas entraron al parque, tras abrirse la Puerta del Rey, a cabo de siglos cerrada.

Durante 2021 la plataforma de comisariado Bosque Real volvió a la carga, empujando con el bosque los parapetos de la ciudad

A lo largo de la primavera de 2019 se sucedieron las convocatorias de este nuevo Bosque real, invitando a los vecinos más curiosos a internarse en los espacios y en sus historias, las archiconocidas y las que resuenan en la tierra, pero ocupan poco lugar en los libros, tanto las bélicas del cerro Garabitas (epicentro de batallas de la Guerra Civil), como las de las piedras talladas que hacen una ciudad, en eterno pulso con el bosque, incluso en tiempos de paz.

De la cantería al cine

En este trayecto, los acompañaron, entre otros, artistas como David Bestué y Patricia Esquivias, para una visita al taller de cantería, ubicado en lo que fueron las antiguas caballerizas de los reyes, llamadas La Castilla. En la actualidad, en ese taller de cantería se da forma a los (bastante poco populares) bolardos de Madrid, macetas, canteros y otras piezas del mobiliario urbano, pero el lugar también cumple la función de depósito en el que se almacenan tesoros en roca, como esculturas retiradas de su ubicación original, partes del Puente de Segovia, bancos antiguos, viejas fuentes ornamentales o pilares de palacios que fueron remodelados.

bosque real
Proyección de cine en la Casa de Campo dentro del proyecto ‘Bosque Real’. | Foto: Jorge-Mirón

La Casa de Campo fue el territorio pionero en el que estos artistas plásticos comenzaron a proponer programaciones celebratorias para parques y jardines públicos españoles que algún día habían sido propiedad de la realeza o de la nobleza. Allí se hicieron, por ejemplo, proyecciones de cine al aire libre, para quienes no tuvieran pereza en caminar 40 minutos desde cualquier entrada por senderos casi rurales hasta llegar a los pies de la pantalla.

En el parking del parque de atracciones, sin ir más lejos, se exhibió la película del reputado colectivo de cineastas BRBR films, en la que se especula sobre las imágenes posibles de aquel 1 de mayo de 1931, una jornada sobre la que fundamentalmente circulan dichos y rumores (como que la gente cazaba conejos para echarlos a las paellas, que entraron camiones de agua potable, que los chicos usaban culebrillas como cinturones o que murió un hombre en el lago), pero de la que no hay apenas registros fotográficos.

Vuelta a la carga

Durante 2021, tras el intervalo obligado del año 2020, la plataforma de comisariado Bosque Real volvió a la carga, empujando con el bosque los parapetos de la ciudad, a través de dos puestas participativas, Nocturno (en el centro CA2M de Móstoles) y Humo, en el Matadero de Madrid.

En Humo, con la ayuda de un perfumista, se reconstruyeron olores (y memorias) vinculados a la vida urbana, hoy extinguidos o en vía de desaparición, como el perfume de una floristería de más de un siglo de historia que ha cerrado, el de un restaurante chino que estuvo en un parking subterráneo, el de la chimenea de un hombre sin casa pero que una vez la tuvo, el de las barbacoas del parque de  Pradolongo o el del césped recién cortado de un campo de golf del centro de Madrid. Según explican los propios comisarios, “a este gesto, siguieron los textos dichos por personas que participaban (…) la mayoría comenzaban con la fórmula ‘ayer’, ‘aquí’, ‘entre las tal y tal horas, olía como a…’ para luego desplegar memorias personales ligadas a esos espacios desaparecidos o en desaparición”.

Dos personas disfrutan en bote de remos del estanque de la Casa de Campo. | Foto: Antonio-Xoubanova

En fin, el Bosque Real ha permitido también estas prácticas compartidas para reactivar la memoria de las papilas, que probablemente sigan siendo necesarias para contrarrestar los efectos de este virus. Sus acciones de rescate de una ciudad que no puede prescindir del bosque continuarán durante 2022, según explican sus impulsores, en la Casa de Campo, y, también, esperan, en El Retiro de Madrid.



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