Un cómic lejos del mundanal ruido (y a 30º bajo cero) - EL ÁGORA DIARIO

Un cómic lejos del mundanal ruido (y a 30º bajo cero)

Un cómic lejos del mundanal ruido (y a 30º bajo cero)

El cómic ‘En los bosques de Siberia’, de Sylvain Tesson y Vigile Dureuil, relata la historia de un escritor trotamundos que decide alejarse por completo del mundo y combate durante seis meses las duras condiciones ambientales de esta enorme y salvaje región rusa


David Benedicte | Especial para El Ágora
Madrid | 8 octubre, 2021


Un escritor trotamundos decide alejarse por completo del mundo, de modo que abandona la ciudad y la vida cotidiana para instalarse en la otra punta del planeta. Elige como objetivo de su desafío extremo vivir el final del invierno y parte del verano en Siberia. Medio año de soledad y naturaleza que el autor relató en un libro y acaba de ser adaptado en formato cómic. El resultado es una obra sorprendente.

Hay quien, para escribir, tiene que encadenarse a la pata de su mesa. Otros, sin embargo, no paran un minuto en casa. Seis meses. Ni uno más. O sea, unos 180 días. Medio año. Un periodo de tiempo más que suficiente para Sylvain Tesson (París, 1972), autor de libros de viaje e indómito aventurero, para dar a luz una nueva obra y cumplir con un objetivo existencial: alejarse del mundanal ruido, en plan beatus ille extremo, para vivir el final del invierno y parte del verano en Siberia. Seis meses, repito. Ni uno menos.

El escritor y aventurero Sylvain Tesson

Ocurrió de febrero a julio de 2010 y sirvió al bueno de Sylvain como anticipo del confinamiento obligado que, a causa de la inesperada pandemia, nos afectó a todos sin excepción. Solo, completamente solo, este parisino sin fronteras hizo de la madre naturaleza la perfecta pareja de hecho, integrándose con ella en intimidad desbordante.

Literatura, tabaco, alcohol, salsa picante a discreción y recuerdos. Este trotamundos no necesitó añadir nada más a su maleta. Ni más ni menos. Sylvain Tesson, que ya había dado la vuelta al mundo en bicicleta, atravesado las estepas de Asia Central a caballo y cruzado el Himalaya a pie, apostó por okupar un rincón del lugar más solitario del mundo. Así nos lo cuenta:

Un retiro.

Me había prometido que, antes de cumplir los cuarenta, viviría como un ermitaño en mitad del bosque.

Me instalé seis meses en una cabaña en Siberia, a orillas del lago Baikal, en la punta del cabo de los Cedros del Norte. El pueblo más cercano estaba a 120 kilómetros, no había vecinos ni carretera de acceso, de tarde en tarde recibía alguna visita. En invierno, temperaturas de -30ºC; en verano, osos en las orillas. Un paraíso.

Me llevé libros, puros y vodka. Lo demás –el espacio, el silencio y la soledad– ya estaba allí. En ese desierto me inventé un día a día sobrio y hermoso, llevé una vida centrada en gestos sencillos. Contemplé pasar las horas frente al lago y al bosque. Corté leña, pesqué para comer, leí mucho, caminé por las montañas y bebí vodka asomado a la ventana. La cabaña era un puesto de observación ideal para percibir el latido de la naturaleza.

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Una viñeta de ‘En los bosques de Siberia’. | Harper Collins

Conocí el invierno y la primavera, la felicidad y la desesperación, y, por fin, la paz.

En el fondo de la taiga, me metamorfoseé. La inmovilidad me aportó lo que el viaje ya no me procuraba. El genio del lugar me ayudó a transformar el tiempo. Mi hogar se transformó en el laboratorio de esas transformaciones.

Todos los días consigné mis pensamientos en un cuaderno.

Lo que tienen hoy en las manos es el diario de aquel retiro.

Pasear, pescar y sobrevivir en Siberia

Sylvain pudo dar paseos interminables, como cuenta. Lo que le permitió oxigenarse y no perder la chaveta. Y tampoco dudó en explorar todo lo que encontraba a su paso, y pescar todo lo pescable, y patinar sobre un lago helado y hasta aceptar la hospitalidad de su exiguo vecindario. Relató, finalmente, aquella experiencia tan extrema y alejada del dulce hogar en un luminoso libro, La vida simple, que poco tiempo tardó en convertirse en best-seller en Francia y aquí publicó Alfaguara.

De ahí, no tardó en llegar la película, dirigida en 2016 por Safy Nebbou. Y ahora llega a nuestro país la adaptación al cómic, realizada por Virgile Dureuil, quien, en el que es  su primer trabajo publicado, logra trasladar entre viñetas toda la poesía que brota de las páginas de la obra original.

En los bosques de Siberia, tal es el título de la obra de Virgile Dureuil, con la que la editorial HarperCollins ha decidido inaugurar una colección de novela gráfica para adultos que, por lo visto y leído, promete convertirse desde ya en punto de encuentro y referencia del cómic en español.

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Una viñeta de ‘En los bosque de Siberia’. | HarperCollins

Dureuil redecora el relato de Tesson y lo alicata hasta el techo. Con bocadillos rebosantes de sentencias de Tesson que arropan los sutiles trazos de Dureuil convirtiendo cada viñeta en una pequeña obra de arte. Funciona a la perfección el tándem Dureuil-Tesson a la hora de trasladar al cómic esta aventura épica con forma de diario y el resultado es una joya visualmente deslumbrante.

Os dejo con dos entradas del mismo. Faltan las imágenes que las acompañan en cada viñeta. Pero tampoco vamos a ponerlo nosotros todo. Haceos con un ejemplar. Se trata de una de esas novelas gráficas que engrandecen cualquier biblioteca que se precie de seria. De nada:

El dibujante Virgile Dureil.

17/FEB Esta mañana el sol se ha aupado sobre las crestas de la Buriatia a la 8:17. Ha entrado un rayo por la ventana iluminando los troncos de la cabaña. Era como si la madera sangrara. Las últimas llamas de la estufa mueren hacia las cuatro de la madrugada. Al alba, hiela en la habitación. Hay que levantarse y encender el fuego. Dos gestos que celebran el paso del homínido a hombre. Empiezo el día soplando sobre las brasas. Y me vuelvo a la cama hasta que la cabaña se caldee lo suficiente.

Esta mañana engraso el arma que me dejó Serguei, una pistola de bengalas, como las que usan los marineros para emergencias. No tengo escopeta. No voy a cazar. ¿A quién le gusta ser agredido por un extraño? Esto no es Francia: cuando los furtivos se topan con los guardas forestales, las armas tienen la última palabra. Serguei nunca patrulla sin su escopeta. Alrededor del lago hay tumbas de guardas forestales. Los furtivos, en cambio, no reciben sepultura. Mi otra arma es un puñal fabricado en Chechenia, un bonito cuchillo con mango de madera. Nunca me separo de él.

20/FEB Se van los hombres, vuelven los animales. ¿Qué me hace más feliz esta mañana? ¿La marcha de la triste pandilla a las ocho o la visita de un carbonero unos minutos después? Mientras me tomo el té, pienso en mi hermana pequeña. ¿Habrá dado ya a luz? El ordenador implosionó anteayer. No aguantó la amplitud térmica. En cuanto al móvil por satélite, no capta ninguna señal. Debería haberme empapado de la filosofía de Derzú Uzalá: en el bosque, las únicas cosas fiables son un hacha, una estufa y un cuchillo. Sin ordenador, solo me queda pensar. El recuerdo es un impulso eléctrico como otro cualquiera.        

 


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