Un atlas para descubrir a los exploradores españoles

Un atlas para descubrir a los exploradores españoles

Un atlas para descubrir a los exploradores españoles

La historia de la exploración española es mucho más rica y antigua de lo que se piensa, y un atlas de la Sociedad Geográfica Española, busca darla a conocer al gran público. Hitos mundiales, mujeres exploradoras… Hablamos con su secretaria general sobre el lado menos conocido de una trayectoria que abarca veintiséis siglos


Miguel Ángel Delgado
Madrid | 19 noviembre, 2021


Pocos casos pueden encontrarse como el español, con una larga e impresionante historia de exploraciones que, sin embargo, permanecen en su mayoría desconocidas. Para remediarlo, la Sociedad Geográfica Española (SGE) ha elaborado el Atlas de los exploradores españoles (geoPlaneta), una monumental obra que recoge los perfiles de más de doscientos nombres, desde el siglo V a.C. hasta la actualidad, y que ahora aparece en un formato dirigido al gran público. Hablamos sobre él con Lola Escudero, secretaria general de la SGE, y una de las responsables de que este proyecto tan necesario se haya hecho realidad.

P.- La Sociedad Geográfica Española se fijó como modelo para este atlas uno británico. ¿Allí cuidan mejor a sus exploradores?

R.- Sí; además, dominan mucho mejor el marketing. La historia de sus exploradores nos parece muy atractiva, pero en realidad no nos llega ni a la suela del zapato. Hicieron muchísimo menos que los nuestros, pero han sabido venderla como una cosa gloriosa, épica. Nosotros, en cambio, o los hemos ignorado, o los hemos envuelto en una leyenda negra. Incluso, nos avergonzamos de ellos. En definitiva, existe un enorme desconocimiento.

Cuando investigas en la historia de la exploración, te das cuenta de que muchos de los hallazgos de los británicos, o de los franceses, fueron hechos antes por un español. Lo que pasa es que la historia de la exploración británica se hizo, sobre todo, en el siglo XIX, cuando ya existían los medios de comunicación; salían en los periódicos y en las revistas de viajes de la época, y así transmitían directamente sus aventuras al público. En cambio, nuestra época gloriosa fue en los siglos XVI y XVII, cuando no existían esos medios, y además eran otro tipo de descubrimientos que, o bien quedaban en el olvido, o eran declarados secretos. Y, además, en el XIX nosotros ya no tuvimos historias épicas que se pudieran comparar.

Sociedad Geográfica Española
La secretaria general de la Sociedad Geográfica Española, Lola Escudero, en una imagen cedida por la autora.

P.- ¿Ha pesado más un relato de conquista que uno de exploración?

R.- Por supuesto, porque se nos ha vendido así, sobre todo en cierta etapa histórica. Por eso, me gusta recalcar que se trata de un atlas de exploradores. No de viajeros ni de conquistadores, aunque los descubridores sí que están, porque descubrir es explorar, aunque es cierto que los lugares a los que llegaron ya estaban bien descubiertos por quienes vivían allí. La palabra “exploración” va más allá de simplemente reconocer nuevos territorios y ponerlos en el mapa. Evidentemente, también aparecen muchos conquistadores que incorporaron nuevos territorios. Hablamos, por ejemplo, de Cortés, que tuvo una faceta de explorador no tan conocida pero impresionante por Centroamérica. Y es eso lo que preferimos destacar.

P.- Llama la atención, también, que nos encontramos con un mayor peso científico en las exploraciones españolas de lo que solemos pensar.

R.- Fueron muy importantes desde el siglo XVI, pero sobre todo en el XVIII. Tal vez tenga menos atractivo que las gestas anteriores, pero está dominado por los exploradores científicos, que hacen un reconocimiento de todo el continente americano muy a fondo. Por ejemplo, hay expediciones botánicas que trajeron una gran cantidad de fondos que están hoy en el Museo Nacional de Ciencias Naturales o en el Real Jardín Botánico.

Y no nos olvidemos de los cartógrafos, que tienen una gran tradición en nuestro país. Desde la Casa de Contratación o el Archivo de Indias, se sucede una enorme cantidad de mapas. Este libro, en realidad, es la historia del dibujo de la Tierra, vemos cómo poco a poco se van reproduciendo con más precisión todos los contornos, los accidentes y todo lo que contienen los territorios, que hacen los marinos científicos del XVIII para establecer las cartas náuticas. Hay algunos conocidos, como Jorge Juan o Malaspina, pero quedan muchos más por conocer por el gran público. Además, muchos de los científicos de ese momento ya no son nacidos en la península, sino españoles del Nuevo Mundo. Pero no olvidemos que la ciencia ya empezó en el siglo XVI; como digo, las expediciones no fueron solo para conquistar o colonizar, también para conocer el territorio.

P.- Sorprende un tanto ver a Humboldt entre los exploradores incluidos en esta relación…

R.- Sí, siempre hay un cierto debate sobre ello. Humboldt hizo sus expediciones para la Corona española, y fue ella quien las financió. Por tanto, se considera que fue una exploración de los españoles que tenía al frente a un alemán, al igual que la de Malaspina tuvo a un italiano. Y hay más casos, como el de Magallanes, que era portugués, aunque su viaje lo terminara Elcano, o el propio Colón. Podríamos poner en duda la españolidad de esas expediciones si solo nos fijáramos en la nacionalidad de quien estaba al frente, y no en que fueron hechas por y para la corona española.

P.- Es muy desconocido que dos de los grandes hitos de la exploración mundial de los últimos 250 años, los de Humboldt y el de la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, que la extendió por los territorios de la Corona española, fueron realizados por España.

R.- Y hay otras expediciones muy olvidadas y que eran ambiciosísimas, como la Comisión Científica del Pacífico, que es un proyecto de la España del siglo XIX para investigar en América que incluía a biólogos, botánicos, antropólogos, dibujantes, e incluso las primeras y extraordinarias fotografías, que realizó Rafael Castro Ordóñez. Fue un gran proyecto, que duró varios años. Reconocieron toda América, sobre todo la costa del Pacífico.

«Hoy, la exploración combina la aventura y la ciencia»

P.- Una de las primeras viajeras que aparecen en el libro es Egeria, quien en el siglo IV protagonizó una peregrinación a Tierra Santa de la que dejó constancia por escrito. ¿Cuál fue el papel de la mujer en la exploración?

R.- Hubo muy pocas, como sucede en el resto de los ámbitos de la historia. La mujer ocupaba un lugar en la sociedad, y eran rara avis las que viajaban solas. Eso sí, la exploración de América no la hicieron solo hombres, sino que fueron muchísimas mujeres, ya desde el segundo barco de Colón, porque era esencial para colonizar los nuevos territorios. Y es más, la corona española tenía una política que fomentaba lo que hoy llamaríamos la reunificación familiar. Si estabas casado e ibas a América, tenías un par de años para asentarte, y luego era obligatorio que reclamaras a tu mujer; estaba penado si no lo hacías.

Esas mujeres, en su mayoría, no sabían leer ni escribir, por lo cual no pudieron dejar testimonio de su historia. Sin embargo, la historia del siglo XVI está llena de mujeres de rompe y rasga, porque ya emigraban porque eran solteras o viudas y querían casarse allí. Otras se quedaban viudas, y cogían el testigo de sus maridos. Pero no conocemos su historia, porque no se les daba mayor importancia.

P.- ¿Quiénes viajaban, entonces?

R.- Pues las esposas, hermanas o hijas de los exploradores. Por ejemplo, en el siglo XIX, tenemos a Manuel Iradier, quien incorporó Guinea Ecuatorial a los territorios españoles, y que viajó junto a su esposa, Isabel Urquiola, y su cuñada, Juliana. Una de las historias más sobresalientes es la de Catalina de Erauso, la Monja Alférez, a quien el papa concedió el derecho a vestir de hombre, una mujer atrapada en un cuerpo en el que no se reconocía, en un siglo en el que esas cosas no se contemplaban. Ella sí que dejó por escrito sus aventuras, por eso pasó a la historia. O Isabel Barreto, la única mujer almirante hasta ahora de la Armada española, hasta que lleguen a ese rango las que actualmente están en ella, cuyo marido muere en el viaje a las islas Salomón, y ella toma las riendas del barco. O Mencía Calderón, que le pasa lo mismo, que formaba parte de una caravana de mujeres rumbo a Paraguay.

Mapamundi de Juan de la Cosa elaborado en el año 1500. | Crédito: Museo Naval
Mapamundi de Juan de la Cosa elaborado en el año 1500. | Crédito: Museo Naval

 

P.- El libro llega hasta nuestros días. ¿Qué papel juega la exploración hoy en día, y en especial en España?

R.- Hoy la exploración tiene otros fines, que también nos ocupan en la SGE. Hoy se combina con la aventura, pero existe un componente principal que descansa en la ciencia. Por ejemplo, el Real Jardín Botánico organiza sus expediciones botánicas, porque siguen haciendo un trabajo de descubrimiento y catalogación. O lo hacen los oceanógrafos, en el fondo submarino que aún está en gran parte por descubrir. O las cuevas; nosotros tenemos un ejemplo, que es el de Sergio García-Dils, que es espeleológo y arqueólogo, y ha batido el récord de profundidad, adonde ha llevado también aparatos de muchas empresas que se los suministran para que compruebe cómo funcionan en condiciones tan extremas.

P.- ¿Qué época te fascina especialmente de nuestra exploración?

R.- El siglo XVI. Lo que se hizo es tan impresionante, independientemente del juicio que nos puedan merecer determinadas cosas, que no entiendo cómo no lo sacamos más a la luz. La cantidad de gente extraordinaria que se juntó es única: Ojeda, Juan de la Cosa, Núñez de Balboa, Orellana, Cabeza de Vaca, los que recorren el Misisipi o el Colorado… son únicos e irrepetibles.



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