Leonardo, la observación de la naturaleza y el agua

Leonardo, la observación de la naturaleza y el agua

Leonardo, la observación de la naturaleza y el agua

Nuestro colaborador Julián H. Miranda inicia una serie de reportajes para seguir el diálogo que el agua y la naturaleza ha mantenido con la obra de pintores, escultores, arquitectos, fotógrafos y cineastas. En el primero de ellos aborda la figura de uno de los genios del Renacimiento, Leonardo da Vinci, un creador que abordó numerosas disciplinas humanísticas y científicas en sus 67 años de vida


Julián H. Miranda | Especial para El Ágora
Madrid | 29 enero, 2021

Tiempo de lectura: 7 min



Recuerdo la buena sensación que me dejó hace algunos años la novela de Dmitri Merezhkovski, El romance de Leonardo. El genio del Renacimiento, publicada hace más de un siglo, que no sólo recorría los aspectos sociales, artísticos e íntimos de la personalidad arrolladora de Leonardo Da Vinci (Vinci, 15 de abril de 1452- Amboise, 2 de mayo de 1519), sino también pintaba un fresco del Renacimiento italiano desde la segunda mitad del siglo XV a las dos primeras décadas del siglo XVI.

Una época que concentró mucho talento tanto en el arte como en la ciencia. El autor de La última cena durante su vida tuvo tiempo de conocer a los hombres más poderosos de su tiempo, los papas, los príncipes italianos y otros cortesanos o incluso al rey de Francia, pero también de entrar en contacto con artistas de la talla de Miguel Ángel, Rafael, Brunelleschi o Botticelli.

Con la perspectiva que nos dan los cinco siglos que han transcurrido desde su muerte en Francia la figura de Leonardo no ha hecho más que crecer con el paso del tiempo. Y lo es por ser un creador integral que cultivó además de la pintura y el dibujo otras disciplinas humanísticas, científicas y tecnológicas, sin dejar de mencionar sus dotes de observación rigurosa de la naturaleza que le aportarían muchos de los hallazgos e inventos que dejó registrados en las miles de páginas de sus cuadernos. En ellos  dibujaba y escribía, y en siglos posteriores han sido valorados con interés por los científicos modernos en campos tan diversos como la óptica, la astronomía, la mecánica, la hidráulica o la botánica, por citar solo algunos.

Hoy los cuadernos y carnets que han llegado hasta nosotros forman parte de colecciones de las bibliotecas del castillo de Windsor, la Nacional de España, la Británica, la Ambrosiana o de los museos del Louvre y Victoria & Albert.

«A Leonardo le atrajo el estudio de los movimientos del agua, ya que consideraba que la fluidez del líquido elemento era una característica de todo lo que significa la vida»

Uno de los códices originales de Leonardo da Vinci. | FOTO: Kim Jihyum
Uno de los códices originales de Leonardo da Vinci. | FOTO: Kim Jihyum
Dibujos de Leonardo de un sistema de irrigación basados en el Tornillo de Arquímedes.
Dibujos de Leonardo de un sistema de irrigación basados en el Tornillo de Arquímedes.

En los miles de dibujos preservados de Leonardo hay muchos dedicados a objetos que representan procesos naturales. Fue de su interés el estudio de los movimientos del agua, ya que él consideraba que la fluidez del líquido elemento era una característica de todo lo que significa la vida.

Le atrajo analizar la dinámica de los remolinos del agua y los torbellinos que ellos generan cuando cae un chorro de agua de una cascada en una zona de agua tranquila o en un estanque. En uno de sus dibujos podemos observar el sistema de riego basado en el tornillo de Arquímedes porque Leonardo estudiaba los principios de científicos de la antigüedad.

Otro ejemplo de esa contemplación de la naturaleza fue el paisaje de Santa María della Neve, datado en 1473, cuando solo tenía 21 años, que probablemente fuera una visión del valle del río Arno con las montañas al fondo. Dado sus altos conocimientos científicos se cree que, en 1503-1504, presentó a la ciudad de Florencia un proyecto de desviación del río Arno para crear una salida al mar y además evitar las inundaciones de la capital toscana.

La Anunciación de Leonardo da Vinci que puede verse en la Galería de los Uffizi de Florencia.

Como pintor, a pesar de la escasez de la producción que nos legó a la posteridad, con alrededor de una veintena de pinturas, se ha valorado su exquisitez, su aportación con la técnica del sfumato, que hizo que los contornos fueran menos precisos que los usados en el Quattrocento para envolver toda la obra en una especie de niebla que difuminara los perfiles y de ese modo producir una inmersión en la nueva atmósfera sugerida; y su legado a la historia de la pintura con obras maestras como la citada La Gioconda, La Virgen de las Rocas, la Anunciación, La última cena (pintura al fresco para Santa Maria delle Grazie en Milán), Baco, y los retratos de Ginebra de Benci y La dama del armiño. En casi todas esas composiciones el paisaje y el agua adquieren un simbolismo entre los elementos representados.

«Presentó a la ciudad de Florencia un proyecto de desviación del río Arno para crear una salida al mar y además evitar las inundaciones»

Representación del dios Baco, obra de Leonardo da Vinci custodiada en el Louvre de París.
Representación del dios Baco, obra de Leonardo da Vinci custodiada en el Louvre de París.

De su primera época, cuando Leonardo estaba en la veintena y todavía formaba parte del taller de Andrea Verrocchio, cabe destacar el Bautismo de Cristo, fechado hacia 1472-1475, que hoy se puede ver en la Galería de los Uffizi. Es una composición en la que el artista toscano intervino como aprendiz en elementos como el rostro del ángel que está de perfil y en el paisaje de fondo donde vuelve a demostrar su precisión en la observación de la naturaleza, a través de la intensidad y variedad cromática que introduce en el cuadro.

Otra obra datada en esos mismos años es La Anunciación, que fue el primer encargo que tuvo estando todavía con Verrocchio, una pintura en la que introdujo una variación al situar la escena en el exterior de un jardín de una villa renacentista y donde además de los elementos del ángel y la Virgen María, añadió un paisaje donde los cipreses a la izquierda se alinean como columnas clásicas, y al fondo tal vez un río con meandros y barcas, montañas y una especie de puerto que quizá podría ser el de Roma, todo con una perspectiva aérea con numerosos detalles envueltos en una atmósfera neblinosa que distingue lo próximo nítido con lo lejano más difuminado.

El Bautismo de Cristo, de Leonardo da Vinci, que puede verse en la Galería de los Ufizzi, en Florencia.
El Bautismo de Cristo, de Leonardo da Vinci, que puede verse en la Galería de los Uffizi de Florencia.

Y de esa época también data el retrato que hizo a Ginebra de Benci (hacia 1472-1476), hoy expuesto en La National Gallery de Washington, donde Leonardo Da Vinci representa a una mujer elegante con el enebro a su espalda, y nuevamente la naturaleza dota de profundidad a la escena, con ese paisaje de agua y árboles.

El rostro tiene una extraña luminosidad y un gusto por el detalle de un artista minucioso; los toques de luz acrecientan la belleza  del personaje retratado, mientras en el reverso dibujó una guirnalda con una rama de laurel y otra de palma, atado por una cartela en la que escribió “VIRTUTEM FORMA DECORAT” (la belleza adorna la virtud).

Retrato de Ginevra de Benci, obra de Leonardo da Vinci
Retrato de Ginebra de Benci, obra de Leonardo da Vinci conservado en la National Gallery of Art de Washington (EEUU).

Hay una composición de la que Leonardo pintó dos versiones en diferentes períodos pero con la misma técnica, La Virgen de las Rocas. La primera de ellas, datada hacia 1482-1486, que hoy se encuentra en el Louvre se transfirió de tabla a lienzo, mientras que la segunda versión se hizo entre 1492 y 1508, hoy expuesta en la National Gallery de Londres y conservada sobre tabla.

La de París la pintó estando en Milán mientras que la segunda versión denota un estilo más maduro, aunque la hizo posiblemente ayudado por otros pintores con los que colaboraba. En ellas se ve a una mujer arrodillada sosteniendo a un niño con una mano en medio de un paisaje alpino, de rocas y aguas arremolinadas.

En la obra del Louvre destaca el uso del sfumato leonardesco, lo que ayuda a conferir un aire misterioso a la escena y también la precisión en el modo de representar las plantas, mientras que en la de la National Gallery la representación de la flora es más repetitiva.

La Virgen de las Rocas, de Leonardo da Vinci, una obra de la que existen dos versiones y que en esta imagen corresponde a la del Louvre
La Virgen de las Rocas, de Leonardo da Vinci, una obra de la que existen dos versiones y que en esta imagen corresponde a la del Louvre.

Por último, su obra más conocida y valorada y quizá una de las más famosas de la historia de la pintura, La Gioconda o Mona Lisa, un retrato de Lisa Gherardini, esposa de Francesco del Giocondo, realizado sobre tabla y datada entre 1503 y 1515, que hoy es la estrella para los millones de personas que visitan el Louvre.

Lisa está sentada en un sillón y posa sus brazos en los reposabrazos del mismo. Tanto en su lado derecho como en el izquierdo vemos por un lado una escena de los Alpes o quizá de Bobbio, en Emilia Romagna y a su izquierda sitúa un puente pequeño, nuevamente su interés por la ingeniería y la arquitectura para salvar los retos que nos plantea la naturaleza. El agua que está detrás de Lisa Gherardini no guarda simetría y está en un equilibrio inestable entre la parte derecha y la izquierda.

«El genio italiano mostró gran interés por la ingeniería y la arquitectura para salvar los retos que nos plantea la naturaleza»

La modelo expresa serenidad y está inmersa en ese paisaje que la rodea, gracias a la perspectiva atmosférica del fondo lo que da sensación de profundidad. Leonardo usó algunas sombras en su rostro y eso dotó, tal vez, de un efecto ilusorio en el modo en que los seres humanos procesamos las imágenes sobre si está sonriendo o no.

La obra, además de sus innegables atributos estéticos, ha estado rodeada de diferentes avatares a lo largo de la historia, acrecentado tras el robo que tuvo lugar en 1911. Dos años y cuatro meses después fue recuperada tras un intento del ladrón de que volviera a la Galería de los Uffizi de Florencia, lugar en el que debería estar según el caco y no en el Louvre. Unos meses después de exhibirse en varias ciudades italianas la obra regresó a París y hoy se exhibe tras un cristal antibalas y en una caja climatizada para mantener la buena conservación de esa obra, que sigue siendo objeto de estudio por parte de los expertos del genial Leonardo.

La Gioconda de Leonardo da Vinci.


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