Chema Madoz, la sorpresa de lo cotidiano

Chema Madoz, la sorpresa de lo cotidiano

Chema Madoz, la sorpresa de lo cotidiano

Tras el parón forzoso por el coronavirus reabre el Pabellón Villanueva del Real Jardín Botánico de Madrid y amplía la exposición retrospectiva del fotógrafo Chema Madoz hasta el 30 de agosto. El Premio Nacional de Fotografía sorprende con sus imágenes conceptuales vinculadas de forma notable a la naturaleza y sus manifestaciones


Milagros Martín-Lunas | Especial para El Ágora
Madrid | 26 junio, 2020

Tiempo de lectura: 5 min



Su primer escritorio fue la puerta del horno de la cocina. A los cuatro años agarró los primeros lápices y allí, sentado en una banqueta, frente a un insondable marco negro, el niño Chema Madoz tomó conciencia de la versatilidad de los objetos. Posee el fotógrafo madrileño una mirada personal, contagiosa y siempre imposible de replicar. A pesar de la economía de los elementos que maneja, sus trabajos resultan inimitables, no en vano nos encontramos ante un poeta, ante un vidente capaz de ir más allá, experto de desvelar todo lo extraordinario que brota de lo cotidiano.

Obra sin título de 2009. | Autor: Chema Madoz

«Nos encontramos ante un poeta, ante un vidente capaz de ir más allá, experto de desvelar todo lo extraordinario que brota de lo cotidiano»

El pabellón Villanueva del Real Jardín Botánico de Madrid alberga en sus entrañas la exposición Chema Madoz. La naturaleza de las cosas. La muestra reúne 62 fotografías producidas entre 1982 y 2018 y una curiosa selección de objetos personales que sirven como travesía para explicar el proceso creativo del autor. La naturaleza de las cosas tenía previsto bajar el telón el 15 de marzo. Las extrañas circunstancias provocadas por el Covid-19 dejaron colgadas las imágenes del este poeta de la cámara y han provocado que la muestra se extienda hasta el próximo 30 de agosto, de manera que,  los que no lo hubieran hecho, aún tienen tiempo para revisitar el trabajo de uno de los creadores más sobresalientes de la fotografía española contemporánea.

Obra sin título de 2007. | Autor: Chema Madoz

Chema Madoz. La naturaleza de las cosas no desvela nada a los seguidores del Premio Nacional de Fotografía 2000, simplemente surge como una oportunidad para rescatar las imágenes que ya pertenecen a la memoria colectiva.

Quienes no se haya topado nunca con su trabajo, descubrirán que Chema Madoz posee una mirada propia, una mirada que seduce y que atrapa al instante. Sus trabajos casi siempre nacen a través de un boceto previo. No consiente nada al azar y, como todos los de su especie, siempre deja la puerta abierta al inconformismo, a la inseguridad, al sabor agridulce del “podría haberlo hecho mejor”.

Obra sin título de 2004. | Autor: Chema Madoz

Los juegos visuales, el desconcierto y la fascinación llegan al espectador a través de un dedal que muta en una maceta o un cubo de hielo que se altera para renacer en forma de regalo. Pasear entre sus imágenes abruma. Pululan entre las salas fotografías tan evocadoras como la clave de sol arrancada de las ramas de un árbol, la rosa de espinas deformadas, plantas que se entrelazan, intervenciones en espacios naturales y alguna imagen legendaria de su serie Piedras anecdóticas, esa que nació cuando el autor jugaba a recrear la planta del pie con su hijo Pablo. “¿Qué más cosas se pueden hacer con los cantos rodados?”, se preguntó y así llegó al territorio de la infancia, recuperó la mirada infantil, aquella que te aísla del universo para hacerte volar y perder la noción del tiempo, aquella capacidad que el ser humano se deja en el camino con la madurez.

Obra sin título del año 2000. | Autor: Chema Madoz

Chema Madoz es capaz de seguir jugando con los elementos y nos invita a jugar con él. «Siempre me ha parecido que el juego es la primera idea del conocimiento y esa idea está presente en todas las imágenes. Jugar con las fotografías no deja de ser una deuda con estos artistas que te han ayudado a acercarte al arte con una visión atractiva», confesó el fotógrafo en la inauguración.

«Reverberan entre sus apuestas las resonancias que le unen a Joan Brossa, a José Val del Omar, al surrealismo, incluso, a las greguerías de Gómez de la Serna»

Sin titulo 2008. | Autor: Chema Madoz

Tiene la costumbre Madoz de no titular sus obras. Él lanza al mundo sus poemas y deja que el receptor reciba la información de manera subjetiva, aunque reverberan entre sus apuestas las resonancias que le unen a Joan Brossa, a José Val del Omar, al surrealismo, incluso, a las greguerías de Gómez de la Serna.

La naturaleza de las cosas tiene la virtud de abarcar la evolución de su trabajo durante cuatro décadas. Desde sus inicios hasta la década de los años 90, Madoz se multiplicó en el exterior mostrando la figura humana fragmentada, jamás como protagonista, siempre a caballo entre el surrealismo de Magritte y  Foucault. El óxido del tiempo dio paso a lo conceptual, fue en ese momento cuando Madoz descubrió la verdadera belleza de lo cotidiano. Así el objeto aparece como un territorio natural que rezuma miles de posibilidades.

Sin título, año 2000. | Autor: Chema Madoz

Nada de lo que se pueda ver en catálogos y artículos tiene que ver con el momento en el que el espectador se enfrenta cara a cara con la copia al natural. Indudablemente, la luz, los detalles y las texturas de Chema Madoz asombran en los libros; en directo, a menos de un metro, cautivan y arrebatan al espectador.

Sin título 1986. | Autor: Chema Madoz

Si hay algo complicado es empeñarse en plasmar blanco sobre negro el estilo de Madoz. Su fotografía es disfuncional y lo que de verdad le interesa no es el resultado sino el proceso, el trabajo realizado para llegar al fin. Lo dicho, la pandemia ha permitido alargar esta exposición del maestro.


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