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El 14 de marzo de 2020 se cumplen cuatro décadas de la muerte de Félix Rodríguez de la Fuente. A los 52 años perdía la vida la estrella mediática más popular de España. Un naturalista que había llevado sus series de televisión a ser las más vistas de la parrilla española y que había alcanzado 800 millones de espectadores en todo el mundo. Al mismo tiempo, sus enciclopedias de fauna habían vendido 18 millones de ejemplares. No solo era una estrella de la comunicación, sino un fenómeno social que había logrado que la naturaleza y el medio rural pasaran al primer plano de la actualidad.
Junto a él, en aquel accidente de avioneta ocurrido en Alaska mientras rodaban los nuevos episodios de la serie, murieron su cámara de confianza, Teodoro Roa, el ayudante de cámara Alberto Mariano Huéscar y el piloto Warren Dobson. Félix nos dejó el día de su cumpleaños, pues había nacido en Poza de la Sal (Burgos) un 14 de marzo de 1928. Se cerraba así el ciclo de un personaje que marcó una época y aún lo sigue haciendo.
Desde su fallecimiento no ha surgido otro divulgador de la naturaleza en España capaz de lograr su magnetismo y gancho con el público. Su enorme presencia pública le permitió además acercarse a los poderes de la Transición, influyendo de forma trascendental, como nadie ha hecho nunca, en la promulgación de las primeras leyes de la defensa de la naturaleza.
Antes de acuñarse el lobbysmo, Félix fue el primer lobbysta de la conservación de la naturaleza en España, uno solo, un individuo frente al mundo. Fue un personaje único que con su sola voz y su imagen en pantalla logró que se aprobaran leyes para proteger las aves rapaces, dejar de cazar lobos o impedir la construcción de urbanizaciones en lo que hoy son parque naturales de España.
Desde su marcha se han sucedido los libros, biografías, canciones, películas, juegos de mesa y todo tipo de productos relacionados con su figura. Hasta hay aviones de las líneas aéreas de Noruega que llevan su nombre y su rostro, puesto que su reconocimiento como autor de grandes documentales de fauna es internacional y no sólo español.


Faltaba sin embargo un libro que aglutinara el legado intelectual de Félix Rodríguez de la Fuente. La mayor parte de su obra es audiovisual y está dispersa en centenares de programas de radio y televisión donde es su voz, muy a menudo en una improvisación oral, la que trasmite el mensaje y lo llena todo con una música y una entonación envolventes. Sin embargo, apenas dejó obra escrita. Y las que se han publicado después sobre él están pegadas al relato de los hechos, a la cronología y lo biográfico y no desmenuzan el pensamiento.
Ha sido la menor de su tres hijas, (Odile, 1973) la que ha asumido la tarea de compilar las reflexiones de Félix. El resultado es un volumen exquisito que lleva por título Félix, un hombre en la tierra y que acaba de publicar Geoplaneta.
Odile Rodríguez de la Fuente, bióloga y principal divulgadora del legado de su padre en los últimos años, ha seleccionado los textos más señalados y desconocidos de la obra del desaparecido divulgador ambiental. El resultado muestra a Félix como un pionero en multitud de temas de la sostenibilidad y la sociedad de nuestros días, un visionario que previó emergencias actuales como el cambio climático o la contaminación por residuos y plásticos y anticipó retos de la sociedad moderna como los excesos del urbanismo, el buen uso de internet o la necesidad de encauzar la globalización en una dirección que no deje de lado los aspectos humanos y las particularidades locales.


Por gentileza de la editorial reproducimos aquí siete frases premonitorias de Félix extraídas de Félix, un hombre en la tierra.
1. La aventura de la vida
«La aventura de la vida, este proceso biológico en el que todos estamos sumidos y en el que quizá, distraídos por procesos de la sociedad de consumo en la que vivimos, por secuencias delirantes de nuestra política, no concedemos demasiada importancia. Pero tiene toda la importancia, puesto que, si somos seres vivos, para nosotros, lo más importante debería ser la encrucijada de la vida».
2. El consumismo
«La nuestra es la cultura de las cosas, de lo perecedero; del coche, del frigorífico, de la casa en la ciudad y en el campo y en no sé qué sitio más. Del tener en el presente todo lo que haga falta, sin pensar lo que ello puede suponer para algo que hemos olvidado: la Tierra, la madre naturaleza. La presión humana lo está invadiendo todo y nuestra tasa de crecimiento parece indicar que el actual panorama no es más que un leve prólogo de lo que llegará a ser el astro humano dentro de un par de siglos».
3. La economía circular
«Creo que hasta que no se haya llegado a la época del reciclaje total, hasta que no hayamos llegado al momento en que la humanidad disponga de elementos, de dispositivos perfectamente armónicos capaces de degradar las basuras y reincorporarlas al medio terrestre, enriqueciendo con esas basuras, como había pasado siempre, el ecosistema que nos nutre y que nos soporta, estamos viviendo un auténtico impasse».
4. La conexión con la naturaleza
«Estoy profundamente convencido de que si las nuevas generaciones no afrontan los ingentes problemas de la conservación del medio ambiente con una nueva, pujante y apasionada filosofía, nuestro mundo seguirá su irremediable carrera de degradación y de agonía. Solo el amor a la naturaleza, la pasión por la vida y la certeza de que formamos parte de una comunidad total que va desde la más pequeña bacteria hasta el hombre nos darán fuerza para defender el único hogar que tenemos, un pequeño planeta perdido en una remota galaxia al que hemos dado en llamar Tierra».
5. El desarrollo sostenible
«La humanidad no tiene que inventar nada nuevo. Lo único que debe hacer es funcionar según los mismos parámetros con que funciona la biosfera, esa gran comunidad de seres vivos en la cual estamos integrados. Conocemos, ya con gran claridad, cuáles son los procesos que tienen lugar en los ecosistemas terrestres y sería incluso posible copiar esos procesos para que la propia humanidad los llevara a cabo».
6. Las energías renovables
«Hay que asegurar el acceso, el desarrollo y la promoción de las energías limpias del futuro, es decir, la energía solar, la energía eólica, la energía geotérmica y la energía producida por las mareas».
7. El sentido de la vida
«Me toca decirles nuevamente no adiós, sino hasta luego. Creo que, en la vida nunca se puede decir adiós, pues formamos parte de un universo que se reconstruye a sí mismo.. Somos eslabones en una larga cadena cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos y cuyo fin está todavía por forjar».
