'La ballena tatuada': un cómic para dar la vuelta al mundo con humor

‘La ballena tatuada’: un cómic para dar la vuelta al mundo con humor

‘La ballena tatuada’: un cómic para dar la vuelta al mundo con humor

“Ellos eran tan humanos como nosotros: eran capaces de la épica pero también de la mayor crueldad”, sostiene Darío Adanti, para explicar la vida de los navegantes del siglo XVI, que exploraban océanos en busca de rutas para el comercio. Su novela gráfica ‘La ballena tatuada’ narra con humor hazañas como la de Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano


La ballena tatuada

La ballena tatuada

Autor/es: Darío Adanti

Editorial: Astiberri

Ciudad/Año de publicación: Bilbao, 2021

Páginas: 184

Precio: 18,00 €


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“No encontraréis aquí la nao de la historia, pero sí una balsa construida con los restos de su naufragio”, es la advertencia que lanza Darío Adanti desde la portadilla de Ballena tatuada, o una historia de la primera vuelta al mundo (editorial Astiberri) , una novela gráfica que es, en realidad, un compilado de relatos (en forma de cómics) en torno a las crónicas fragmentadas de una misma hazaña histórica.  Esa hazaña que inició Fernando de Magallanes y culminó Juan Sebastián Elcano fue la primera vuelta al mundo (que transcurrió entre 1519 y 1522) y que, para Adanti –fundador de la revista satírica Mongolia– es la aventura global más importante en la historia de España, “mucho más importante que la llegada a América”, un continente que ya muchos habían conocido antes que Colón.

El 6 de septiembre de 1522, 18 hombres (de los 239 que habían partido) regresaron al puerto de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) a bordo de la nao Victoria, el mismo puerto del que habían zarpado tres años antes. Habían llegado diezmados, enfermos y con hambre, se habían matado entre ellos y cambiado de mandos, pero habían descubierto el paso del Atlántico al Pacífico (el estrecho de Magallanes) y habían conseguido dar la vuelta al mundo, navegando siempre en la misma dirección, de este a oeste.

De ahí que en este quinto centenario que pocos celebran, el ilustrador argentino haya decidido reeditar su primera historieta en España, inspirada en un cachalote con jeroglíficos en el lomo que aparece en Moby Dick –el clásico de Herman Melville– y ampliar esa mirada extrañada a los mares del sur, con su larga historia de navegantes y pueblos originarios que acortaban pasillos marítimos patagónicos con sus canoas. Hay en el libro canciones de marineros y leyendas sobre maldiciones, el convencimiento de la luz que nos traen las ballenas (su grasa fue el combustible de lámparas), mucho humor que permite comprender el alcance de aquellas tragedias y la inmensidad de los hallazgos, además de unas ilustraciones que podrían ser los sueños de un marinero delirante. Hablamos acerca de todo esto con su autor; lo que sigue es un fragmento de ese diálogo.

La Ballena Tatuada

Pregunta: El cruce del Atlántico al Pacífico, ¿era esa su obsesión al indagar en los navegantes del siglo XVI?

Respuesta:  Fueron varias cosas. Por un lado, la ballena con cicatrices de Melville que parecía escrita con jeroglíficos (tatuada), porque me hacía pensar lo importante del lenguaje para nuestra especie, con códigos simbólicos y abstractos, que tiene un punto mágico tanto para los europeos como para los pueblos originarios.  Es parecido a lo que nos pasa cuando queremos ver caras en la luna, algo que expresa la necesidad de buscar patrones comprensibles para las diferentes culturas, y que en todas tiene un mismo significado y es que hay una naturaleza que nos supera, que como humanos somos muy poca cosa dentro de la naturaleza, y así y todo logramos dar la vuelta al mundo. Ese es un momento estelar en que se produce una conjunción de diferentes familias de Homo Sapiens porque, hasta ese momento, los europeos no habían llegado al sur del continente americano.

P:  Aquellos mapas rudimentarios que iban trazando los europeos de entonces, que creían que lo que dibujaban era la realidad, parece un baño de humildad para la soberbia de los  contemporáneos, que creemos que todo lo que existe es lo que ya conocemos y podemos describir…

R: Sí, es una cura de humildad para la especie humana, cuando todavía ni siquiera sabemos lo que hay en el fondo de los mares. Los estamos llenando de plástico pero los desconocemos. También es una cura de humildad saber que los que hicieron aquella gesta no eran los mejores, sino los más desesperados, los más pobres, los que tenían que huir. Las gestas humanas tienen que ver justamente con lo pequeñitos que somos y la capacidad que tenemos para colaborar y lograr cosas. Ellos eran tan humanos como nosotros: eran capaces de la épica pero también de la mayor crueldad. Y más que criticarlos habría que pensar frente a qué cosas del presente somos capaces de la misma incomprensión de otra cultura o de aplicar esa misma crueldad.

En el libro hay canciones de marineros, leyendas sobre maldiciones y mucho humor que permite comprender el alcance de aquellas tragedias y la inmensidad de los hallazgos

P: ¿Las personas acomodadas no se lanzaban a ninguna aventura?

R: No, ellos las financiaban. Me fascina la figura de Elcano, porque Magallanes, aunque no era noble, sí venía de una familia educada de Portugal… pero Elcano era un marino mercante de Guetaria que había perdido sus barcos porque se había endeudado trabajando para una nación extranjera. O sea que había tenido que entregar su flota a un país extranjero y podía ser acusado de traición. A Elcano no le quedaba otra opción y se sumó a esta expedición por desesperación. Magallanes murió en Filipinas y Elcano terminó dando la vuelta al mundo.

P: Increíble es el momento en que Elcano decide probar suerte y seguir navegando hacia el Oeste, oponiéndose a los que deciden volverse sobre sus pasos…

R: Yo tiro, habrá dicho… Dar la vuelta al mundo es muy trascendente, aunque Colón sea más importante que Magallanes y Elcano. Hoy sigue siendo difícil dar la vuelta al mundo. Hay que reivindicarla como una historia de los trabajadores.

P: ¿Los navegantes eran profesionales que capitaneaban barcos de diferentes banderas?

R: Sí. De hecho, el concepto de España que surge en el reino de Carlos V es cosmopolita, no es nacional, ni castellano: Colón era Genovés, Magallanes –que quiere llegar a las especierías de las Molucas– era portugués, había italianos, griegos… Elcano había estado trabajando en el transporte de mercancías para otro reino. Eran obreros cualificados a los que se contrataba para hacer determinados trabajos. La grandeza de los reinos la construyeron personas de todos los países.

P: Además, usted dibuja cómo el mercado hizo la cultura…

R: El mercado es el gran motor de la historia humana, tanto de lo bueno como de lo malo. No tendríamos cultura, ni ciencia sin el mercado, aunque también traiga guerras, injusticias y las desigualdades entre ricos y pobres. El comercio fue muy propicio alrededor del Mediterráneo, un mar calmo y relativamente pequeño, y esa convivencia trajo avances tecnológicos y prosperidad. Y cuando el reino de España echa a judíos y musulmanes, se queda sin comercio, y cuando entra en guerra con los otomanos, se queda sin el camino de la seda. Todo eso fue contribuyendo al declive del imperio.

P: ¿La corsaria andalusí Malika es un personaje legendario o de la historia real?

R: Ha habido muchas piratas femeninas de varias nacionalidades, pero yo estaba buscando una piraba bereber y encontré un artículo sobre Malika Fadel, la corsaria musulmana, de José Ramón Cantalejo Testa, en el que habla de esta mujer del siglo XIV. Parece que hay rastros y documentos de época, y lo curioso era que se casara con la esclava egipcia a la que liberó. Intenté contar ese artículo en forma de canción.

«Hay una naturaleza que nos supera, como humanos somos muy poca cosa dentro de la naturaleza y así y todo logramos dar la vuelta al mundo.»

P: Al cabo de tantos siglos, ciertas situaciones endiabladas parecen no haber cambiado demasiado, a juzgar por las investigaciones de Ian Urbina, en Océanos sin Ley, sobre la industria pesquera…

R: El mar sigue siendo, además, el vehículo principal de nuestro consumo, lo que se demostró cuando se atascó el Canal de Suez.  Y hay zonas que son el Lejano Oeste, efectivamente.

P: En aquella época llamaban ‘la mar océana’ al Atlántico ¿era una mujer?

R: Personificaban a los océanos. En este caso, para esos navegantes que venían del Mediterráneo, el Atlántico era el gran misterio. Ni hablar del Pacífico, que primero fue el mar de Balboa, y en otra zona, el mar del Sur, hasta que se dieron cuenta de que todo era lo mismo, de México a Tierra del Fuego… pero pasó un buen tiempo. Creían que el Pacífico tenía la mitad de la dimensión del Atlántico, y así lo dibujaban en Europa. Lo mismo cuando veían un cachalote y volvían a verlo al otro lado del mundo, con el poder místico de la época, pensaban en un monstruo que se desplazaba. Porque las ballenas están en todos los mares: son animales cosmopolitas mucho antes que nosotros. Hoy, nuestra paradoja como humanos es que, sabiendo que no podríamos vivir en un mundo sin agua, sigamos arruinando el mar. El ser humano crea y destruye al mismo tiempo.


Analía Iglesias | Especial para El Ágora
Madrid | 21 mayo, 2021

Tiempo de lectura: 6 min



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