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Theodor Adorno, el filósofo alemán, afirmó que la cultura occidental discurre entre dos Ulises: el de Homero y el de Joyce, del que celebramos este año su aniversario, al cumplirse 100 años de su publicación. Al Mediterráneo lo llamamos Mare Nostrum por los romanos, pero ¿Qué queda actualmente de esta calificación, realmente conocemos su historia? Si no es así aquí tenemos una oportunidad.
El historiador y catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona viaja en su último ensayo, editado por Taurus, por un escenario de siglos, lenguas, civilizaciones, mitos y construcciones artísticas y literarias y lamentablemente también por los conflictos bélicos que han configurado las culturas del Mediterráneo.
Sus casi 500 páginas impresionan, pero todo es empezar a leer y no parar. Su amenidad radica en la narración, no solo de los conflictos geopolíticos de cada momento, que evidentemente dan para muchas páginas, sino también su forma de ir introduciendo el arte, el cine, la literatura que conforman, no solo el pasado si no también nuestra contemporaneidad. La dificultad que supone la síntesis de 3.000 años del Mediterráneo, una vez realizada por Ruiz-Domènec, se convierte en el disfrute para un lector.
Ciudades y personajes configuran nuestra cultura: Homero y su Iliada “convirtieron a Troya en una historia inmortal” y en su Odisea, Ulises circulando por las islas muestra un mundo que “ya no solo se trabajará en la tierra, sino también en el mar. Epopeyas que sigan fascinando”, dice al autor.
Escribe Ruiz-Domènec que “la epopeya del Mediterráneo nació en la trágica confrontación del individuo mortal con el universo de los dioses. Retornar a Ítaca refuerza su mito, pero no es el único. Ulises es un hombre ambulante que abrió un nuevo capítulo del Mediterráneo, delimitó la geografía de la expansión marítima, fijó la frontera entre civilización y barbarie y situó la herencia griega como el punto de partida de un espacio común a los pueblos del Mediterráneo”.


«La llegada de los árabes al Mediterráneo a comienzos del siglo VII puso fin a su condición del Mare Nostrum de los romanos»
Grandes civilizaciones surgieron en el Mediterráneo: egipcia, minoica, micénica, fenicia, hebrea, griega, helenística, etrusca, cartaginesa, romana islámica o europea. Todas ellas pasan por este libro.
Se trata de un texto que tiene prodigiosas idas y vueltas para dar a conocer las conexiones entre pasado y presente. Del siglo V a. C. al siglo XIX d. C. De Medea de Eurípides a Caravaggio, de Edipo rey de Sófocles a la versión de Jean Cocteau e Igor Stravinski.
La tragedia nunca ha abandonado el Mediterráneo. Pero tampoco la filosofía. “La filosofía como practica de la vida, tal como Sócrates la entendía, es tan natural en los hombre de Mediterráneo como la adquisición del Li, el ritual sagrado, para los chinos seguidores de Confucio”, expresa Ruiz-Domènec.
Conquista y cultura
De Alejandría a Roma, de Cartago a Roma, “la civilización mediterránea será romana o no será” y el Mediterráneo será su mar. Un país elegido por encima de los demás”, pero como escribe Ruiz-Domènec, en el Mediterráneo a lo largo de su historia “la codicia es la misma, sus gestores otros”.
La llegada de los árabes al Mediterráneo a comienzos del siglo VII puso fin a su condición de Mare Nostrum de los romanos. Dos civilizaciones que con sus encuentros y desencuentros, su comercio, el dinero, dieron prosperidad a otros países como Siria, Líbano, Palestina, Egipto, Libia, el Magreb o la península Ibérica, toda una nueva configuración que llega nuestros días.


“La tragedia nunca ha abandonado el Mediterráneo. Pero tampoco la filosofía”
En 1389, nos cuenta el historiador, “tras la batalla de Kosovo, se inició una historia aún vigente relacionada con ese Mediterráneo que a menudo no queremos ver: ¿serbio o turco, cristiano o musulmán? Estas cuestiones de actualidad evocan, sin embargo, un hecho sucedido en Nicópolis, ciudad perteneciente Bulgaria, donde se plantea la pregunta que la actual geopolítica ha hecho suya: ¿El bajo Danubio es una parte de Europa o un apéndice de Oriente Próximo afín a la cultura turca? ¡Ay! en cuestión de estrategia basta un detalle para que un mundo se desmorone”.
Negocios
Los genoveses son herederos del espíritu fenicio. En los siglos XII y XIII identifican el negocio con el control del mar. Pero el Mediterráneo, no solo es economía. “Es una civilización basada en la belleza”, dice Ruiz-Domènec. Además de pactos geoeconómicos, “se construyeron palacios, se pintaron frescos, se esculpieron bajorrelieves, pero subsistía la necesidad de encontrar el canon de una civilización como había sucedido en la época clásica para que se pudiera dejar la impronta de la belleza”.
«Las claves para entender nuestro presente son continuas en el libro. Dos grandes de la literatura como son Miguel de Cervantes y William Shakespeare también narraron la complejidad del Mediterráneo es sus obras. Cervantes en Los baños de Argel nos cuenta una historia desgraciada de cautiverio y Shakespeare con su Otelo nos ofrece la visión de un Mediterráneo en guerra. La caída de Chipre nos recuerda que “no basta con ganar una batalla naval; era preciso convencer a la población de formar parte del mundo veneciano y no del otomano”.
«El Mediterráneo es una civilización basada en la belleza», dice Ruiz-Domènec
También Cervantes afirmó: “El más espectacular de los acontecimientos militares del siglo XVI en el Mediterráneo fue la batalla de Lepanto”. La mayor batalla naval de la historia moderna. En el golfo de Corinto chocaron las fuerzas tectónicas de Oriente y Occidente, muy cerca de donde tuvo lugar la batalla de Accio. En ambas contiendas venció Occidente. La armada cristiana de Lepanto era más avanzada técnicamente. De no haber ganado Occidente habría habido otro Lepanto.
Por desgracia las guerras van y vuelven. Crimea en 1853 y 2014. Para dominar el Mediterráneo se han de controlar sus dos extremos: Gibraltar y el Mar Negro. ¿Nos suena esto de algo en estos días aciagos de una guerra en Ucrania?


Legado
El legado del Mediterráneo pasa también por sus fusiones o fundaciones que no eran derrotas o triunfos navales. Una cultura literaria que se trasladó de una civilización a otra, también a las iglesias, las sinagogas, las mezquitas. Las redes comerciales y la actividad marítima se fusionaron en los ideales humanistas forjados por la cultura del Renacimiento.
Para Ruiz-Domènec “el Romanticismo apoyó la necesidad de recuperar la diversidad cultural del Mediterráneo; la búsqueda de Oriente [….] fue la revelación de que, tras el embrujo de las maravillas presentes en esta mar, estaba la superación de la historia, el día después”.
El siglo XX potenció sus orillas para un turismo low cost, pero Oriente Próximo eligió la guerra otra vez para dirimir sus asuntos y la guerra de los Balcanes es un pasado que se quiere olvidar. Viejas rivalidades que no cesan por la tierra, la lengua o la religión.
“El Mediterráneo, no solo es economía, es una civilización basada en la belleza”, afirma el autor
Miles de refugiados llegan a Lesbos. “El siglo XXI plantea dos retos al Mediterráneo: entenderse a sí mismo y afrontar el problema de las pateras”.
Las pateras han unificado el norte y el sur. El fenómeno de las pateras necesita una mirada homérica. Del mismo modo que Homero leyó y miró el movimiento de los pueblos del mar, las pateras pueden servir para unificar las orillas del Mediterráneo. El sueño de Ulises explica que esas orillas no están tan alejadas, porque hay una estructura latente que funciona igual en todas las partes. «Si ajustamos esos elementos comunes, mejoraremos la relación”, afirma Ruiz-Domènec.
“Si entendemos las pateras como un fenómeno con el que debemos dialogar utilizando ese saber compartido, habremos superado el problema”, añade. Miles de desafíos vendrán y habrá gestos homéricos ante la adversidad, retos a los que desafiar y que el autor de El sueño de Ulises califica como «un viaje de regreso a casa lleno de éxitos».