Carolina Reymúndez rinde homenaje al simple acto de caminar

Lo que el virus se llevó: cuando se podía caminar por donde fuera

Lo que el virus se llevó: cuando se podía caminar por donde fuera

La imposibilidad de dar largas caminatas durante el confinamiento de estos últimos meses hace que muchos contemos las horas para volver a hacerlo. Mientras llega ese momento, la visión personal de una viajera y periodista de viajes adquiere forma de manual de crónicas trekkingeras y nos sirve de precalentamiento. Millones de pasos: caminar y contar es su título; Carolina Reymúndez, el de su autora.


David Benedicte | Especial para El Ágora
Madrid | 4 diciembre, 2020

Tiempo de lectura: 4 min



«Caminante, son tus huellas / el camino y nada más; / caminante, no hay camino, / se hace camino al andar». Este podría ser, sin más rodeos, el lema publicitario perfecto para anunciar la agencia de viajes definitiva. Una empresa especializada en trekking y excursiones cuya gestión estuviese al cargo de grandes poetas, filósofos, novelistas y escritores de tiempos pasados. Yo, lo tengo bastante claro, los llamaría hoy mismo.

El poeta Antonio Machado.

Sobre todo si dirigiese el cotarro un correcaminos como Rimbaud, Arthur Rimbaud, y estuviese al mando de la subsección Viajes de aventuras. No en vano el poeta francés, siendo un niñato bajo el control de su señora madre, aseguró que era «un peatón, nada más» y para demostrarlo echó a andar y, sin tomarse el más mínimo descanso, no paró durante el resto de su vida. Se escapó de casa y llegó caminando hasta París en esa huida perpetua que fue su existencia. Marchó después a Bruselas, deambuló por las calles de Londres, atravesó (cual Atila furibundo) Los Alpes y hasta intentó conquistar Rusia. Andando. Siempre andando. O sea, haciendo camino al andar.

El poeta francés del siglo XIX Arthur Rimbaud.

En 1891, después de haber coronado montañas, rutas y senderos que nunca podremos siquiera imaginar, la rodilla del viejoven Rimbaud se inflama terriblemente. Hay que amputar y pierde la pierna. Pero él sigue haciendo planes con su futura prótesis, aunque ya nunca volverá a caminar. Por más que la inercia siguiese tirando de él, por mucho ritmo que metiese a esa excursión eterna que fue su existencia, a aquel trekking hacia ninguna parte. «¡Deprisa, nos esperan!», dicen que dijo en su lecho de muerte.

Otro gastasuelas empedernido fue Machado, nuestro Antonio Machado, más conocido entres sus pupilos como el Profesor Manchado, debido a sus aires desastrados y a la ceniza de los cigarrillos que decoraba su pechera. De las huellas de Machado, dueño de los octosílabos imborrables que abrían estos párrafos, quedan restos en Sevilla, Madrid, Soria, Baeza y Segovia. Y vale la pena perderse entre sus versos para redescubrir muchas de las rutas que, como la de la Laguna Negra, en plena Sierra de los Picos de Urbión,  sirvieron al poeta sevillano para ejercer de caminante cum laude.

Ilustración original del libro Milllones de pasos de Carolina Reymúndez. | CRÉDITO: Geoplaneta

Sigamos imaginando, por unos instantes, que la agencia de viajes de aventuras Rimbaud S.L. cuenta con otros monitores cualificados, cabos gastadores en activo y geniales maestros de la talla de Friedrich Nietzsche, Robert Louis Stevenson, Miguel Delibes, Laurie Lee, Ohashi Watari, Camilo José Cela, Joan Didion, Herman Hesse, Walter Benjamin, Robert Walser, John Keats, Antonio Muñoz Molina, Robert Frost, Octavio Paz, Anne Carson, Antonin Artaud, Henry David Thoreau, W. G. Sebald, Julio Ramón Ribeyro, Mario Vargas Llosa, David Le Breton o Mahatma Gandhi. Todos y cada uno de ellos han hecho camino al andar. Eso sí, en completa libertad y en vidas ligadas a los senderos y rutas de medio mundo.

«Cada vez queda menos para que llegue en día en que volveremos a caminar en completa libertad»

Carolina Reymúndez autora del libro Milllones de pasos, durante una caminata por las Torres del Paine, en Chile.

Y de todos y cada uno de ellos, y de alguno que otro más, se habla en Millones de pasos: caminar y contar, el libro de Carolina Reymúndez que acaba de publicar en España GeoPlaneta y que celebra ese mismo acto de andar en completa libertad a través de historias, crónicas y reflexiones. Pues como dice la autora, periodista especializada en viajes y fundadora de Viajes Libres: «No corro, camino. […] Camino para ver el cielo naranja de la tarde y para entrar en la noche urbana de persianas bajas y de departamentos con luces que me hacen sentir acompañada. Se escucha y se lee tanto sobre los millonarios en pesos y tan poco sobre los millonarios en pasos: caminar es una riqueza que no cambió. Las modas son otras y el vestir más blando, los pasos se conservan inalterables. Camino para salir y para entrar. Camino para aceptar. Camino antes de escribir y después de escribir. Camino para entender. Camino para hacer planes y porque es un buen plan».

Porque tan sólo una cosa tenemos asegurada en estos tiempos de confusión, pandemia y confinamiento generalizado: cada vez queda menos para que llegue en día en que volveremos a caminar en completa libertad.

Y hasta ese momento, hagamos que la lectura se convierta en un precalentamiento.

Es sencillo. Basta con abrir un libro.

Para echar a andar con la imaginación… ¿Por qué no empezamos con el de Carolina Reymúndez?



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