En el templo budista Wat Jak Daeng, ubicado en la isla artificial de Bang Kachao, conocida como pulmón verde de Bangkok, los monjes lucen túnicas anaranjadas fabricadas con telas confeccionadas con botellas de plástico y otros materiales reciclados. Esta comunidad, rodeada de una frondosa vegetación debido a las medidas medioambientales que protegen el entorno, cuenta con el apoyo económico de grandes empresas y el patronazgo de la Casa Real de Tailandia.
Según un artículo de la revista Science, Tailandia es el sexto país que más plástico tira al mar después de China, Indonesia, Filipinas, Vietnam y Sri Lanka, países donde el rápido crecimiento económico ha disparado el consumo y la producción de residuos.
El estudio, dirigido por la profesora Jenna R. Jambeck, estima que Tailandia desecha cada año al mar entre 150.000 y 410.000 toneladas de plástico, del total mundial que asciende a entre 4,8 y 12,7 toneladas anuales.
Desde hace meses, las autoridades tailandesas han iniciado una serie de medidas e impulsado políticas medioambientales para tratar de reducir el consumo de plástico no reciclable en el país.


Cómo se hacen las túnicas
Una de las iniciativas que más curiosidad ha despertado es la desarrollada por los monjes de Wat Jak Daeng. Hacen falta unas 30 botellas de plástico PET (Tereftalato de polietileno) de litro y medio para confeccionar una túnica, que se compone de entre un 30% o 35% de materiales reciclados, mientras el resto corresponde al algodón y otros elementos, apunta el religioso budista Thipakorn, bonzo del Wat Jak Daeng, y uno de los impulsores de la iniciativa.
«No hay una gran diferencia de comodidad entre las túnicas. Yo mismo visto una prenda de plástico reciclado y son muy similares a las tradicionales«, apunta el monje Thipakorn.
Trabajadoras y voluntarias en el templo se encargan de recortar y zurcir los patrones para confeccionar las prendas. «Hasta la fecha hemos fabricado unas 200 túnicas«, señala el bonzo.
Los residuos seleccionados son enviados a una planta de reciclaje asociada que a su vez les envía de vuelta las telas elaboradas con los plásticos. Parte de las vestiduras se entregan a los religiosos internos en el templo, mientras otra parte son puestas a la venta para que los fieles que se acerquen al santuario puedan adquirirlas y donarlas al monasterio.
Además de las prendas, el templo Wat Jak Daeng también reutiliza las tapas y etiquetas de las botellas de plástico para producir sillas y otros productos y así predicar con el ejemplo en la lucha contra el consumo excesivo de plástico.
