De un río como el Nilo y una civilización como la egipcia, de donde nos llegan las noticias de más larga data sobre la construcción de grandes represas para almacenar agua potable (hace unos cinco mil años) y el riego por cuencas (en el 3.300 a.d.C.), también recibió España una donación como es el Templo de Debod. Emplazado en el Parque del Oeste de Madrid, este es uno de los cinco bienes que Egipto donó a los gobiernos que colaboraron en las tareas de rescate arquitectónico del valle que se inundaría para construir la presa de Asuán, en 1954, con las condiciones que la UNESCO estableció. A saber: que los restos se ubicasen en el interior de museos o centros científicos, que esos centros estuviesen abiertos al público y que se tomaran las medidas necesarias para su permanente conservación.
Durante años, para la población madrileña, el Templo de Debod ha sido apenas un mirador para esperar las puestas de sol sobre la Casa de Campo y, para los visitantes, ese paisaje insospechado, a pocos metros del Palacio Real. Sin embargo, hoy vuelve al centro del debate, cuando los expertos hablan de la necesidad de poner bajo techo las piedras milenarias para protegerlas de un deterioro que ya es evidente. Entre las razones de preocupación, la arqueóloga Alicia Torija detalla, en una entrevista con El Ágora. Diario del agua, los factores ambientales, como la humedad, pues “el volumen de lluvia de Madrid no tiene nada que ver con el de Egipto (la diferencia con Asuán es abrumadora: 456 mm anuales en Madrid contra 10 mm, en Asuán)”, lo que ha provocado la aparición de goteras y grietas o líquenes, y la pérdida de la pátina de la piedra. “Los últimos factores ambientales que están azotando a Debod son la contaminación y el viento, los cuales, poco a poco, ensucian y erosionan su fachada”, añade Torija, profesora, investigadora y miembro de la asociación Madrid Ciudadanía y Patrimonio.
“El aire de Nubia es muy seco, con una temperatura media de 42ºC y máximas de 51ºC, mientras que Madrid tiene un clima más frío y muchos cambios bruscos de temperatura. Pero, además, el Templo de Debod está situado sobre un sustrato inestable que causa tensiones en el edificio. Otros problemas estructurales vienen derivados de los materiales constructivos, tanto de los traídos de Nubia (que constituyen aproximadamente dos terceras partes del total), como los procedentes de las canteras salmantinas de Villamayor, utilizados para completar el edificio. Los bloques originales, hechos en arenisca, ya presentaban una mala conservación cuando llegaron y los bloques usados para rellenar son de peor calidad que los originales. Por ello, hay descamaciones, vetas, roturas, grietas y fisuras”, enumera la especialista en Historia Antigua.


A estos factores ambientales se agrega la huella humana, por las visitas, las escenografías de las representaciones teatrales o los grafitis; o los que provocan la nidificación de pájaros en sus oquedades y otros animales. Explica Torija: “Durante mucho tiempo, se ha dicho que era necesaria una cubierta para esta joya arquitectónica, pero la realidad es que no se hizo nada, ni por la cubierta, ni por los estudios de público, ni por medir de manera científica los riesgos, porque siempre se interponía ‘la cuestión económica’. La comunidad científica se manifestó por escrito en un documento firmado por 120 profesionales que, ya en 2006, pedía medidas urgentes”.
«UNESCO puso como condición a los países que recibieran los templos en donación que estos se ubicasen en el interior de museos o centros científicos, que esos centros estuviesen abiertos al público y que se tomaran las medidas necesarias para su permanente conservación»
Pero, volvamos al principio, al año 1954, cuando se tomó la decisión de construir la gran presa que inundaría el valle del Alto Nilo (hasta las cataratas de Dal en Sudán) y al llamado de la UNESCO de 1960 para salvaguardar los monumentos de Nubia, con las consecuentes excavaciones arqueológicas y el desplazamiento de una serie de templos hacia puntos más elevados, entre ellos, los de Abu Simbel y de Philae. Aquella campaña “acabó en la primavera 1980 y conoció un éxito espectacular”, en palabras de Torija, porque “más de veinte templos corrían el riesgo de verse totalmente anegados”. Sobre la historia completa, consultamos a la experta:
Pregunta: En su opinión, ¿qué se hizo bien y qué se hizo mal en aquel proceso?
Respuesta: Creo que se hizo todo lo bien que se podía hacer en la época. Fue y es, a día de hoy, un hito de colaboración; se protegió la cultura sin descuidar el desarrollo. Sería algo similar a cuando se encara una obra civil en la actualidad, que tiene impacto ambiental, y para la que se pide un informe patrimonial. Pues hoy está desapareciendo de algunas legislaciones el requisito de los informes patrimoniales y, así, desaparecen yacimientos arqueológicos.
P: ¿Cómo se manejaría hoy una obra de ingeniería como la de Asuán y, al mismo tiempo, un rescate arqueológico digno de esos restos?
R: Se hizo con buenos criterios, se buscó a los mejores expertos y no se escatimó en gastos… ojalá se hiciera siempre así. Una cosa importante es que allí se respetaron los tiempos, porque un rescate de estas características no se concreta de un día para otro, y en la actualidad la mayoría de las obras de ingeniería han comprometido unos plazos de entrega (lo mismo para el AVE que para una radial de pago) y lo han hecho sin contar con que atravesar un territorio es atravesar su historia y que allí permanece un legado que no nos podemos cargar. Aunque hay tecnologías que se han superado, todo lo que se hizo entonces constituye la referencia que seguimos usando. De hecho, yo la he puesto de ejemplo frente a administraciones, cuando argumentan que unos restos no se pueden salvar o trasladar.
“Otros problemas estructurales vienen derivados de los materiales constructivos, tanto de los traídos de Nubia, como los procedentes de las canteras salmantinas de Villamayor, que son de peor calidad que los originales”
P: ¿Es verdad que Debod ha sufrido más deterioro que los otros templos, trasladados en la misma época a otros países?
R: Hace 50 años, el panorama y la sensibilidad en asuntos como la restauración y la conservación en España hicieron que, debido a sus dimensiones, resultase difícil emplazarlo en un museo y se decidió situarlo al aire libre. Pasaba así a considerarse como un monumento urbano con un tratamiento similar al de otros monumentos de la ciudad y no como un objeto museístico protegido permanentemente por una institución. Ya en 1970, el Instituto de Conservación (actual Instituto de Patrimonio Cultural de España) presentó un informe donde se indicaba el mal estado de conservación de la piedra y la necesidad de establecer un programa de intervención. Y, sí, es verdad: es el único de los templos fuera de Egipto que ha sufrido este maltrato.
P: ¿En qué consiste el proyecto de Madrid para garantizar mejores condiciones de conservación de Debod?
R: Por fortuna, en los últimos cuatro años se iniciaron estudios rigurosos y científicos, generando toda una batería de información necesaria para acometer la protección de una manera integral, desde estudios petrológicos y de georadar, hasta la climatización y la reorientación en el flujo de visitantes, pasando por la monitorización medioambiental y, además, unas jornadas técnicas que fueron modélicas en la diversidad de profesionales que revisaron la problemática. Contamos, asimismo, con la proposición aprobada recientemente –hace menos de un mes- en el pleno del Ayuntamiento de Madrid (aunque no sea de obligado cumplimiento) sobre la posibilidad de hacer un Plan Director que permita abordar conjuntamente el conocimiento, la conservación, la difusión, el uso y disfrute del Templo… un plan que continúe con el monitoreo y que solicite nuevos informes sobre restauración y conservación al IPCE (Instituto de Patrimonio Cultural de España), pero que, en paralelo, se trabaje en un concurso de ideas para cubrir el bien. No hay tiempo que perder. Nuestro deseo es que esto se haga no sobre el papel sino que aparezca en los presupuestos.
«El aire de Nubia es muy seco, con una temperatura media de 42ºC, mientras que Madrid tiene un clima más frío y muchos cambios de temperatura»
P: Por último, ¿qué nos cuenta de la cultura egipcia y de su época el Templo de Debod?
R: Su historia data del siglo II a.d. C., cuando el rey de Meroe, Adijalaman, construyó una pequeña capilla, al sur de Egipto, en honor a Amón (padre de todos los dioses) y posteriormente también a Isis. Este santuario se amplió con nuevas estancias durante el reinado ptolemaico, para culminarse bajo la hegemonía del Imperio Romano, con Augusto, Tiberio y Adriano. El Templo de Debod, que puede funcionar como una máquina del tiempo, debió de formar parte de una ruta sagrada para los peregrinos que acudían hasta el gran centro religioso dedicado a la diosa Isis, en la isla de Filé.
Cuenta, asimismo, con una activa participación en defensa del patrimonio desde sus puestos como vicepresidenta de Madrid Ciudadanía y Patrimonio (MCyP) y como secretaria de la Asociación Madrileña de Trabajadores y Trabajadoras en Arqueología (AMTTA).
