El Sella rema contracorriente para vencer al coronavirus

El Sella rema contracorriente para vencer al coronavirus

El Sella rema contracorriente para vencer al coronavirus

Muchas actividades de aventura como el descenso del río Sella se han visto afectadas por la llegada del coronavirus. Ante este desafío, las empresas que organizan estas experiencias se han puesto manos a la obra y en tiempo récord han adaptado sus instalaciones para blindar sus negocios y, ante todo, ofrecer la máxima seguridad


Carlos de Pablo
Madrid | 7 agosto, 2020

Tiempo de lectura: 6 min



Asturias es una tierra llena de rincones cuidadosamente esculpidos por la naturaleza, donde lo urbano parece estar mimetizado en un entorno completamente dominado por los colores verdosos y azulados de los árboles y ríos. Por tanto, hablar de Asturias es hablar de los Picos de Europa, de los lagos de Covadonga y, sobre todo, del Río Sella.

En concreto, sobre este último emplazamiento tiene lugar una de las actividades deportivas más emblemáticas del principado que, de forma ininterrumpida desde 1944, ha congregado a miles de turistas y curiosos que se lanzaban a conocer Asturias desde un punto de vista que más bien es un privilegio.

El Descenso Internacional del Sella inció su andadura en 1930 y solo se vio interrumpido entre 1936 y 1943 a causa de la Guerra Civil Española y la Posguerra

Hablamos del Descenso Internacional del Sella, una actividad que, por azar del destino, un cielo encapotado en forma de coronavirus impedía su realización este año, a pesar de los esfuerzos de la organización por aplazarlo.

“Nos duele en el alma, pero siguiendo las indicaciones sanitarias y por responsabilidad, estamos en la obligación de suspender todas nuestras actividades apelando así a la prudencia de todos los selleros y amantes de les Piragües en estos días”, ha expuesto el Comité Organizador del Descenso Internacional del Sella (CODIS) en un comunicado.

Sin embargo, que este evento internacional posponga su realización precaución no descarta la posibilidad de que nosotros, como turistas o aficionados, no podamos disfrutar las vistas, la diversión y, en definitiva, de la experiencia que ofrece esta actividad.

De hecho, aquellas empresas que organizan este tipo de recorridos están más concienciadas que nunca y, por ello, incluso antes de que dicen comienzo las primeras fases de la desescalada, se lanzaron a la aventura de aclimatar su negocio a una nueva normalidad que apuntaba a ser un verdadero desafío.

“El trabajo y la anticipación han sido claves en el negocio. Nosotros, desde antes del inicio de la desescalada, nos informamos para establecer unos protocolos que garantizase la seguridad de nuestros clientes en todo momento, por ejemplo, mediante la adquisición de mascarillas que están incluidas dentro del precio porque son obligatorias”, comenta a El Ágora, Alberto García, gerente de Jaire Aventura, una empresa que realiza todo tipo de actividades en este entorno natural.

Coronavirus, ríos y embalses

De acuerdo con un informe elaborado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) señala que existen estudios enfocados en otros coronavirus con características similares al SARS-CoV-2 que demuestran que este tipo de patógenos son temporalmente infecciosos en ambientes naturales de agua dulce, incluidos lagos y arroyos.

No obstante, su supervivencia depende en gran medida de las características del agua (pudiendo sobrevivir 10 días en un agua a 23 grados), el nivel de materia orgánica, así como la presencia de bacterias antagonistas.

Dado el número de variables que pueden afectar al virus, el CSIC concluye que en el agua de ríos, lagos y pozas remansadas de agua dulce y no tratadas la supervivencia del SARS-CoV-2 es muy probablemente superior a la que se produce en piscinas y en el agua salada, por lo que deben extremarse las medidas de precaución.

“En particular, se debe de prestar especial atención a las pequeñas pozas de agua dulce remansada que pueden ser frecuentadas por un elevado número de bañistas que puede dar lugar a una posible acumulación del virus. Estos medios acuáticos son los más desaconsejables para uso recreativo frente a otras alternativas”, comenta el CSIC.

Por este motivo, las empresas que realicen su negocio alrededor de estos entornos deberán extremar las precauciones, limitando los aforos y evitando la llegada de personas que sean posibles portadoras del virus.

Él se define como un auténtico trabajador, y no es para menos, pues nos asegura que ha tenido que realizar una enorme inversión, en términos de tiempo y dinero, para poder adaptarse a esta nueva normalidad que se presenta como un auténtico desafío para su sector.

“Aquí trabajamos de lunes a lunes para poder sacar hacia delante este negocio porque, al final, nosotros debemos rendir al término de mes unas cuentas que ni el mismísimo coronavirus puede aplazar y eso también lo tenemos en mente”, asegura Alberto García.

Esta adaptación al negocio le ha costado a Alberto 20 trabajadores menos dentro de su plantilla, sobre todo, por la limitación de espacio y horarios

Gracias a ese esfuerzo, sus instalaciones cuentan ahora con todo tipo de herramientas y procedimientos para mantener a raya a este virus, empezando por las mamparas que dividen y protegen al personal, los numerosos dispensadores de gel hidroalcohólico repartidos por todas las instalaciones y las mascarillas que se entregan durante el recibimiento de los clientes.

“En la entrada de las instalaciones tenemos a nuestra disposición una alfombra con hipoclorito de sodio, que funciona como desinfectante, para dar seguridad a los usuarios y evitar la entrada del virus a través del suelo”, comenta.

Pero, sin duda, una de las mayores piezas de tecnología de las que dispone la entrada su negocio es la cámara térmica que, en el caso de detectar temperaturas inusuales, avisa a los responsables, que establecerán las medidas oportunas.

“No se trata de una cámara barata, precisamente”, nos explica Alberto, que, entre risas, nos adelanta que no posee ningún tipo de reconocimiento facial en su interior. “Tan solo mide la temperatura de los clientes como una medida más de precaución”.

Una de las cámaras analiza las temperaturas de los clientes que llegan al establecimiento | Foto: Jaire Aventura

Junto a esto, también señala que disponen de generadores de ozono homologados que, aunque no se halla confirmado su efectividad contra el coronavirus, señala que son perfectos ayudantes a la hora de eliminar los malos olores y desinfectar espacios cerrados.

“Estos los utilizamos, sobre todo, en las furgonetas y autobuses que utilizamos para transportar a las personas y el material a los puntos de acceso de cada actividad”.

Lo sorprendente es que todas estas medidas se toman íntegramente antes de llevar a cabo cualquier actividad. De hecho, una vez seleccionado la experiencia con la que queremos disfrutar, nos encontramos con un segundo bloque de seguridad que nos separa, una vez más, de las garras del coronavirus.

En el caso del descenso en canoa por el Sella, Alberto nos informa que todos los clientes tienen asignados una franja horaria y un número de identificación para evitar las posibles aglomeraciones tanto dentro del agua como fuera, así como evitar que coincidan personas que no hayan tenido contacto nunca.

“También hemos suprimido los picnics que ofrecíamos a los clientes para evitar posibles riesgos que pensamos que se podían dar al compartir la comida entre unos y otros. Es una pena porque este servicio siempre lo hemos brindado a los clientes, pero la situación requiere que lo suprimamos por un tiempo”.

Sin duda, lo más importante en este sentido es la desinfección de los equipos: “De nuevo debemos eliminar cualquier rastro de virus con los geles y las soluciones dictadas para tal fin por el Ministerio de Sanidad de los equipos utilizados, como los remos y las canoas. Esto siempre lo hacemos una vez finalizada la experiencia”.

Ribadesella es la última de las localidades por las que transcurre el descenso

“Asimismo, los neoprenos, que previamente se identifican, se desinfectan en dos fases. En la primera se hace uso del hipoclorito de sodio y, después, se lavan a una temperatura entre los 60 y 90 grados centígrados. Con esto nos aseguramos de que estén totalmente libres de virus para una siguiente puesta”.

Gracias a todo este cumulo de medidas, Alberto asegura que los clientes que han visitado sus instalaciones y han contratado sus servicios se han encontrado cómodos en todo momento, y lo que es más importante, seguros.

“En teoría, todas estas medidas funcionan. En la práctica, debemos admitir que lo hagan al 90%. Alguna vez nos hemos encontrado con gente que se niega a llevar puesta la mascarilla o que no se presenta a la hora acordada, pero son casos aislados. Sin embargo, en la mayoría de veces, los clientes salen satisfechos y son responsables con lo que hacen, del mismo modo que nosotros lo estamos”.

Con todo esto encima de la mesa, Alberto solo espera terminar esta temporada de la mejor manera posible. Si bien es verdad que el coronavirus ha impulsado un turismo más anclado con lo rural y natural, nos adelanta que aún es pronto para decir lo mismo sobre esta clase de negocio.

En todo caso, queda demostrada la ambición del sector por seguir adelante. Ahora queda en nuestra mano por apostar por él y, por qué no, descubrir esos rincones naturales que parecen sacados de las mayores fantasías pero que, sin embargo, están al alcance de nuestra mano, esté o no el coronavirus entre nosotros.



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