La Abadía traslada su oferta teatral al salón de casa

La Abadía traslada su oferta teatral al salón de casa

La Abadía traslada su oferta teatral al salón de casa

Sea Wall y Esto es agua protagonizan #teatroconfinado, una iniciativa solidaria que pretende trasladar al hogar la experiencia de las artes escénicas en vivo y en directo


Milagros Martín-Lunas
Madrid | 24 abril, 2020

Tiempo de lectura: 4 min



La naturaleza transita ajena al drama. Sigue su curso, como si nada. Al tiempo que más de la mitad de la humanidad, probablemente el mayor depredador de la Tierra, se encuentra aislada para evitar una mayor propagación del virus, la primavera ha estallado en nuestras ventanas ajena al drama.

El COVID-19 ha eclipsado el bullicio metálico de las ciudades. Las bocinas y el estrépito de los motores han enmudecido dando paso a los trinos y gorgojeos de los pájaros, al tañer de las campanas y al repiqueteo de las hojas en los árboles.

Entre el teletrabajo, la intendencia y la vida hacia el interior, el ocio se aferra a nuestra rutina como única válvula de escape. Aunque los dirigentes desdeñen la necesidad y la importancia de la cultura, el ser humano la lleva pegada en la piel desde que el mundo es mundo, desde las cuevas de Altamira.

Encaramos el quinto fin de semana de confinamiento y las ofertas de ocio online se multiplican.  Para celebrar el Día Internacional de Teatro, el pasado 27 de marzo, el Teatro de la Abadía desarrolló lo que han bautizado como #teatroconfinado, una iniciativa que pretende trasladar al hogar la experiencia de las artes escénicas en vivo y en directo.

El monólogo de Simon Stephens, Sea Wall, resultó tal éxito que desde entonces cada fin de semana la Abadía amplia su oferta teatral en casa. «La Abadía apuesta por presentar espectáculos en vivo, trabajos profesionales retribuidos, con la intención de apoyar la labor de los artistas, uno de los colectivos más afectados por la crisis del Covid-19 y el cierre de los teatros que vive un momento crítico. Todas las funciones tienen un precio simbólico de cinco euros que las compañías donan a la iniciativa solidaria #yomecorono”, explican desde el gabinete de prensa.

De entre todas las ofertas destacan un par de ellas: Sea Wall y Esto es agua.

Cartel de la obra Sea Wall | Foto: Teatro de la Abadía

La primera se presenta como el monólogo de un hombre que se ha encerrado en su casa después de sufrir una tragedia. Se trata de un espectáculo destinado sólo a 10 espectadores que Nacho Aldeguer ha paseado durante un año por los escenarios del teatro alternativo.

Sea Wall rezuma un texto intimista que requiere mucha cercanía por eso, desde que surgió la idea, decidieron que se representaría ante muy poca gente. Sea Wall llega a los hogares de manera virtual y puede que, cuando recuperemos la normalidad, sea el primer paso para normalizar ofertas digitales para gente que no puede desplazarse al teatro por enfermedad.

El #teatroconfinado de La Abadía reúne a 20 espectadores a través de la aplicación Zoom. Al comprar las localidades, el público recibe un correo con las instrucciones y un enlace que le sienta directamente en la primera fila del escenario virtual.

Hay dos peces jóvenes nadando y sucede que se encuentran con un pez más viejo que viene en sentido contrario y que les saluda con la cabeza y dice “Buenos días, chicos. ¿Cómo está el agua? Y los dos peces jóvenes nadan un poco más y entonces uno de ellos se vuelve hacia el otro y dice “¿Qué diablos es el agua?”.

Así arranca Esto es agua de David Foster Wallace, otra de las ofertas que lleva desde el principio en el #teatroconfinado. Se trata de un texto que surgió del discurso que el autor pronunció para los alumnos que se graduaban en 2005 en la Universidad de Kenyon.

Israel Elejalde, intérprete de ‘Esto es agua’ | Foto: Teatro de la Abadía

Desde el salón de casa nos enfrentamos a una obra conmovedora, probablemente por la honradez con la que está escrita y gracias a las verdades que esconde entre sus palabras. Un alegato humanista, que desvela la lucha del individuo por aferrarse a la vida, incluso en las condiciones más adversas.

Esto es agua pulula por la realidad y pone el acento en palabras como solidaridad y empatía. Un discurso emotivo que sitúa al lector y al espectador en este caso frente a sí mismo para hacerle recapacitar y así descubra lo que en verdad importa. Un discurso muy oportuno en el momento que vivimos encerrados en los hogares.

La experiencia no deja de ser singular, puesto que de alguna manera como espectador también abres la puerta de tu hogar al resto del público. El espectáculo arranca, como todos, con los sucesivos repiques de campana que indican que la función está a punto de comenzar. Se levanta el telón virtual y desde la butaca nos topamos con Israel Elejalde enfocado junto a un vaso de agua cristalina, azul como el mar. Por delante queda una conferencia universitaria que removerá los cimientos de cada espectador confinado en tiempos de pandemia global.

No en vano las artes escénicas tienen la función de agitar conciencias y enfrentarnos con lo que somos, lo que fuimos y lo que queremos llegar a ser como seres humanos únicos, como seres que necesitan vivir en sociedad y en comunión con la naturaleza.


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