¿Qué ciudad podría emerger de los descampados? Esa es la pregunta que impulsó a una arquitecta a caminar por los terrenos baldíos de Madrid, prestándole atención a la vida que nace en esos “huecos” de los conglomerados urbanos y a nuestra representación de ellos. María Auxiliadora Gálvez iba al encuentro de algo que le diera una pista diferente a la que se podía imaginar frente al ordenador. Buscaba entre los olvidos contemporáneos otro hilo del que tirar para tejer o destejer nuevas respuestas urbanísticas, incluso nuevas preguntas humanas, a partir de lo no-humano (la flora, la fauna, el desecho). Esos dos años y medio de caminatas con un equipo –integrado por naturalistas, urbanistas y especialistas en ciencias sociales– han quedado recogidos en un libro de reciente aparición: Descampados (Ediciones Asimétricas).


La arquitecta recorrió esos lugares “donde la naturaleza se hibrida con los usos periurbanos, donde la ciudad empieza a ser puro campo y el campo deja de ser campo”
El plan necesitaba una flecha, un sentido, si acaso, un primer mapa de esos “lugares rotos”, como los llama Gálvez, por lo que decidieron recorrer esas aproximadamente 2.000 hectáreas que tienen como “espina dorsal” la M-40, la autovía de circunvalación de Madrid. Se trata de un corredor dibujado en torno a esa infraestructura de transporte y movilidad, que mantiene “la tensión precisa entre el núcleo urbano y el terreno más allá de la ciudad, donde la naturaleza se hibrida con los usos periurbanos, donde la ciudad empieza a ser puro campo y el campo deja de ser campo”, según se explica en las primeras páginas del libro.


Lo primero que descubrieron, según narra la arquitecta en diálogo con El Ágora, fue que “los no-humanos también diseñan”; lo segundo, que en esos grandes solares híbridos se generan “unas prácticas que en la ciudad humana no aparecían”. Esas prácticas desconocidas en los espacios convencionales de la ciudad contemplan acciones de “ecología cívica”, como huertas informales, corrales con animales de granja y hasta reservas inesperadas de biodiversidad: en algunos baldíos, ya el naturalista Javier Grijalbo había anotado la existencia de ejemplares incluidos en listas europeas de especies de flora en peligro de extinción, como la Cynara tournefortii o la Malvella sherardiana, entre otras, en las proximidades de Coslada.
Cada descubrimiento –una potencial revolución de los usos y costumbres de lo urbano– integra un capítulo de esta aproximación “somática” a lo urbano: “Somática es una ciudad que siente con los cuerpos que la habitan”, en palabras de la arquitecta.
Lo urbano campestre
¿Son los descampados el espejo en el que la ciudad no se quiere ver? “Aparecen aquí como contraimagen de la ciudad, espacios extraños en los que se percibe la degradación y la marginalidad, pero también su posible alternativa”, leemos entre las razones preliminares. En estos lugares, “los procesos urbanos se muestran sin tapujos”, frente a “la homogeneidad que domina la urbe contemporánea”. Allí se mantienen “usos espontáneos y expectativas de transformación”, se explica desde estas páginas.
“Estos lugares podrían ser vertebradores de la ciudad si se dispusieran para la producción de comida de proximidad, si se usaran para la depuración del agua o se convirtieran en un bosque”, detalla Gálvez. Pero también se abren a multitud de nuevos usos, que permitirían ampliar los límites de la imaginación.
Lo “potencial” es una de las marcas que los caracteriza porque, “una vez rotos los espejismos del crecimiento ilimitado, estos espacios no solo permanecen como desechos, sino también como espacios de socialización, placer o creatividad”, escribe Gálvez.
Con esta aventura por los descampados de Madrid, la arquitecta continuó con las exploraciones que, en 2013, pudimos conocer, a través de un artículo en la revista Constelaciones, de la Universidad San Pablo CEU, donde relataba las vivencias en una de las primeras ciudades-jardín construida por Bruno Taut. En la ciudad-jardín de Falkenberg, situada cerca de Berlín (proyectada por Taut entre 1913 y 1914), el arquitecto desarrollaba “un laboratorio para sus ideas relativas a la generación de una nueva sociedad”, porque ella posibilitaba testear los dos estímulos principales que él consideraba esenciales para una nueva ciudad y su organización social: “la diversión y el afán de comunidad”.
Un plan de acción para el diseño somático
Al margen de las caminatas y los encuentros furtivos con vecinos y usuarios habituales de los baldíos de Madrid, se celebraron, durante estos dos años, talleres que posibilitaron “prestar atención al propio organismo, a la cognición y el movimiento” en relación con esos entornos específicos. Además, Gálvez acercaba al terreno una serie de conceptos de teóricos de distintas épocas y geografías que dialogaban con el conocimiento generado al caminar y detenerse en los huecos. De ese aprendizaje surgieron los 10 puntos de la propuesta para diseñar la ciudad. A saber:
- Los procesos de sucesión ecológica fomentan una ciudad no basada y diseñada solo en la especie humana.
- Diseñar a partir de la sucesión ecológica fomenta el codiseño con el mundo más-que-humano y requiere atención y conocimiento de lo que ya está sucediendo en la ciudad. Desde lo más pequeño a lo territorial.
- Nuestro trabajo debe fomentar una ciudad interespecífica a través de la biointimidad y la conciencia de la co-constitución de cuerpos y entornos.
- Las diversas especies, infraestructuras, construcciones, el clima y los recursos tangibles como los intangibles configuran el ecosistema urbano en sus relaciones.
- No cambiaremos nuestra forma de diseñar la ciudad sin poner en crisis nuestros imaginarios corporales y específicos –los que tenemos como especie.
- La ciudad basada en esta agenda indaga en la realidad y la penetra hasta saber sus más recónditas posibilidades de transformación.
- Las construcciones e infraestructuras están al servicio de la vida, su fin no se agota en ellas mismas, deben crear sinergias.
- Cuerpos diversos de humanos y no humanos se alían, se mezclan, emergen libres, tienen voz. Nunca más hay incontados.
- El proceso de la vida y el diseño son una misma cosa.
- Yo devengo tú, contigo –seas quien seas– en esta ciudad somática.
El libro es, en fin, un ensayo sobre el campo urbano que, en este caso, no es un oxímoron, y abarca el compendio de experiencias –hecho de fotos y relatos– sobre el terreno, con valiosa bibliografía a consultar e inspiradores collages que firma la propia Gálvez.
