El final del verano anticipa el otoño con la presencia de la temida «gota fría», un fenómeno meteorológico asociado popularmente a lluvias torrenciales e inundaciones en la fachada mediterránea peninsular, un término superado por los modernos sistemas de predicción que prefieren hablar de DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos de la atmósfera)



En otoño, las noticias relativas a los temporales de lluvias, en ocasiones torrenciales, que sacuden la fachada mediterránea de la Península Ibérica son recurrentes y aparecen calificadas en los medios de comunicación y entre la sociedad como “gota fría”.
Sin embargo, esta expresión, “gota fría”, no es sino un “comodín meteorológico” a decir de los expertos del clima, que afirman que hoy por hoy es un término poco preciso e incompleto. Por ello, entienden que debe ser sustituido por otro más moderno, “elegante” y efectivo que explique la formación y evolución de estas perturbaciones de altura de forma simple y que se ajusten a la realidad observacional.
Por todo ello, se propone que el nombre de estas perturbaciones sea el de DANA, en vez de gota fría, al menos, a nivel técnico, según explica Francisco Martín León del Servicio de Técnicas de Análisis y Predicción de la Agencia Estatal de Meteorología.
La expresión gota fría viene del término alemán «kaltlufttropfen», cuya traducción aproximada es «gota de aire frío», que empezó a utilizar la escuela alemana de meteorología hacia 1886 para indicar que existe una depresión en las capas altas de la atmósfera, sin (o con débil) reflejo en superficie, en cuya parte central se encuentra el aire más frío.
Explicado de forma sucinta, una gota fría o DANA se debe a un embolsamiento de aire en capas altas de la atmósfera. Es el contacto de esas masas de aire frío con el aire cálido y cargado de humedad del Mediterráneo al final del verano lo que provoca episodios de intensas precipitaciones muy localizadas en el tiempo y en el lugar.
Redefinición de gota fría
Las nuevas formas de entender los procesos de la troposfera y las nuevas herramientas observacionales han hecho revisar y redefinir las ideas ligadas a estos embolsamientos aislados de aire frío en niveles superiores, explica Martín León.
Los técnicos creen que el término DANA es más acertado y realista que el de gota fría. “Somos consciente de que «la gota fría» es parte de la terminología popular, difícilmente desterrable del lenguaje coloquial. Sepamos, al menos, emplear este concepto correctamente, desde el punto de vista meteorológico y mediático, y no como elemento potencialmente amenazador”, añade el experto.
Por ello, lo correcto es expresar que ciertas regiones de la Península Ibérica están afectadas por una Depresión Aislada en Niveles Altos de la atmósfera, que en la jerga meteorológica se abrevia como DANA, con lo que estaríamos indicando que si bien en la parte de la atmósfera más cercana a la tierra, incluso hasta unos 4.500 a 5.000 metros aproximadamente, las condiciones atmosféricas son predominantemente estables, a partir de dicha altura aparece un foco de inestabilidad atmosférica acusado.
La gran diferencia respecto a otras situaciones, sería que cuando una borrasca o un frente de lluvias nos afecta se puede afirmar que toda la masa de aire que nos envuelve, hasta las capas más altas, están inestables. En cambio, con una gota fría o DANA la perturbación se localiza y aísla a partir de una altura determinada.
Pero entonces ¿qué provoca que estas situaciones traigan lluvias torrenciales? Debe haber un mecanismo en la atmósfera que desencadene la inestabilidad y no es otro que la llegada de aire húmedo a esas capas altas, el cual se enfriaría súbitamente al interaccionar con temperaturas de menos de -25 o incluso -35 ºC a unos 5.500 metros. La condensación de ingentes cantidades de vapor de agua produce nubosidad importante y con ellas las precipitaciones torrenciales.