Descubren el mecanismo de las mariposas para repeler el agua de lluvia

Descubren el mecanismo de las mariposas para repeler el agua de lluvia

Una reciente investigación ha analizado el mecanismo que poseen muchas superficies naturales, como el ala de las mariposas, para descubrir cómo son capaces de repeler el agua de la lluvia. En concreto, las mariposas combinan una estrategia de protuberancias y cera que reduce al máximo el contacto con el agua


Una simple lluvia, más allá del hecho de que puede mojarnos, no representa un problema para nosotros. Sin embargo, para los animales más pequeños, como los insectos, este fenómeno atmosférico puede desembocar en una de sus peores experiencias.

Esto se debe a que una gota de lluvia de un tamaño medio (unos dos milímetros) puede llegar a alcanzar una velocidad de 32 kilómetros por hora. Que un ser de unos pocos centímetros sea alcanzado por una gota de agua a esa velocidad puede suponer la diferencia entre la vida o la muerte.

Una cera similar a la de sus alas se utiliza para desarrollar productos hidrofóbicos, como los que se usan para recubrir las alas de los aviones o las lunas de los coches

”“Que una mariposa sea golpeada por una gota de agua puede definirse como uno de los sucesos más peligrosos para este animal. Es como si una pelota de golf cayese del cielo y nos golpease”, narra Sunghwan Jung, científico que ha estudiado este fenómeno.

Cabe destacar que el posible impacto que pueda generar una gota de agua no es el único problema. Sunghwan Jung explica en una reciente investigación que las gotas también provocan una desestabilización en el vuelo o su total incapacitación. Además, el agua de lluvia en constante roce con el cuerpo de los insectos puede disminuir la temperatura de estos seres, arrastrándolos al borde la hipertermia.

Por suerte, los insectos como las mariposas han logrado desarrollar un mecanismo de defensa, sobre todo en sus alas, que permite repeler al máximo el impacto de las gotas de agua.

En concreto, se trata de unas protuberancias microscópicas que se encuentran repartidas sobre toda la superficie de las alas. Cuando una gota cae, provoca que la superficie se ondule y los bultos exploten la gota en decenas de fragmentos que son más fáciles de repeler. Esto, unido a una pequeña capa de cera que envuelve las alas, ayuda a que las gotas estén el menor tiempo posible sobre las alas.

“Las protuberancias del ala convierten la superficie en una aguja. Cuando una gota de agua cae sobre el ala, las ondulaciones que provoca el impacto, junto a esos bultos, perforan la gota y la estallan en decenas de fragmentos que extienden el agua de inmediato y que, gracias a la cera, se repelen en segundos”, informa Sunghwan Jung.

 

Esta acción, que disminuye la cantidad de tiempo que la gota está en contacto con la superficie, también reduce la fuerza del impacto y, sobre todo, la transferencia de calor del cuerpo a la gota.

“Que un insecto pierda calor por la lluvia es demoledor porque necesitan conservar una cierta temperatura para poder volar en caso de emergencia.”, añade el científico.

Para descubrir este mecanismo de defensa, el científico junto a sus compañeros de equipo expusieron diferentes superficies vegetales y animales, como el ala de una mariposa, a distintas gotas de agua lanzadas a una altura de dos metros. Después, con una cámara de alta velocidad, se captaron todos los detalles para su posterior análisis

Anteriores estudios habían analizado el impacto del agua en este tipo de superficies, pero en ningún caso se realizó con las velocidades reales de las gotas de lluvia, por lo que esta investigación ha sido la primera en hacerlo.



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