¿Sabías que la naturaleza puede moldear rosquillas en la nieve?

¿Sabías que la naturaleza puede moldear rosquillas en la nieve?

Cuando la naturaleza es capaz de dar con la combinación de ingredientes perfecta, es capaz de elaborar la receta de las rosquillas de nieve, unas formaciones extraordinarias que en ocasiones pueden llegar a presentar diámetros de 70 centímetros


Los grandes desiertos que nos podemos encontrar al oeste de los Estados Unidos y las vastas llanuras heladas del Ártico tienen más elementos en común de los que podemos imaginar, incluso detalles tan característicos como las icónicas plantas rodadoras.

En el caso de los desiertos compuestos por tierra, las plantas denominadas estepicursores son las que, una vez maduras y secas, vagan por las llanuras ayudadas por la fuerza del viento, otorgando al paisaje de ese toque familiar a película americana  del oeste.

Restos rodante de una planta del género Salsola, un tipo de flora procedente de las estepas asiáticas que llegó a EEUU en el siglo XIX y ha colonizado el paisaje hasta convertirse en un elemento iconográfico del Oeste americano.

Sin embargo, y aunque nos resulte extraño, esas plantas rodantes tan propias del Oeste americano son una novedad en el paisaje. En realidad, son una flora invasora procedente de Rusia y que llegó en el siglo XIX. Los nativos americanos no la conocieron antes, y es para ellos tan ajena como el hombre blanco.

Los estepicursores, o la barrilla borde o almajo de jabonero, como también se los conoce, son plantas del género Salsola que tienen origen en las estepas euroasiáticas. Se cree que las primeras llegaron Estados Unidos en 1873 o 1874, en un cargamento de linaza contaminado con semillas de la especie invasora. Desde entonces han hecho su agosto en los paisajes americanos y en el imaginario colectivo, hasta el punto de que todos lo asociamos a los paisajes del Oeste.

Lo llamativo es descubrir que el agua y la meteorología pueden replicar estos fenómenos tan anclados en nuestra imaginación colectiva.

En el supuesto de las llanuras congeladas, la nieve es la encargada de replicar el efecto de los estepicursores mediante la creación de rollos o rosquillas de nieve que, según la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA) de los estados Unidos, “son un fenómeno de lo más extraordinario”.

Esto es porque para crear las rosquillas de nieve “se necesita una combinación perfecta de factores que tienen lugar en muy contadas ocasiones”, tal y como explica la NOAA. La receta para elaborar estas formaciones debe comenzar con la presencia de una capa ligera de nieve lo suficientemente húmeda y viscosa como para pegarse a sí misma, pero sin llegar a esa consistencia que le permita, a su vez, adherirse a un sustrato como el hielo.

Una vez conseguido este factor, el siguiente paso es añadir a la mezcla vientos con velocidades que ronden los 50 kilómetros por hora. Para la NOAA, esa fuerza sería suficiente para iniciar y mantener el proceso de formación de estas rosquillas sin llegar a romperlas.

Por último, aunque de manera opcional, la receta perfecta solo podría elaborarse si los rollos de nieve se sitúan en una pendiente descendente para que, con ayuda de la gravedad, puedan lograr a construirse con una forma casi perfecta.

“El resultado es una rosquilla de nieve con un diámetro de unos 40 centímetros, aunque, si las condiciones son propicias, pueden llegar a superar los 70 centímetros de diámetro. En cualquier caso, estos rollos de nieve son hallazgos únicos y raros en la naturaleza que son imposibles de replicar”, señala la NOAA.

Para Frank Barrow, profesor de meteorología en la Met Office en el Reino Unido, este proceso empieza cuando un pequeño cúmulo de nieve cerca de su punto de fusión empieza a rodar gracias a la fuerza de la gravedad y el viento.

“En este momento, el clima debe ser lo suficientemente soleado como para permitir que la capa superficial de la nieve llegue a un punto de humedad óptimo sin llegar al punto de que la nieve se derrita”, señaló en una entrevista para el diario The Telegraph.

A partir de ese momento, dependiendo de la fuerza del viento, la gravedad y la composición de la nieve, la naturaleza podrá esculpir rosquillas de mayor o menor tamaño. No obstante, cuanto mayor sea el tamaño, mayores serán las dificultades para continuar con el proceso ya que la nieve necesitará de mayor elasticidad para mantener la forma. En la mayoría de los casos, el viento termina por destruir las rosquillas llegados a un determinado tamaño.


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