Un río del Algarve portugués, retratado desde el cielo, ofrece una imagen idéntica a la de un estilizado dragón del imaginario chino. La foto ha dado la vuelta al mundo e impresionado a miles de personas. Lo que el usuario no suele ver es el paisaje torturado y de tierra quemada sobre la que fluye un río embalsado. Una fotografía bella, pero que no tiene nada de naturaleza virgen



Mirar la tierra desde el cielo es siempre un espectáculo. La mirada de halcón ofrece vistas insospechadas. La naturaleza sorprende con curvas y geometrías fractales, y la mano humana traza al lado líneas rectas que resaltan entre las formas orgánicas de la naturaleza.
En España, el naturalista de Doñana Héctor Garrido ha dejado imágenes impagables tomadas sobre la marisma por el movimiento del agua, y fuera de nuestras fronteras, autores como el húngaro Milan Radisics nos ha alumbrado con una nueva forma de contemplar la realidad, como hemos contado en las páginas de nuestro diario.
Una de las estampas aéreas que está dando que hablar en los últimos tiempos es la que el fotógrafo británico Steve Richards captó durante un vuelo que le conducía hasta Faro, en la vecina Portugal, en la región del Algarve.
A vista de pájaro, Richards captó la imagen de un dragón de rutilante color azul, similar a las estilizadas figuras del animal mitológico que estamos acostumbrados a ver en las representaciones artísticas chinas.


El dragón no es más que el curso del río Odeleite, un afluente del Guadiana portugués embalsado cerca del municipio de Castro Marim poco después de su nacimiento en la sierra de Caldeirao.
La forma que adopta la cola del pantano mientras atraviesa las lomas de esta comarca portuguesa que mira al Atlántico adquieren, al ser vistas de arriba, la inconfundible estampa de un dragón chino en escorzo vertical. La imagen de Richards muestra una larga y sinuosa cola rematada en una cabeza reptiliana, que corresponde al ensanchamiento del embalse cerca del muro de la presa.
Debate en redes sociales
La imagen de Richards ha dado mucho que hablar en redes sociales, blogs y otros medios digitales e incluso ha sido empezada a usar como reclamo turístico por las administraciones regionales. Recientemente ha tenido un resurgir en redes sociales, un medio que tiene la virtud de rescatar temas como si un Guadiana de cotilleos se tratara.
En realidad, la foto tiene una década de historia. Fue un 6 de junio de 2010 cuando Steve Richards subió la foto a su perfil en Flickr. Desde entonces, solo en ese canal ha generado casi 200.000 reacciones, al margen de los compartidos. Desde ahí, ha tenido vida propia y un desarrollo en otros medios. Culminando con esta semana por ejemplo, cuando un tuitero con cierto gancho la proponía incluso como imagen para la camiseta de la selección de fútbol de Portugal, esa misma que anoche empataba a cero con España luciendo una camiseta sin dragón… de momento.
Portugal x Inspirado en el Rio del Dragón Azul #JUEVESFANTASY #SEMANA7 @Cristiano @FutbolPortugal pic.twitter.com/FNgdsJs3m8
— niño diseñador de casacas (@nicsaa23) February 18, 2019
Solo en Flickr, Richards tienes cerca de 200.000 respuestas a su publicación, pero esta es una ínfima parte de la repercusión que la imagen ha tenido en los medio online de otros mundos. Otros han tratado de repetirla, y buena parte del debate reside sobre si esta es real o un trucaje.
Como muestran otros autores e incluso vídeos realizados, la situación es real. Dependiendo del volumen que tenga la lámina de agua embalsada del río la imagen del dragón se dibuja de forma más o menos nítida, pero esta es apreciable por cualquiera que sobrevuele la zona.
El autor de la primera toma ha respondido en sus redes a las dudas planteadas: «Para que quede constancia: esta es una fotografía de un lugar real que tomé en un vuelo de Cardiff a Faro. El color azul es del agua reflejando el cielo y las motas blancas son por supuesto las nubes. Los colores impactantes son gracias a que procesé la fotografía original a través de un Topaz Adjust 4″.
Ilusión y realidad
Al contraste de la foto contribuye la aridez del paisaje circundante. El interior del Algarve es una región que de forma natural es rica en vegetación, que prospera influida por los vientos cargados de húmedad oceánica. Pero la política forestal y el monocultivo de pinos y eucaliptos, estos últimos para la industria del papel, han convertido el terreno en un polvorín.
Desde hace décadas, la región lusa sufre el azote de incendios devastadores, que ha dejado laderas descarnadas sobre las en tiempos verdes colinas donde prosperaban bosques de encinas y alcornoques y riberas umbrosas pobladas por especies endémicas de Iberia como el loro (Prunus lusitanica) o el ojaranzo (Rhododendron ponticum), plantas fósiles relictos del Terciario y que aman el calor y la humedad.
Es sobre ese tapiz de colores ocres y de tierra quemada sobre el que se dibuja ahora el brillante el dragón de agua del río Odeleite.
Hay cientos de miles de personas que admiran esta imagen y que hacen comentarios que van desde lo estético a lo zen; de lo digital a lo espiritual, y de los videojuegos a lo místico. Sin embargo, a quienes amamos la naturaleza nos gustaría comentarles: No se fijen solo en el dragón azul. Miren también el torturado territorio del Algarve que lo rodea.
La cruda estampa de esa tierra herida por el fuego y el abandono rural es tan potente como la imagen del dragón mitológico. Y, a diferencia de él, esta es real y habla de erosión y pérdida de cobertura vegetal. Nos cuenta sobre una realidad actual y terrenal: el cuidado de un territorio del que dependemos y que ninguna imagen de Flickr o Instagram convertirá en bella, porque no lo es, realmente, sino que es la muestra de una pérdida irreparable de paisaje.
