España posee más de 1.800 espacios naturales protegidos, muchos de ellos catalogados como Parques Naturales. No obstante, no todos son iguales y, en ocasiones, nos topamos con algunos que nos dejan totalmente boquiabiertos. Desde El Ágora os mostramos 10 de los Parques Naturales más espectaculares



A veces no nos damos cuenta de lo que tenemos hasta que lo perdemos. Tantos años maltratando la naturaleza nos ha hecho comprender que, en realidad, lo que teníamos a nuestro alcance era un tesoro de valor incalculable y, tal vez por ese motivo, cada vez son más las personas que buscan estrechar sus lazos con ella por si alguna vez en este contexto de cambio climático no volvemos a tenerla de nuestro lado.
Por suerte, España es uno de los países que más ha interiorizado la defensa de su patrimonio natural, sobre todo durante los últimos años, en los que hemos pasado de presentar un 12% de territorio protegido a encabezar la lista de Europa en este sentido, con 12.659.849 hectáreas de espacios protegidos, es decir, un 18,5% de terreno total.
Para Daniel Calleja, director general de Medio Ambiente de la Comisión Europea, esto, además de un orgullo a nivel personal, es un auténtico privilegio ya que nos permite gozar de espacios naturales en cualquier lugar en el que estemos: “Están tan cerca de nosotros que incluso comparten en ocasiones territorio con los entornos urbanos”, destaca.
Ahora bien, cuando nos referimos a territorio protegido, ¿a qué hacemos alusión exactamente? Pues muy sencillo: a aquellos terrenos naturales que están registrados con la categoría jurídica más “básica y esencial” de protección, es decir, la de espacio natural protegido.
De acuerdo con la Ley 42/2007 de Patrimonio Natural y de la Biodiversidad, un espacio natural protegido será aquel territorio nacional terrestre o marítimo que contenga sistemas o elementos naturales representativos, singulares, frágiles, amenazados o de especial interés; o esté dedicado especialmente a la protección y el mantenimiento de la diversidad biológica, de la geodiversidad y de los recursos naturales y culturales asociados.
Según la ley, nos podemos encontrar con cinco tipos de espacios naturales: los parques (donde se incluyen los nacionales y naturales), reservas naturales, áreas marítimas protegidas, monumentos naturales y paisajes protegidos
Los Parques Naturales son la clasificación más común. Según la Ley española, estos parques son “áreas naturales, que, en razón a la belleza de sus paisajes, la representatividad de sus ecosistemas o la singularidad de su flora, de su fauna o de su diversidad geológica, incluidas sus formaciones geomorfológicas, poseen unos valores ecológicos, estéticos, educativos y científicos cuya conservación merece una atención preferente”.
A pesar de que todos ellos poseen un alto grado de belleza, al final, la impresión que causan algunos terminan por imponerse frente al resto. Por ese motivo, os presentamos a continuación 10 de los parques naturales más espectaculares de España:
Parque Nacional de Monfragüe (Cáceres)


Con 18.396 hectáreas, Monfragüe fue el primer espacio natural protegido de Extremadura que, tras varios años de lucha para evitar que las plantaciones de eucaliptos aterrazaran y eliminaran el matorral y bosque autóctono, se declaró Parque Natural en 1979.
Puede que sus paisajes escarpados, bosques y matorrales recuerden un poco al resto de espacios del Sistema Central. Sin embargo, en esta ocasión los ríos Tajo y Tiétar se encargan de encargan de transmitir unas sensaciones indescriptibles, como si estuviéramos visitando un lugar de película hasta ahora desconocido.
Junto a los sistemas fluviales, Monfragüe es célebre por ser un auténtico santuario para las aves, donde destacan las cigüeñas negras, buitres, alimoches y, por supuesto, el majestuoso águila imperial.
“Desde su área de uso público, una zona privilegiada como pocas, puede disfrutarse no solo de fauna en peligro de extinción sino también de paisajes y vegetación incomparables”, señala el Miteco.
Además de la categoría de Parque Nacional, son varias las figuras de protección que coexisten sobre este territorio. En 1991 fue declarado Zona de Especial Protección para las Aves, que se actualizó en el 2004 a la actual ZEPA. También es desde el 2003 una Reserva de la Biosfera.
Parque Natural Hoces del Río Duratón (Segovia)


El Parque Natural de las Hoces del río Duratón es un imponente bastión abarca 4.943 hectáreas en las que el río Duratón con paciencia ha esculpido un profundo cañón que, en algunos lugares, alcanza más de 100 metros de desnivel.
De hecho, son los relieves del lugar lo que realmente impresiona cuando nos asomamos a alguno de sus acantilados, que se bañan con el reflejo del agua al pasar.
Además de la geología, las Hoces son un paraíso para las aves rapaces, como los buitres leonados o los halcones peregrinos, además de ser el perfecto lugar para perderse éntrelos matorrales de rivera o, simplemente, entre las construcciones humanas pasadas, como la Ermita de la Calleja.
Parque Nacional Ordesa y Monte Perdido (Huesca)


Continuando con los paisajes de montaña, no podría faltar en esta lista el primer Parque Nacional nombrado como tal en nuestro país: Ordesa y Monte Perdido. Más tarde formaría parte de la Reserva de la Biosfera y de la red de Geoparques, y sería declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco
Domina su orografía el macizo de Monte Perdido (3.355 m), con las cimas de las Tres Sorores, desde donde derivan los valles de Ordesa, Pineta, Añisclo y Escuaín. Las diferentes alturas, además, ha impulsado su elevado contraste entre las zonas áridas más altas con las zonas boscosas y verdes de las partes más bajas.
Entre la fauna destaca el quebrantahuesos y el águila real, además de las especies de anfibios amenazadas, como el tritón o el desmán. El agua también forma uno de los grandes patrimonios del lugar: la cola de caballo, un tesoro que el cambio climático está decidido a extinguir.
Por otro lado, este territorio encierra otras áreas de igual valor ecológico, como son los valles de Añisclo, Escuaín y Pineta, así como las alturas del Monte Perdido, donde se encuentran vastos desiertos de altura en los que reinan las ventiscas, la nieve, la roca desnuda y los restos glaciares.
Parque Natural Cabo de Creus (Girona)


Al norte de la Costa Brava se encuentra uno de los tesoros naturales de la provincia de Girona: el Cabo de Creus, un espacio de enorme riqueza biológica y paisajística que lo condujeron a ser catalogado como el primer parque marítimo-terrestre del país.
“Fue creado gracias a una ley de 1998, mediante la que se protege la península del Cabo de Creus (unas 11.000 hectáreas) y su entorno marino (unas 3.000 hectáreas)”, señala la Generalitat de Cataluña.
Las aves son las especies más destacadas del lugar, ya que hablamos de un parque que comparte territorio con el mar mediterráneo. En los acantilados se puede observar el águila perdicera, el halcón peregrino o el búho real entremezclados con aves marinas, como el cormorán moñudo.
Precisamente su cercanía al medio marino ha propiciado el florecimiento del Seseli farrenyi, una hierba perenne en peligro, según la IUCN, ya que solo crece en ese lugar en el mundo.
A parte de esta riqueza biológica, el parque no defrauda por sus impresionantes acantilados erosionados por el viento y la sal del Mediterráneo que, en muchos casos, se intercalan con pequeños islotes que hacen que la visita sea “irrepetible”, tal y como declaró el pintor Salvador Dalí.
Parque natural de las Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias (Asturias)


En el norte de la Península, en ese lugar privilegiado donde montaña y océano permanecen unidos en armonía, se encuentra el Parque Natural de las Fuentes de Narcea, una región de más de 45000 hectáreas donde las montañas no tienen nada que envidiar a esos paisajes mostrados en algunos largometrajes como el Señor de los Anillos.
“Inmerso en el corazón de la cordillera Cantábrica, el parque se configura como una sucesión de sierras y valles compuestos de profundos contrastes. Cabe recordar que el pico más alto, el Miravalles, se encuentra a 1.969 metros con respecto del nivel del mar, mientras que el más bajo está a 600 metros”, reza la red ambiental de Asturias.
Precisamente esto ha condicionado que exista un amplio abanico de especies vegetales y animales que se han adaptado a los distintos terrenos del lugar. Aunque uno de los principales atractivos del lugar son las innumerables gargantas y riachuelos que tejen este territorio y dan vida al río que ofrece el nombre al parque.
Parque Natural de Somiedo (Asturias)


Muy cerquita de las Fuentes de Narcea, Asturias acoge otro de sus muchos rincones naturales sin parangón. Esta vez se trata del Parque Natural de Somiedo que con 29.000 hectáreas fue el primer parque asturiano declarado como tal en 1988 y, posteriormente, su riqueza lo introdujo en la lista de espacios pertenecientes a la Reserva de la Biosfera.
Del mismo modo que en otros espacios con amplias diferencias geográficas, la vegetación y fauna se muestra variada en función de la altura en la que nos encontremos, aunque no por ello no deja de ser un hecho relevante, ya que entre sus laderas y valles se pueden ver algunas de las especies más emblemáticas del país y a la vez amenazadas, como el urogallo o los osos pardos.
Somiedo además sobresale por su patrimonio histórico ya que no solo podremos encontrar numerosas aldeas con arquitectura tradicional, sino también aquellos lugares donde nuestros antepasados más lejanos convivieron con la naturaleza.
Dentro de la cultura Somedana hay que destacar a los Vaqueiros de Alzada, un grupo étnico y cultural de Asturias cuya principal actividad es la ganadería que realizan dentro de estos valles durante casi todo el año.
Parque Nacional Garajonay (La Gomera)


Del mismo modo que la Península posee rincones naturales de ensueño, los sistemas insulares, y en este caso Canarias, también presumen de su increíble riqueza natural. Concretamente, la Gomera esconde en su interior el conocido Parque Nacional de Garajonay, que destaca principalmente por su inmenso bosque de lauirislva.
“Este bosque de laurisilva canaria ocupa una extensión de unas 4.000 hectáreas, lo que supone cerca de un 11% de la superficie total de la isla. Es un relicto de los bosques subtropicales que ocupaban buena parte de Europa y norte de África hace varios millones de años, por lo que Garajonay puede considerarse como un auténtico fósil viviente”, señala el gobierno local.
Gracias a este bosque, el Parque Nacional de Garajonay alberga unas 13 especies endémicas de fauna por kilómetro cuadrado, un dato excepcional en toda Europa, donde destacan la paloma rabiche y la paloma turqué.
Parque Nacional de Timanfaya (Lanzarote)


Para algunos tan solo será una estepa, pero lo que no saben realmente es que se encuentran ante el único parque nacional de la red española de carácter eminentemente geológico, tallado por unas erupciones volcánicas que ocurrieron tan solo 300 años atrás. ¿No os entra respeto por pensar que tal vez puedan repetirse en el presente?
Aunque apenas haya un manto de vegetación visible, precisamente por ese motivo sobresale el Timanfaya: “la extrema rugosidad de las formas y la variedad de colores presentes, rojos, pardos, ocres, negros y naranjas, junto a la silueta de los volcanes y la abrupta costa confieren al parque una extraordinaria belleza”, destaca el gobierno canario.
Parque Nacional de las Islas Atlánticas de Galicia (Pontevedra/La Coruña)


“Desde la ría de Arousa hasta la de Vigo se encadenan estas islas, emergiendo del océano y embelleciendo el paisaje marino con la magia de sus acantilados. En sus entrañas, en el fondo del mar, se guardan las más preciadas riquezas ecológicas de este Parque Nacional, custodiadas por los cañones de los antiguos buques aquí hundidos”.
Con estas palabras el Miteco describe el Parque Nacional de las Islas Atlánticas de Galicia, el único de su clase dentro de las fronteras gallegas. No es de extrañar, pues incluso diarios internacionales como The Guardian hayan clasificado sus playas -en este caso el arenal de Rodas- como las mejores del mundo por sus colores y calidad.
Además de los paisajes de ensueño, el parque destaca por acoger a un gran número de especies, como los 200 tipos de algas, aves marinas y moluscos que se encallan en las rocas.
Parque Nacional Archipiélago de Cabrera (Baleares)


Para demostrar que apenas no hay rincones españoles que no reluzcan por su belleza, esta lista se cierra con el parque del archipiélago de la Cabrera que, a poco más de una hora de navegación desde Mallorca, constituye el mejor exponente de ecosistemas insulares no alterados del Mediterráneo español, según el Miteco.
Uno de los principales atractivos ecológicos del lugar lo sustentan las praderas de Posidonia oceánica, en la que viven una gran variedad de especies que casi se pueden ver desde la superficie a través de las cristalinas aguas del lugar.
En tierra, en los ambientes costeros formados por acantilados e islotes, las aves marinas y las rapaces constituyen uno de los componentes más destacados del ecosistema: “A lo largo del año es posible ver en Cabrera especies como la gaviota patiamarilla, la gaviota de Audouin, el cormorán, el halcón o el águila pescadora”, señala el gobierno balear.
Junto a lo natural, conviven vestigios culturales de anteriores eras, como es el caso del castillo del siglo XIV, que preside majestuoso la entrada al puerto de Cabrera, y el faro de l’Enciola. Sus aguas, además, conservan los restos de numerosos barcos hundidos en época clásica.
Cerca del puerto, se encuentra el conjunto arqueológico del Pla de ses Figueres, donde se concentran los restos de una factoría de salazones de pescado, un taller de producción de púrpura y parte de lo que debía ser el cementerio de un monasterio de la antigüedad tardía, además de los restos del campamento de los prisioneros franceses de principios del siglo XIX.
