Desde 1953, los huracanes del Atlántico se denominan con nombres propios, con un listado de 21 letras de la A a la W. Es un sistema que permite distinguir unos de otros y comunicar a la población las alertas. En 2020, por segunda vez en la historia, el listado se ha acabado y habido que continuarlo con letras griegas



Katrina, Mitch, Sandy, Wilma… todos recordamos los nombres de huracanes del Atlántico que en los últimos años han causado graves daños en las costas de América. La cuestión es, ¿por qué tienen los huracanes nombre de persona?
El objetivo principal es la comunicación. Cuando se forman varios de estos sistemas de tormenta en tiempo muy próximo hay que encontrar un modo claro de llamarlos, para mejorar la comunicación entre los expertos que los estudian y también para lanzar mensajes de alerta y pronósticos de riesgo a la población en general.
Los huracanes son grandes tormentas que se forman sobre mares cálidos, alimentadas por el aire húmedo. Es tanta la energía que se libera en ellos que las nubes empiezan a girar sobre sí mismas y alcanzan velocidades de espanto.


Técnicamente son ciclones tropicales, es decir sistemas tormentosos que tienen una circulación cerrada alrededor de un centro de baja presión que produce fuertes vientos y lluvias copiosas. Los ciclones tropicales se generan en diversas partes del mundo. En Japón, China y Filipinas se los llama tifones; en los países bañados por el Índico se les denomina ciclón, y en al Atlántico se los conoce como huracán. Pero son el mismo fenómeno meteorológico.
Los primeros nombres
Los ciclones, tifones o huracanes afectan a amplias zonas del planeta y a decenas de estados. Hay 11 entidades meteorológicas o centros de alerta para ellos en países como EEUU, Australia, Nueva Zelanda, Indonesia, India, Japón o Madagascar. Todos comparten la costumbre actual de darles nombres propios de persona, pero esto no ha sido siempre así. Se atribuye a un meteorólogo australiano la primicia de ser el primero que dio oficialmente a los huracanes nombre personal a finales del siglo XIX, pero no trascendió de allí en aquel momento.
En Estados Unidos, por ejemplo, los huracanes se nombraban por sus coordenadas geográficas: la latitud y longitud en que se originaban. Esto daba como lugar un nombre técnico y frío, que además llevaba a veces a confusión. Si coincidían varios huracanes a la vez, había que nombrarlos con sus denominaciones numéricas. Era difícil de memorizar y resultaba poco práctico.
Durante la Segunda Guerra Mundial los militares americanos decidieron simplificar dándoles nombres de mujer, igual que hacían los marinos con sus barcos. Estos, en realidad, imitaban a los habitantes del Caribe, que durante mucho tiempo les había dado el nombre del santo del día en que surgían.
Finalmente, el Servicio Nacional de Meteorología de Estados Unidos adoptó la práctica de usar nombres de mujer en 1953. A a partir de 1979, se empezaron a usar también nombres masculinos.
Los huracanes de 2020
Estos son los nombres usados en la temporada de 2020 para nombrar los huracanes y tormentas tropicales en el Atlántico. Como ocurrió en 2005, los 21 nombres previsto con letras de la A a la W se han agotado y ha habido que recurrir a las letras del alfabeto griego. Todavía puede haber alguno más porque la temporada no ha terminado.
Arthur, Bertha, Cristobal, Dolly, Edouard, Fay, Gonzalo, Hanna, Isaias, Josephine, Kyle, Laura, Marco, Nana, Omar, Paulette, Rene, Sally, Teddy, Vicky, Wilfred / Alpha; Beta
La Organización Meteorológica Mundial (OMM), es el organismo encargado de registrar los nombres de los huracanes. Junto a la OMM, el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos (NHC) dependiente de la prestigiosa National Oceanic and Atmospheric Administration estadounidense es la entidad de referencia para el estudio de los huracanes en el Atlántico.


Los huracanes son bautizados de antemano. Hay una lista prevista de nombres para las tormentas tropicales y huracanes de cada año que se van usando de la A la W a medida que se van produciendo durante la temporada. Las letras U, Q, X, Y, Z están excluidas, porque no son de uso común en todos los países. De modo que la lista de cada año incluye 21 letras de la A a la W.
El orden va siguiendo el alfabeto y se alternan entre masculino y femenino.
El sistema de 21 letras es válido porque los huracanes no suelen pasar de 20 al año y las letras no se agotan. Solo en 2005 se acabó el alfabeto, con el tristemente famoso huracán Wilma, y hubo que empezar a nombrar a los siguientes huracanes de esa temporada de otro modo, con letras griegas.
Lo mismo ha ocurrido por segunda vez en la historia este año 2020, cuando tras el huracán Wilfred hemos visto formarse las tormentas Alpha y Beta. La primera de ellas, además, nació de forma inusual muy cerca de la Península y golpeó nuestro territorio, lo que ha hecho de 2020 un año especialmente llamativo por el número y carácter de los huracanes.
Una curiosidad es que los listados de nombres se pueden reutilizar a partir de seis años, con lo que la lista de 2020 es la misma que la de 2014. Hay excepciones: si el huracán es muy fuerte o causa un impacto llamativo, su nombre se retira. Es lo que ocurrió con Katrina en 2004 o Sandy en 2012, cuyos nombres no volverán a emplearse. La OMM es la entidad responsable de tomar esta decisión, que suele anunciar al comienzo del año siguiente.
Los ciclones tropicales se clasifican de acuerdo a la fuerza de sus vientos, mediante la escala de huracanes de Saffir-Simpson, que se basa en la velocidad del viento, los efectos del oleaje y las inundaciones. Los huracanes disipan su energía cuando dejan de surfear sobre agua caliente. Por eso pierden su fuerza al tocar tierra -no sin antes descargar con furia sobre la costa la energía que transportan- o cuando tocan aguas frías.
Los huracanes de Categoría 1 son los más débiles y los de Categoría 5 los más fuertes. Hay un paso previo a la categoría de huracán: se trata de la depresión tropical, un sistema organizado de nubes y tormentas eléctricas con una circulación cerrada y definida; y la tormenta tropical, más avanzada, que además de eso muestra la característica forma concéntrica de los ciclones.
