La huella hídrica: nuestra producción se paga con agua

La huella hídrica: nuestra producción se paga con agua

La necesidad por conocer la cantidad de agua que utilizábamos en las cadenas de producción condujo a la creación del concepto de huella hídrica, un indicador vital para preservar un recurso que promete ser escaso en el futuro


Muchas de las actividades que realizamos a lo largo de nuestras rutinas diarias, ya sea comer, darnos un baño o utilizar ropa, esconden bajo su fachada un precio en común que, aunque no lo parezca, se paga en agua. Es decir, poseen una huella hídrica.

Esta constante se debe a que la realización de esas tareas, o la utilización de elementos necesarios para poder llevarlas a cabo, precisa de manera directa o indirectamente que consumamos o contaminemos agua en mayor o menos medida. En el caso de la comida, se calcula que una sola naranja necesita 50 litros de agua para producirse, mientras que un pantalón vaquero convencional requiere de 8.000 litros.

Huella hídrica España
A pesar de la escasez de agua, España es el octavo país con la huella hídrica más elevada del mundo | Foto: El Ágora

A pesar de que parezcan cifras exageradas, la realidad es aún más pesimista. El motivo reside en que tradicionalmente el consumo y la contaminación del agua se han asociado con actividades específicas y casi en ningún caso sin tener en cuenta las posibles alteraciones sufridas que pueden surgir en el momento de la elaboración de un producto o durante su consumo. Por ejemplo, existen empresas que procuran que lleguen menos contaminantes a los ríos que otras, así como también hay personas que gastan más agua en ducharse que otras.

En este supuesto, el algodón puede servir como un perfecto ejemplo. Desde que se cultiva en el campo hasta que se elabora un producto derivado, la planta debe pasar por una serie de etapas de producción con diferentes impactos sobre los recursos hídricos que, en muchos casos, no tienen lugar en el país o región donde se cultiva o se vende su producto final. Esta consecuencia de la globalización ha desencadenado lo que desde la plataforma Red de Huella Hídrica (Water footprint Network) conocen como “una desconexión con el consumidor final”.

El Manual de Evaluación de la Huella Hídrica de la Red de Huella Hídrica está disponible aquí

“Como resultado de esa desconexión, los impactos hídricos finales de cualquier producto solo pueden valorarse mediante un análisis de la cadena de suministro y rastreando los orígenes del producto. De este modo no solo podremos conocer los impactos directos con la mayor exactitud, sino también los indirectos que se producen en cada etapa de elaboración”, señalan desde la plataforma.

De la necesidad de conocer los impactos de las cadenas de producción dentro de los recursos hídricos, Arjen Y. Hoekstra, experto en gestión del agua, acuñó en el 2002 el concepto de huella hídrica, un indicador que hace referencia al uso de agua dulce que los humanos consumen y contaminan en toda la cadena de producción de un producto.

“Para casi todos nuestros procesos de producción precisamos de agua dulce ya que todo el mundo tiene acceso a ella, a diferencia de la salada que, para que sea útil, debe pasar por unos procesos costosos de desalinización y solo está disponible cerca de las costas. De ahí que la huella hídrica se centre en la medición de agua dulce”, informan desde la plataforma de Red de Huella Hídrica.

“La huella hídrica, además, expresa la apropiación de agua dulce en términos de volumen, por lo que las cifras que se obtienen de las ecuaciones pueden ser útiles para medir la sostenibilidad de las cadenas de producción en base a la disponibilidad de agua dulce situadas en una determinada cuenca hidrográfica”, añaden desde la plataforma.

Distintas huellas hídricas

Ahora bien, del mismo modo que la huella hídrica diferencia el agua salada de la dulce, también es consciente de que no toda el agua dulce que tenemos a nuestra disposición se extrae y se aprovecha de la misma manera. Por este motivo, la plataforma reitera la existencia de tres tipos de huella hídrica en los procesos de producción.

Una de las más relevantes es la huella hídrica azul, que hace referencia al agua que se encuentra en la superficie o almacenada en los acuíferos. No obstante, la plataforma matiza y señala que también se considera el agua que se evapora durante su uso (por ejemplo, en un almacén), la que se incorpora a otros productos, y aquella que se extrae y se devuelve a otra zona de captación o en otro momento del año como un tipo de huella hídrica azul.

La huella hídrica verde, por su parte, se corresponde con ese agua que, precipitada en tierra, no inicia procesos de escorrentía o recarga acuíferos, pero que sí queda almacenada en las capas superiores del suelo de forma temporal. También está relacionada con la parte de precipitación que se evapora o transpira a través de las plantas.

“La huella hídrica verde es el volumen de agua de lluvia consumida durante un proceso de producción. Normalmente es relevante para la agricultura, ya que este sector en particular depende en gran medida de las precipitaciones, aunque también hagan uso de agua de superficie y, por lo tanto, se vea involucrado en la huella hídrica azul”, comentan desde la plataforma.

La distinción entre la huella hídrica azul y verde es importante desde el punto de vista de los impactos hidrológicos, ambientales y sociales. También hay que destacar que los costes de oportunidad por usar distintas fuentes de agua superficiales y subterráneas para la producción difieren de los impactos y costes del uso de agua de lluvia”, enfatizan.

Por último, diferencian la huella hídrica gris, que no es más que el grado de contaminación del agua dulce asociada al proceso de producción, y se refiere al volumen de agua requerida para asimilar y diluir los desechos sin que la calidad del agua se vea afectada más allá de los estándares de calidad.

“Cuando se emiten una carga muy alta de contaminantes puede suceder que la huella hídrica gris calculada exceda los parámetros del caudal del río analizado o flujo de agua subterránea. En este caso, la contaminación sobrepasa la capacidad de asimilación del cuerpo de agua receptor”.

“En este sentido, la utilización de estaciones depuradoras es vital para lograr que un menor número de contaminantes lleguen a los flujos de aguas y, por lo tanto, reducir el impacto en el ambiente. No obstante, esta responsabilidad también debe recaer sobre los emisores de contaminantes”.

Escalas de huella hídrica

Del mismo modo que la plataforma define tres distintos tipos de huella hídrica atendiendo a las fuentes de aprovechamiento y la contaminación del recurso, la plataforma realiza una distinción dependiendo de la escala o etapa del proceso de producción que se quiere analizar. No es lo mismo analizar la huella hídrica de un consumidor, de un producto o de un área geográfica.

Huella hídrica de un producto: esta se define como el volumen total de agua dulce utilizada directamente o indirectamente para producir un producto en concreto, teniendo en cuenta además la contaminación del agua en todas las etapas de la cadena de producción.

La huella hídrica de un consumidor es el volumen de agua consumido y contaminado por la producción de bienes y servicios empleados por los consumidores. La huella de un grupo de consumidores se halla sumando las huellas hídricas individuales de los consumidores.

Huella hídrica geográfica: este indicador expresa el volumen de agua dulce consumida y contaminada dentro de los límites de un área, como una provincia y una cuenca, previamente definida. Aquí entran en juego muchas variables, por lo que su cálculo es mucho más complejo.

“Gracias a estos parámetros, el concepto de huella hídrica difiere de las clásicas medidas, como la extracción de agua, transformando el indicador de Hoekstra en uno más amplio y preciso de cómo un consumidor o productor se relaciona con el uso de sistemas de agua dulce”.

Reducir nuestra huella hídrica

Según la plataforma, las huellas azules y grises en industrias y hogares pueden técnicamente llegar a reducirse al mínimo gracias al reciclado absoluto del agua. No obstante, en la práctica es muy difícil que esto ocurra incluso en durante los procesos más estrictos.

La huella hídrica no se puede evitar porque siempre existirán pérdidas de agua que no podrán ser subsanadas, sobre todo con respecto a la evaporación. La huella hídrica gris, además, presenta un mayor grado de dificultad para reducirse ya que existen actividades que, por propia eficiencia, deben general algún residuo, como la agricultura

Los humanos tenemos la oportunidad de reducir nuestra huella hídrica para preservar un recurso tan escaso como lo es el agua

“No obstante, estamos hablando de fracciones menores de pérdidas que, de todos modos, debemos conseguir si queremos llegar a la máxima eficiencia en el uso de un recurso que promete ser escaso en el futuro. La clave para llegar a ese punto será, en cualquier paso, el uso de nuevas tecnologías y cambios en la cadena de producción”.

Aun así, destacan que incluso en el caso de que se llegase al cero absoluto, entraríamos en errores pues el concepto de huella hídrica es relativamente nuevo con expectativas y ecuaciones que, en ocasiones, no se asemejan con la realidad.

“La huella hídrica no es más de un indicador relevante en el basto tema de la sostenibilidad, equidad y asignación y uso eficiente de recursos naturales. En este sentido, este indicador deberá complementarse con otros. Por ejemplo, al no ser una herramienta que comprenda las relaciones entre recursos naturales y sociedad, no abarca supuestos de inundaciones o deficiencias en las infraestructuras hídricas”.

En cualquier caso, desde la plataforma reiteran que existen una gran variedad de desafíos que tienen que pulir en un futuro próximo para responder a las cuestiones que los nuevos escenarios plantean. “Solo así podremos hacer del agua y de este concepto un bien de importancia para toda la humanidad”.



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