Los incendios y erupciones volcánicas pueden producir un tipo de nube llamada pirocúmulo, generada por las corrientes de aire ascendente llenas de vapor de agua y partículas creadas por el fuego



Un pirocúmulo es una nube con forma de cúmúlo que se produce debido al fuego o a la actividad volcánica. El origen de esta palabra nace de la unión del término griego pyro (fuego), con la palabra cúmulo, un tipo de nube con una forma muy característica, con una parte inferior ancha y plana y una superior con forma de cúpula que puede elevarse a gran altura. El pirocúmulo es un tipo de cúmulo muy denso formado por el fuego.
Los incendios forestales, al igual que las explosiones de un volcán, generan poderosas corrientes de aire ascendentes. Estas corrientes portan el agua evaporada por el incendio y, además, gran cantidad de partículas, restos de la materia vegetal que ha ardido o de material volcánico generado por la erupción.


Estas partículas funcionan como núcleos de condensación y sirven para crear, junto al vapor de agua, los cúmulos. Así pues, un pirocúmulo es una nube generada por una corriente de convección estimulada por el propio incendio y alimentada por el mismo.
Las personas que contemplan un pirocúmulo pueden creer que se trata del humo de la explosión o del fuego, pero en realidad es una nube que se forma justo encima de la zona en la que ha tenido lugar la explosión o que se encuentra ardiendo.
Los pirocúmulos, también llamados nubes de fuego debido a su origen, pueden llegar a formar tormentas, causando actividad eléctrica o incluso descargando precipitaciones. Esto ocurre sobre todo en latitudes subtropicales, donde las corrientes ascendentes tras un fuego pueden ser tan potentes que las nubes alcanzan el tamaño de cumulonimbos o nubes de tormenta,


Uno de los grandes peligros de este tipo de formaciones es que su actividad puede llegar a producir un nuevo incendio debido a los rayos. Aunque también hay ocasiones en las que el propio pirocúmulo puede llegar a generar lluvia.
Algunos ejemplos de pirocúmulos
Este tipo de nubes se pudieron observar durante el incendio que tuvo lugar en la isla de Gran Canaria durante el mes de agosto de 2019.


Otro caso llamativo también en España, fue el pirocúmulo, en este caso cargado además de materiales tóxicos, formado por un fuego en la localidad toledana de Seseña. El incendio de un cementerio de neumáticos hizo que la nube llevara gran cantidad de sustancias peligrosas para la salud y se tuvieron que desalojar ciertas zonas.
En mayo de 2016, un tremendo incendio forestal en Canadá generó un pirocúmulo de grandes dimensiones. El incendio de Fort MacMurray calcinó 100.000 hectáreas y arrasó la localidad canadiense, que tuvo que ser desalojada. Sobre la zona se formó un gran pirocúmulo cuya imagen dio la vuelta al mundo.
Otro caso extraordinario de pirocúmulo fue el que se formó tras la erupción del volcán Pinatubo en Filipinas en 1991. La nube llegó hasta la estratosfera, oscureció el cielo durante el día y causó precipitaciones de lluvia mezclada con cenizas y abundancia de rayos.


Las nubes llamadas hongos nucleares, como la que se formó tras la bomba atómica de Hiroshima, son una forma extraordinaria de pirocúmulo. La deflagración de una bomba atómica genera una nube de humo fruto de la explosión, pero lo que se observa después es una nube mucho más grande: es un pirocúmulo generado por el incendio causado por la bomba.
El hongo de Hiroshima se hizo tan grande debido a que durante horas ardió una ciudad entera construida mayoritariamente de madera.