Rehabilitar mil millones de hectáreas, mejorar el seguimiento de los datos y luchar contra la desertificación de forma proactiva son algunas de las 38 medidas a las que se han comprometido los países firmantes de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación



Los 196 países firmantes de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (UNCCD) se comprometieron el pasado viernes en Abiyán (Costa de Marfil) a impulsar la gestión sostenible del suelo terrestre. Este acuerdo se anunció durante la clausura de la decimoquinta sesión de la Conferencia de las Partes (COP15) que comenzó el 9 de mayo. «Estas cuestiones son cruciales para la humanidad. Así que, más allá de los términos técnicos y las discusiones, se trata realmente de la vida, se trata de nuestro bienestar», declaró este viernes el secretario ejecutivo de la UNCCD, Ibrahim Thiaw, en la rueda de prensa del cierre del foro.
«Y saber que el 40 % de la superficie terrestre del planeta ya está degradado por la actividad humana, creo que es una llamada a la acción», agregó Thiaw, al señalar que se negociaron una treintena de decisiones en una atmósfera «extremadamente positiva». «No sé si es el clima, si está ligado a la amabilidad de los marfileños o son las condiciones. Pero no hemos visto la hostilidad que suele haber en estas COP internacionales», aseguró el secretario ejecutivo, al enfatizar que, aunque todo el mundo ha defendido sus opiniones, no ha habido «mucha controversia».
Bajo el lema «Tierra. Vida. Legado: de la escasez a la prosperidad», la COP15 que ha buscado concretar las acciones para cumplir el compromiso de restaurar mil millones de hectáreas de tierras degradadas de aquí a 2030. La conferencia también ha abogado por impulsar la preparación, respuesta y resiliencia ante las sequías, proteger el uso de la tierra contra los impactos del cambio climático, hacer frente a los crecientes riesgos de catástrofe (como las tormentas de arena y polvo) y abordar la desertificación y la degradación de la tierra (motores de la migración forzada y el desplazamiento), entre otros.
Los acuerdos
Algunas de las medidas más importantes que se han acordado durante la COP15 es acelerar la restauración de mil millones de hectáreas de tierra degradada para 2030. Esto se acordó lograr mediante la mejora de la recopilación y el seguimiento de datos para monitorear el progreso de restauración de la tierra. Así como establecer un nuevo modelo de asociación para programas integrados de inversión en paisajes a gran escala.
Los países firmantes se comprometieron a impulsar la resiliencia a la sequía mediante la identificación de la expansión de las tierras secas, la mejora de las políticas nacionales y la alerta temprana, el seguimiento y la evaluación; aprender y compartir conocimientos; construir alianzas y coordinar acciones; y la movilización de financiación para la sequía. Se acordó establecer un Grupo de Trabajo Intergubernamental sobre Sequía para 2022-2024 para buscar posibles opciones, incluidos instrumentos de políticas globales y marcos de políticas regionales, para apoyar un cambio de una gestión de sequía reactiva a una proactiva.
A nivel humano se acordó abordar la migración y el desplazamiento forzados provocados por la desertificación y la degradación de la tierra. Esto se pretende conseguir mediante la creación de oportunidades sociales y económicas que aumenten la resiliencia rural y la estabilidad de los medios de subsistencia, y mediante la movilización de recursos, incluso de la diáspora, para proyectos de restauración de tierras. En esta vertiente se enfatizó la necesidad de mejorar la participación de las mujeres en la gestión de la tierra como facilitadores importantes para la restauración efectiva de la tierra.
En cuánto a las consecuencias inmediatas por la desertificación, se implementarán planes y políticas que incluyan la alerta temprana, la evaluación de riesgos y la mitigación de los eventos como tormentas de arena y polvo. Finalmente todas las partes se comprometieron a asegurar mayores sinergias entre las tres Convenciones de Río, incluidas las complementariedades en la implementación de estos tratados a través de soluciones basadas en la naturaleza y el establecimiento de objetivos a nivel nacional.
La degradación y el cambio climático
En este sentido, Thiaw destacó la correlación entre la gestión sostenible de la tierra y el clima, al recordar que hasta una cuarta parte de las emisiones internacionales de gases de efecto invernadero proceden del suelo. «Así que cuanto más degradamos la tierra, más gases de efecto invernadero aportamos y más contribuimos al fenómeno de la degradación, del cambio climático», subrayó.
Durante esta conferencia se ha adoptado también el denominado Llamamiento de Abiyán, emitido por los jefes de Estado y de Gobierno que asistieron a la cumbre, liderados por el anfitrión y presidente de Costa de Marfil, Alassane Ouattara, el 9 de mayo. El Llamamiento de Abiyán insta a dar la máxima prioridad al problema de la sequía y refuerza el compromiso de conseguir la neutralidad en la degradación de la tierra para 2030, lo que implica un mantenimiento estable o un aumento de la calidad de las tierras.
Igualmente, se firmó la Declaración de Abiyán, focalizada en lograr la igualdad de género para el éxito de la restauración del suelo, sugerida en uno de los eventos celebrados durante la COP que fue presidido por la primera dama marfileña, Dominique Ouattara. Thiaw calificó esta COP de «excepcional» por el número de decisiones tomadas (38), pero también por los cerca de 7.000 participantes, la divulgación en la prensa (unos 4.000 artículos publicados en 120 países y 40 idiomas), y por el compromiso tanto por parte de los políticos como del público en general en todo el mundo.
Esta conferencia ha reunido a jefes de Estado, ministros, líderes del sector privado, científicos, ONG y organizaciones de la sociedad civil con el objetivo de llamar a la acción para garantizar que los suelos continúen beneficiando a generaciones presentes y futuras.
Una alerta
La COP15 se celebró tras la reciente publicación de la segunda edición de Perspectiva Global de la Tierra (Global Land Outlook 2), informe insignia de la UNCCD que reúne la información más completa sobre el tema hasta la fecha tras cinco años de elaboración. Ese estudio proyecta que, si nada cambia hasta 2050, se producirá una degradación adicional de un área del tamaño de América del Sur. Advierte, además, de que en torno al 40% de la superficie terrestre está degradado por la sobreexplotación agrícola de los suelos y la acción humana, una situación que afecta directamente a la mitad de la humanidad. Esa realidad se volverá a analizar en la COP16, que sucederá en Arabia Saudí en 2024.
La UNCCD, en vigor desde 1996, es el único acuerdo internacional legalmente vinculante sobre cuestiones relacionadas con el suelo terrestre, promoviendo su buena administración y tratando de mitigar los efectos de su degradación.
El borrador de la Estrategia Nacional de Lucha contra la Desertificación, cuya consulta pública acaba este martes, avisa de que casi tres cuartas partes del territorio español -un 74 %- se encuentran en riesgo de desertificación, con Andalucía y Cataluña a la cabeza en cuanto a «procesos erosivos de gran calado».
Un proceso que está provocado por diversas causas, aunque, según el documento publicado por el Ministerio de Transición Ecológica (Miteco), las más recurrentes son la actividad humana y el cambio climático, y se traduce en la progresiva degradación de las tierras de zonas subhúmedas, semiáridas y áridas.
Según afirma el borrador, la desertificación se ha acelerado además en los últimos años por motivos fundamentalmente socioeconómicos como el cambio en el uso agrario del suelo a superficies artificiales, la conversión de cultivos de secano en cultivos de regadío y el incremento en el número de explotaciones ganaderas intensivas.
Especialmente grave parece la salinización de los suelos en España. El informe anterior, publicado hace diez años, señalaba que un 3% aproximadamente presentaban un grado severo que restringía fuertemente su utilización económica, pero los últimos datos apuntan a que el territorio afectado es ya del 10%.
