El informe de la OMM proporciona una radiografía las tendencias climáticas, los eventos extremos y los riesgos e impactos asociados en sectores sensibles en África durante el año 2020, siendo el agua una de las mayores preocupaciones de los expertos



La Organización Meteorológica Mundial (OMM) ha lanzado la segunda edición del “Estado del clima en África”, un informe que ofrece un panorama de las tendencias e impactos del cambio climático durante el 2020 en el continente, como el aumento del nivel del mar y el deshielo de los emblemáticos glaciares del continente.
También destaca la vulnerabilidad desproporcionada de África y muestra cómo los beneficios potenciales de las inversiones en adaptación al clima, servicios meteorológicos y climáticos y sistemas de alerta temprana superan con creces los costes.
«Junto con la recuperación tras la COVID-19, la mejora de la resiliencia climática es una necesidad urgente y continua. Las inversiones son especialmente necesarias en el desarrollo de capacidad y la transferencia de tecnología, así como en la mejora de los sistemas de alerta temprana de los países, incluidos los sistemas de observación del tiempo, el agua y el clima», escribe en el informe Petteri Taalas, secretario general de la OMM.
Y con respecto al líquido elemento, en el informe se lee que las precipitaciones fueron muy variables durante el año pasado, con grandes contrastes entre la zona del Sahel, húmeda, y el sur del continente, con escasas lluvias. Esta disparidad también construyó el año pasado un continente dividido por dos grandes fenómenos extremos: las inundaciones y las sequías.
Los mares de África están también aumentando a un nivel superior a la media mundial. Así, las tasas de aumento del nivel del mar en la costa atlántica tropical y meridional y en la costa del océano Índico se sitúan aproximadamente en 3,6 mm/año y 4,1 mm/año, respectivamente.
En la región mediterránea la tendencia es distinta al presentar un ritmo inferior a la media mundial, con 2,9 mm/año.
Así pues, las constantes precipitaciones llevaron a la región del norte a sufrir fuertes inundaciones, con Kenia y Sudán encabezando las peores consecuencias: 285 y 155 muertes respectivamente. “Solo en Sudán hubo más de 800.000 personas afectadas por este fenómeno extremo”, declara el informe.
Mientras, la sequía ya longeva en el sur continuó persistiendo, sobre todo, el cabo oriental del sur de África. Tan solo las lluvias de la temporada húmeda pudieron aliviar la situación en algunas regiones localizadas, aunque “sin grandes perspectivas de futuro”.
Junto a estos fenómenos extremos, la OMM destaca en su informe el ciclón tropical Gati, que con su categoría 2 en la escala Saffir-Simpson se convirtió en la tormenta más fuerte que jamás haya afectado a Somalia. “La tormenta trajo fuertes lluvias a la región. Las autoridades locales informaron al menos de nueve personas muertas, decenas de miles de desplazados y miles de propiedades nómadas destruidas”, señala la OMM.
Con respecto a los glaciares, la OMM cree que la criosfera del macizo del monte Kenia (Kenia), de las montañas Rwenzori (Uganda) y del monte Kilimanjaro (República Unida de Tanzania) puedan desaparecer en la década del 2040 al observarse tasas de retroceso más elevadas que la media global.
“Aunque estos glaciares son demasiado pequeños para actuar como importantes depósitos de agua, son de eminente interés turístico y científico. Es probable que las cordilleras de Kenia sean las primeras del mundo en ver sus glaciares desaparecidos debido al cambio climático antropogénico”, argumenta la OMM.


Pero el aumento de las temperaturas, que no han parado de batir récords durante la última década, también desencadenará otras consecuencias relacionadas con la inseguridad alimentaria, conflictos o desplazamientos humanos. Las estimaciones revelan que para 2030, hasta 118 millones de personas extremadamente pobres en el continente estarán expuestas solo a sequías, inundaciones y calor extremo, lo que obstaculizará el progreso hacia el alivio y el crecimiento de la pobreza, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
“En el África subsahariana, el cambio climático podría reducir aún más el producto interno bruto (PIB) hasta en un 3% para 2050. Esto presenta un serio desafío para las acciones de adaptación y resiliencia climática porque no solo están empeorando las condiciones físicas, sino que también está aumentando el número de personas afectadas”, declara Petteri Taalas.
La adaptación a este nuevo panorama dominado por el cambio climático es la principal preocupación de los países africanos, como reflejaron en la actualización de sus Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (CDN). Sin embargo, para que estas puedan ser una realidad, el informe muestra que el continente necesitará más de 3.000 millones de euros de inversión para el 2030.
De no llegar a esta meta, no solo se incrementarán los costes de adaptación y mitigación, sino que África vivirá una crisis humanitaria sin precedentes. Por tanto, los autores claman por una movilización de los activos, sobre todo para mejorar la infraestructura hídrica y de saneamiento, para que el continente pueda vivir un desarrollo económico sostenible, así como una acción climática eficaz.
