El agua, femenino singular irregular, como su disponibilidad, es uno de los recursos más preciados del planeta, es una necesidad vital y un derecho humano fundamental.
Sin embargo, casi una sexta parte de la población mundial no tiene acceso a ella.
Demasiado a menudo, las mujeres y las niñas se ven afectadas de manera desproporcionada por las dificultades de acceso al agua y, sin embargo, su participación en los procesos de toma de decisiones en materia de gestión del agua y de los alimentos sigue siendo extremadamente baja.
A pesar de que las mujeres realizan hasta el 80% del trabajo informal no remunerado relacionado con el suministro de agua, solo un 17% de los contratos laborales del sector se atribuyen a mujeres asalariadas, según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y otros organismos como el Banco Interamericano de Desarrollo.


Esto, no sólo desemboca en una toma de decisiones prejuiciada y mal informada, sino que pone en peligro los logros relativos a los derechos humanos de las mujeres.
El agua se utiliza en multitud de actividades, todas ellas relacionadas con la igualdad de género y con el empoderamiento de las mujeres. En el seno de la familia se usa para beber, limpiar, conservar, almacenar y preparar cosechas y alimentos.
El agua se usa también en los sectores económicos como la agricultura, la industria y los servicios.
La cantidad de personas de áreas rurales que no disponen de una fuente de agua potable es cinco veces mayor que la de las áreas urbanas
La brecha entre las áreas urbanas y las rurales sigue siendo considerable: la cantidad de personas de áreas rurales que no disponen de una fuente de agua potable es cinco veces mayor que la de las áreas urbanas.
Esta falta de acceso resulta muchas veces en una carga adicional para las mujeres y las niñas. Cuando no existe una fuente de agua de fácil acceso, el agua debe ser acarreada desde su origen y las mujeres y las niñas siguen siendo quienes tienen esa responsabilidad.


El Informe de los Objetivos de Desarrollo del Milenio 2012 destaca que, en África subsahariana, 71% de la colecta de agua recae sobre las mujeres y las niñas. En el mundo se estima que las mujeres pasan más de 125 millones de horas diarias en búsqueda de agua.
La igualdad de género no sólo es un derecho humano básico sino que su logro tiene beneficios socioeconómicos enormes para la seguridad del agua y de los alimentos.
Empoderar a las mujeres y a las niñas incita a tener economías prósperas y sociedades inclusivas, y a impulsar la productividad y el crecimiento, tal y como señaló Lakshmi Puri, ex Directora Ejecutiva Adjunta de ONU Mujeres, que ya en el año 2012 reclamó la necesidad de “reconocer a las mujeres como administradoras del recurso hídrico, agricultoras e irrigadoras, que contribuyen a garantizar una producción y consumo sostenibles de alimentos y a salvaguardar el entorno y los recursos hídricos dentro de los hogares y las comunidades. Esto debe ser reconocido en las leyes, las políticas y los programas de sensibilización en las comunidades”.
Lakshmi ya evidenció entonces lo esencial de aumentar la eficiencia a la hora de administrar los alimentos y el agua, garantizando que las mujeres estén empoderadas en toda la cadena del agua y de los alimentos, y que se otorgue apoyo a sus roles de productoras de alimentos y de administradoras del agua.
Esto implica reconocer a las mujeres como usuarias independientes del agua y permitir a las mujeres el acceso al agua, independientemente de la propiedad que tengan de la tierra; apoyar los sistemas de producción de alimentos de las mujeres y las cadenas de valores, inclusive en la adaptación y mitigación al cambio climático; y aliviar la carga de trabajo no remunerado de las mujeres y las niñas en materia de colecta de agua, producción y procesado de alimentos y tareas de cuidados.


Un ejemplo podría ser el Proyecto de Suministro Rural de Agua y Saneamiento del Banco Mundial en Marruecos, pensado para reducir la carga de las niñas que tradicionalmente son las encargadas de conseguir agua, con el fin de mejorar su asistencia a la escuela.
En las seis provincias donde se implementó el proyecto, la asistencia de las niñas a la escuela aumentó un 20% en cuatro años, debido en parte al hecho de que las niñas pasan menos horas dedicadas a conseguir agua. Al mismo tiempo, un acceso fácil al agua potable redujo en un 50% a 90% el tiempo que dedican las mujeres y las niñas a conseguir agua.
En Pakistán, la colocación de fuentes de agua más cerca de las casas se asoció a un mayor tiempo dedicado a trabajar en el mercado. En Tanzania, una encuesta vio que la asistencia de las niñas a la escuela era 15% mayor para las niñas cuyas casas estaban a 15 minutos o menos de una fuente de agua que para las de casas que estaban a una hora o más de distancia.
El mundo “desarrollado” no es tan diferente
En todo el mundo, solo el 16% de los planes nacionales sobre recursos hídricos mencionan a las mujeres como participantes principales de la adaptación al cambio climático. Hoy en España sólo el 19% de los trabajadores del sector del ciclo del agua son mujeres.
La importancia del agua para el desarrollo sostenible, con una atención especial en los asuntos sociales y de género, es fundamental para alcanzar las metas y los objetivos relacionados con el agua acordados a nivel internacional.
Custodias de los recursos hídricos
Los proyectos de agua diseñados e implementados con la participación plena de las mujeres son más sostenibles y efectivos y conducen a resultados positivos en otros ámbitos de la vida, como la asistencia a la escuela de los más pequeños o el empoderamiento de mujeres y niñas.
Los proyectos de abastecimiento rural que involucran activamente a las mujeres resultan ser de seis a siete veces más efectivos que aquellos que no lo hacen
Con el objetivo de proporcionar información cualitativa y cuantitativa sobre la situación de las mujeres en la toma de decisiones en el sector del agua y analizar el impacto de su participación en la gobernanza del agua, este proyecto de la OCDE cuenta con la colaboración con la ONG Women for Water Partnership.
El fin principal es facilitar a los responsables de diseñar políticas del agua un conjunto de directrices útiles para lograr una gobernanza más inclusiva en este sector.
En la presentación de los resultados, se puso como ejemplo un estudio llevado a cabo por el Banco Mundial en el que se evaluaron 121 proyectos de abastecimiento de agua rural. “Los proyectos que involucraron activamente a las mujeres resultaron ser de seis a siete veces más efectivos que aquellos que no lo hicieron», explicó Aziza Akhmouch, responsable de la División de Ciudades, Políticas Urbanas y Desarrollo Sostenible de la OCDE.
Brecha de género
El proyecto sobre el papel de las mujeres en la toma de decisiones en el sector del agua también pretende identificar las brechas relacionadas con el logro de una gobernanza más inclusiva y desarrollar una metodología de trabajo eficaz para conseguir cerrar estas brechas.
El objetivo final es proporcionar directrices a las organizaciones del sector del agua -públicas y privadas- para que implementen acciones concretas que incluyan a las mujeres como socias, expertas y agentes de cambio en el sector del agua.
«Existe una importante brecha de género en el liderazgo de la gestión del agua, tanto en organizaciones públicas como privadas. Los informes analizados en esta primera fase de trabajo revelan que las mujeres no están involucradas en las decisiones sobre políticas y estrategias del agua (suministro, saneamiento e higiene, gestión de recursos hídricos, fijación de tarifas o recursos tecnológicos)».
Por el contario, este colectivo sí está mejor representado en estructuras organizativas más alternativas como ONGs o asociaciones comunitarias», destacó Akhmouch.
No hace mirar fuera de España para corroborar que la gobernanza del agua está dominada por los hombres, a pesar de los esfuerzos del sector del ciclo integral de implementar políticas de igualdad hoy sólo el 19% de los trabajadores son mujeres.


Así lo corrobora Marina Arnaldós, líder de Actividad de I+D+i en Cetaqua, Centro Tecnológico del Agua, una de las jóvenes mujeres españolas del agua.
“Como en muchos sectores, en el sector del agua priman en los puestos de alta responsabilidad los perfiles masculinos y de generaciones anteriores. En los siguientes niveles empiezan a verse casos de personas más jóvenes y en general ya aparece más diversidad”, explica.
“Personalmente, noto una brecha de género muy marcada en la capa directiva, y creo que esto es algo que en cierto modo preocupa a las mujeres de mi generación, sobre todo si tenemos aspiraciones claras de desarrollo profesional”, señala Arnaldós.
Con todo, “en los siguientes niveles a los directivos, y sobre todo según nos vamos acercando a la generación millenial, las diferencias de género se desdibujan y no he percibido una diferencia marcada a nivel de puestos o responsabilidades”.
Arnaldós entiende que el verdadero reto en la nueva gobernanza del agua está en demostrar que somos capaces de materializar un cambio verdadero en este sentido que resultará una mayor proporción de mujeres en puestos directivos con capacidad de influir en la cadena de toma de decisiones en materia de gestión de los recursos hídricos.
Las mujeres aún hoy perciben que tienen que demostrar un grado de profesionalidad y preparación más alto que el que se le hubiera pedido si hubieran sido hombres.
El Objetivo de Desarrollo Sostenible relativo al agua, el ODS 6, tiene que dar prioridad a la plena participación de las mujeres en la administración del agua, al alivio de su carga de trabajo y a la disponibilidad de infraestructuras y servicios sensibles al género.
