El Día del Medio Ambiente llega para recordarnos que solo hay una Tierra y que sin agua, no hay vida. La efeméride es el momento perfecto para colocar la gestión hídrica como motor del cuidado medioambiental



Sin agua, la vida humana, de las plantas y animales, simplemente no es posible. La Tierra, sin agua, es solo tierra. Con estas certeza es posible afirmar que la única manera de mantener y cuidar a los ecosistemas es priorizar la conservación y la buena gestión de los recursos hídricos. Este 5 de junio, las Naciones Unidas han decidido celebrar el Día del Medio Ambiente con el lema «Una sola Tierra» para remarcar la urgencia de actuar en aras de la conservación.
La efeméride, celebrada desde hace 49 años presenta la oportunidad de subrayar las necesidades medioambientales más urgentes año tras año. En 2022 la ONU expone que la amenaza nos acorrala por tres bandas: un calentamiento climático demasiado rápido; una pérdida de hábitat que empuja a un millón de especies al peligro de extinción; y una contaminación creciente. Para desafiar esta triple problemática, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) señala que es imprescindible transformar las economías y sociedades para hacerlas más inclusivas. Conservar y gestionar el agua es una de las formas de hacer esto.
El Foro de la Economía del Agua ha aprovechado el Día del Medio Ambiente para destacar lo imprescindible que es cambiar el paradigma de la utilización del recurso y basarlo en la planificación hídrica y en la reutilización. Estanislao Arana, director académico del Foro de la Economía del Agua, recuerda que la planificación hídrica más adecuada «es la que parte de la demanda, ya que el consumo debe adaptarse a los recursos disponibles. No obstante, es importante también destinar esfuerzos a la gestión de la oferta, que pasan fundamentalmente por la reutilización de las aguas residuales para su empleo en actividades como la agricultura, la industria y la generación de energía».
Saneamiento y medio ambiente
La política ambiental se ha convertido en un «motor de motores», ya que ahora participa en la dirección de las políticas sectoriales: energía, agricultura, transporte, urbanismo y turismo. El medio ambiente ya no solo se ve afectado por el desarrollo económico, sino que también se está convirtiendo en uno de sus motores. Este es el desafío que enfrenta la política ambiental, que ya no puede conducirse de manera independiente sino que debe integrarse en el enfoque de sostenibilidad; esta transversalización aún debe construirse en términos de gobernanza, a pesar de los avances recientes en esta área. El agua y todo lo que ella implica debe asumirse como uno de esos motores.
La gestión hídrica, y sobre todo, el saneamiento del agua es uno de los pilares básicos para el mantenimiento de los ecosistemas. La contaminación de las aguas afecta directamente a la salud tanto de los ecosistemas como de las personas, por lo que es imprescindible avanzar en este ámbito.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud para el año 2020, en el mundo hay 2.000 millones de personas que no cuentan con servicios de suministro de agua gestionados de forma segura. Entre ellos, 122 millones de personas no disponen de ningún tipo de suministro y utilizan agua superficial agua no tratada recogida en lagos, estanques, ríos o arroyos. La OMS recuerda que si no hay servicios de agua y saneamiento, o si estos son insuficientes o están gestionados de forma inapropiada, la población estará expuesta a riesgos de salud prevenibles. Más allá: no son solo los seres humanos los que son vulnerables al agua no tratada, la fauna también corre peligro.
El saneamiento puede ser también la solución a la falta de agua. La ONU admite que uno de los métodos para sobrellevar este problema es la reutilización del agua. De hecho es una de las seis fuentes de agua no convencionales que recientemente sugirió para combatir la escasez en algunos sitios. Esto significaría una oportunidad para recuperar entornos medioambientales y que comunidades enteras tengan acceso al líquido vital para usos diverso.
Pero tratar el agua y a la vez preservar el medioambiente es posible y en España hay ejemplos exitosos.


Uno de los más destacables es la Albufera, en Valencia. Este humedal sorprende ya que gracias a un inspirador proyecto de empresa de agua Hidraqua ya no solo es un lugar donde se gestionan las aguas residuales, si no que son sitios donde prospera la fauna. La hermosas lagunas no son reservas naturales, sino infraestructuras de gestión del agua, pero su existencia prueba que es posible preservar el medioambiente y lograr una gestión hídrica exitosa.
Otro caso de éxito en España son los humedales de depuración del Delta del Ebro. Estos espacios naturales construidos entre 2010 y 2013, tienen como objetivo principal tratar el agua procedente del cultivo del arroz antes de su vertido a las lagunas y bahías naturales. Sumado a esa función, los humedales han aportado a la biodiversidad ya que se han convertido en nuevos hábitats naturales para toda clase de especies.
Naturaleza y ciudades
El cuidado del medioambiente en las ciudades debe ser prioritario, y el agua es un eje fundamental para lograrlo. Además de que los beneficios son diversos y extremadamente positivos para los habitantes y la fauna, los proyectos acercan a las urbes a la ejecución del ODS número 11: crear ciudades sostenibles es con calidad de vida para sus habitantes sin poner en riesgo los recursos del planeta. Las soluciones basadas en la naturaleza es una medida de adaptación al cambio climático en las ciudades que ha probado ser exitosa.
Una solución basadas en la naturaleza son los sistemas urbanos de drenaje sostenibles (SUDS), que tienen como objetivo disminuir la cantidad de agua que llega al drenaje. Esto permite almacenar y reutilizar el agua superficial dentro de los entornos urbanos. Los SUDS serán trascendentales para la adaptación de las ciudades al cambio climático. Estas estrategias permiten generar recursos hídricos dentro de las ciudades y que estas dependan menos de los recursos de entornos naturales cercanos.


De las soluciones basadas en la naturaleza destaca como ejemplo el parque de La Marjal en Alicante. Este espacio natural fue construido entre abril de 2013 y marzo de 2015 con el fin de almacenar las aguas pluviales torrenciales que históricamente han provocado grandes inundaciones en la zona. El sitio, además de ser una eficaz infraestructura contra riadas , es ahora un «pulmón verde» para la ciudad y refugio de aves y plantas propias de la región. El parque alicantino ha sido una medida tan exitosa que la zona ya proyecta construir otro para 2025: el parque inundable Gran Vía-Teulada. El proyecto será financiado en un 25% por la empresa mixta Aguas de Alicante y beneficiará la zona norte de la ciudad levantina.
