El agua tarda 2.800 años en visitar todos los rincones de los océanos

El agua tarda 2.800 años en visitar todos los rincones de los océanos

Un trabajo científico que ha investigado los flujos que sigue el agua alrededor del mundo, ha estimado el tiempo que necesitaría una gota de agua en recorrer todos los océanos del planeta. El viaje más corto precisa de 300 años, mientras que el más largo -y común- casi 3.000


Julio Verne en su famosa obra ya planteó la posibilidad de que humano pudiera dar la vuelta al mundo en tan solo 80 días. Hoy en día, las modernas tecnologías permiten completar la hazaña en poco más de un día. Pero ¿en cuanto tiempo podría hacerlo una gota de agua en el océano?

A pesar de que nuestro mundo se divide políticamente en cinco grandes océanos, en realidad, la Tierra solo posee uno, el océano mundial, que abarca el 70% de la superficie y mantiene en constante conexión todas sus aguas. Esto, en esencia, podría permitir a una gota de agua dar una vuelta al mundo sin necesidad de acudir al ciclo hidrológico.

Para averiguar el tiempo que podría necesitar la gota de agua, los científicos Louise Rousselet, Paola Cessi y Gael Forget utilizaron una simulación digital, conocida como Estimación de la circulación y el clima del océano (ECCO).

Los expertos explican que es la primera en seguir las trayectorias del agua respaldadas por una cantidad tan grande de datos 

ECCO es un modelo oceánico que incorpora más de mil millones de datos recopilados de satélites, flotadores robóticos a la deriva en la red global Argo y otras fuentes que luego fusiona en una simulación, del mismo modo que lo hacen los pronósticos meteorológicos para la atmósfera.

Las parcelas de agua seguidas en su viaje a través del océano registran propiedades físicas, como la temperatura y la salinidad. Seguir las parcelas etiquetadas en movimiento es un complemento para describir las propiedades del océano en ubicaciones fijas.

En su simulación, Rousselet y sus colegas siguieron los caminos del agua que se origina en lo que los oceanógrafos llaman la rama inferior de la Circulación Meridional Invertida del Atlántico (AMOC), un flujo importante de agua del Atlántico que modera las temperaturas entre el ecuador y los polos.

En ella, siguieron 65.000 paquetes de agua como corredores desde una puerta de salida en el Atlántico, al sur del ecuador. Después usaron ECCO para observar el camino del agua durante un periodo de 25 años para después establecer un bucle de datos sobre la velocidad de las parcelas de agua. Esto les permitió comprobar qué posibles caminos podría tomar el agua durante otros 25 años, luego otros 25 y así durante milenios.

Gracias a esto, los expertos registraron que alrededor de un tercio de las parcelas abandonaron el Atlántico para después hacer un viaje por los océanos Pacífico Índico y Austral. En total, un viaje de 300 años.

Alrededor del 20% del agua realizó ese viaje, pero desviándose a mayores profundidades y hacia el mar de Wedell, frente a la Antártida. El liquido elemento  necesitó en esta ocasión 700 años para regresar al Atlántico.

 

La mayor cantidad de agua, casi la mitad de las parcelas necesitó 2.800 años para regresar, buceando durante aproximadamente 1.000 años en el abisal Océano Pacífico. Esta agua en concreto realizó su viaje alrededor del mundo visitando todas las cuencas de la Tierra.

En los tres casos, las propiedades de las parcelas de agua cambiaron a lo largo del viaje y esos cambios influyeron en su velocidad: “La interacción del agua con diferentes densidades en los océanos, junto con los vientos superficiales, es lo que determina la circulación oceánica a medida que el agua densa se hunde y el agua ligera se eleva, siguiendo caminos laberínticos”, explican los expertos.

Las rutas simuladas permitieron a los investigadores registrar cuál era la temperatura y la salinidad en varios puntos de ruta del viaje. A partir de eso, llegaron a la conclusión de que el AMOC sirve como un conducto a través del cual se bombea la sal al Océano Atlántico.

Si esa circulación es un portador de salinidad, eso podría significar que la dinámica reciente inducida por el cambio climático en el Océano Atlántico Norte podría desestabilizar el AMOC. Varios investigadores han observado que el Océano Atlántico Norte se está volviendo más fresco a medida que se acelera el deshielo de los glaciares en Groenlandia y a medida que el agua relativamente dulce del Océano Ártico se vierte en el Atlántico.

Esto significa que las incursiones de agua dulce podrían interrumpir el AMOC, lo que podría desencadenar cambios climáticos extremos, no solo alrededor del Atlántico, sino eventualmente en todo el mundo.



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