El acceso al agua se estanca en Costa de Marfil - EL ÁGORA DIARIO

El acceso al agua se estanca en Costa de Marfil

El aumento de la población, los fallos en las infraestructuras y el cambio climático son las principales causas de los problemas hídricos de Costa de Marfil, que afectan a zonas urbanas de la capital, Abijan, pero son especialmente graves en el mundo rural


En el barrio de Abobo Té, en Abijan, el acceso al agua potable es un auténtico reto: vigilias nocturnas, colas, empujones… Una búsqueda del tesoro nada lúdica que en ocasiones obliga a los vecinos de la zona a soluciones desesperadas, como recurrir al mercado negro o desplazarse varios kilómetros para llenar sus preciados bidones. Por mucho que Costa de Marfil sea un país en vías de desarrollo, esta situación no debería ser habitual en una zona urbana del tamaño e importancia de la capital marfileña, pero hablamos de un problema casi crónico que se deriva de un cúmulo de causas, entre las que están principalmente los fallos en las infraestructuras, el aumento de la población y la mayor escasez hídrica derivada del cambio climático.

Según narra uno de las afectados a la televisión France 24, en Abobo Té llevan así desde 2014, cuando las autoridades locales construyeron una carretera justo al lado que, por un error durante las obras, provocó un corte completo del agua potable a muchas de las casas de la zona. “Como no recibimos agua en nuestros hogares, hemos instalado grifos cerca de los medidores para recoger el agua. Pero incluso así el agua no llega durante el día, solo entre la 1 y las 4 de la mañana, y no siempre”, explica Qavani Guy Noël Koné, miembro de un colectivo vecinal que centra sus reclamaciones en un mejor acceso al agua potable.

Aunque para hacer frente a la situación, la Oficina Nacional del Agua Potable (ONEP, por sus siglas en francés) aprovisiona la zona con camiones cisterna, pero la irregularidad de los repartos, que a veces ocurren solo una vez por semana, provoca un gran caos en el reparto que aprovechan las personas que gestionan el mercado negro. Algunos llegan a cobrar hasta 0,23 euros por un bidón sin ninguna garantía sanitaria, un precio inferior al del agua mineral embotellada pero desmesurada para un país donde el salario mensual medio apenas llega a los 200 euros. “En realidad, no puedo entender que un problema como este persista desde 2014”, asegura Koné.

La situación de Abobo Té ilustra a la perfección lo que pasa en muchos otros barrios de Abijan y en varias localidades de este país del oeste africano. En la prensa de Costa de Marfil, los testimonios informan periódicamente de la ausencia de agua corriente en varias comunas de Abijan como Abobo, Yopougon o Cocody, en los que se repiten una y otra vez las mismas soluciones rápidas: esperar a que el agua fluya a altas horas de la noche, comprarla a los distribuidores o ir a buscarla a otros barrios. Historias similares ocurren también en Bouaké, la segunda ciudad del país, donde la falta de agua llego a provocar una auténtica crisis social en 2018, aunque la situación ha mejorado algo desde entonces.

Pero el problema es mucho más grave en las zonas rurales. Según apunta el Programa Conjunto de Monitoreo para el Abastecimiento de Agua, el Saneamiento y la Higiene, una base de datos mundial gestionada por la OMS y Unicef, el porcentaje de población que tiene acceso al agua potable de forma segura en todo Costa de Marfil es del 71%, cifra que dibuja bastante bien la realidad de las ciudades, pero que también desciende hasta el 50% en el caso de las zonas no urbanas. Además, en lo relativo al saneamiento, la situación es incluso peor: sólo el 18% de la población rural tiene acceso a instalaciones básicas de este tipo.

Un problema crónico pero reciente

Wilfried Gautier Koukougnon, profesor-investigador del Instituto de Geografía Tropical de Abijan, lleva estudiando desde 2015 los retos del suministro de agua de la metrópoli y explica al medio web Les Observateurs las causas de esta penuria hídrica en Costa de Marfil. Y es que, hasta 1999, el sector del agua era bastante estable, con un equilibrio entre la oferta y la demanda que permitía asegurar las necesidades de la población. Pero la sucesión de golpes de estado y crisis económicas provocaron una enorme inestabilidad política que impidió cualquier tipo de inversión para mejorar las infraestructuras hídricas del país, lo que sumado al espectacular crecimiento poblacional ha creado una difícil situación.

“A la salida de la última crisis, en 2012, toda Costa de Marfil y sobre todo Abijan tenían un déficit en la producción de agua. Desde entonces, se han iniciado proyectos estructurales con el objetivo de estabilizar la situación, pero paralelamente la población ha seguido creciendo y el déficit hídrico ha aumentado”, explica Koukognon, que calcula que ante una necesidad estimada de 670.000 m3 de agua por día para el Gran Abijan, la producción actual de agua se sitúa actualmente en unos 570.000 m3, lo que supone un déficit de 100.000 m3 cada día. “Además, hay retrasos y lentitud en la implementación de proyectos de mejora del suministro de agua, que se suman a las roturas de cañerías durante las obras viales y a los incidentes técnicos que afectan especialmente a los distritos periféricos”, asegura.

Costa de Marfil
La población de Abijan (en la imagen) se ha multiplicado en los últimos años.

“Las soluciones son conocidas: es necesario acelerar los proyectos de reestructuración ya lanzados”, zanja este profesor. Algo que, en principio, ya está ocurriendo pero que, por el momento, parece insuficiente. En concreto, para alcanzar la tasa del 100% de acceso al agua potable para 2030, el Gobierno de Costa de Marfil lanzó en 2017 un programa llamado “Agua para todos” con el que pretendía movilizar más de 2.000 millones de dólares en inversiones públicas y privadas, aunque el plan por ahora no ha dado los resultados previstos, sobre todo en una capital que crece y se expande día a día. Por eso, en febrero de 2021, las autoridades reforzaron el plan con un proyecto de suministro de agua para la ciudad de Abijan de casi 200 millones de dólares, con los que se pretenden construir más de 800 kilómetros de tuberías en la ciudad.

Según un informe elaborado por el Ministerio de Hidráulica, entre 2011 a 2019, “el 50% del déficit se debe a una inversión insuficiente y alrededor del 50% a un crecimiento demográfico impredecible”. Para el titular de esta cartera, Laurent Tchagba, la solución parece estar en la planificación y puesta en marcha de proyectos de infraestructura hídrica en todo el país, pero la pandemia de coronavirus ha retrasado sus planes. Sobre todo, porque, para satisfacer sus necesidades en materia de agua potable y saneamiento, Costa de Marfil necesita movilizar inversiones internacionales de instituciones tanto públicas como privadas, que compensen los problemas económicos del país. De hecho, para financiar parte de su programa de “Agua para todos”, el Gobierno ya ha recurrido a entidades como el Banco Europeo de Inversiones (BEI) o el Banco Africano de Desarrollo (BAdF).

Panorama complicado

A esta difícil situación hídrica actual se suma un calentamiento global que solo puede empeorar el panorama de los costamarfileños y que hace aún más urgentes y necesarias las inversiones para mejorar sus sistema de agua potable y saneamiento. Muchos de los fenómenos relacionados con la crisis climática, como el aumento de las temperaturas, la elevación del nivel del mar, los cambios en los patrones de precipitación o la mayor frecuencia de inundaciones, sequías y huracanes amenazan de manera directa a este país africano, donde el bajo nivel de desarrollo de las zonas rurales hace a sus habitantes especialmente vulnerables a cualquier catástrofe natural, aunque como hemos visto el problema también llega a las ciudades.

De acuerdo con Informe sobre el estado del clima en África de 2019, una publicación interinstitucional coordinada por la Organización Meteorológica Mundial (OMM), el cambio climático tendrá en las próximas décadas “efectos devastadores en la producción de cultivos y la seguridad alimentaria”.

Costa de Marfil
Unos agricultores costamarfileños trabajan en un campo de arroz cerca de Subiakro, en el centro del país.

Esto se debe en parte a que el cambio climático está provocando importantes modificaciones en los patrones de precipitaciones: si en 2019 fue África Meridional la que sufrió una extensa sequía, este 2021 la temporada de lluvias se ha retrasado más de dos meses en Costa de Marfil, provocando daños importantes a los agricultores de maíz o mandioca. Un problema que se irá volviendo cada vez más frecuente hasta destruir, según la OMM, hasta un 13% del rendimiento agrícola en África Occidental y Central, región en la que se encuentra este país. Es más, los efectos serán especialmente adversos en los cultivos de arroz y trigo, que suponen la base de la alimentación de Costa de Marfil.

En Costa de Marfil, la temperatura media nacional ha aumentado de 0,5 a 1,0 °C desde 1961 y los estudios más recientes predicen que las temperaturas aumentarán a 1,8°C en 2050 y hasta 3°C al final del siglo. Por tanto, los aumentos de temperatura amenazan no solo la producción y los rendimientos agrícolas, sino también la integridad física de las personas en el norte del país, y en particular de los agricultores. Y es que el número de días al año con una temperatura aparente superior a 39°C bajará de menos de 20 días/año a más de 100 días/año a finales de siglo, lo que provocará serios problemas de supervivencia los habitantes de esta zona. Sobre todo, si siguen sin contar con infraestructuras adecuadas de agua que les permita reducir su déficit hídrico.



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