Innovación, sostenibilidad y seguridad son las claves del éxito de un modelo referente en turismo sostenible gracias a su gestión del agua. De la mano de Hidraqua y Dinapsis, Benidorm se ha convertido en una ciudad inteligente preparada para hacer frente al cambio climático



Hablar de la ciudad de Benidorm no es sólo hablar de una ciudad turística de la costa alicantina, es hablar de una ciudad esponja de 70.000 habitantes que es capaz de absorber más de 16 millones de pernoctaciones al año (datos de 2019). Esta circunstancia, junto a los propietarios de sus segundas residencias, lleva a la ciudad a tener durante los meses de verano más de 500.000 habitantes de forma permanente, lo que supone un crecimiento de más del 700%, una intensa prueba de estrés para sus servicios públicos, que les obliga a dimensionarlos para siete veces su población.
Dentro de estos servicios públicos hay que destacar el servicio de agua donde son evidentes las mejoras en las redes de abastecimiento y distribución, especialmente si tenemos en cuenta que, a pesar de que la población abastecida se ha duplicado en los últimos 20 años, las necesidades de suministro son un 20% menor que entonces. Estos datos corresponden a unos 3 hectómetros cúbicos, es decir, el consumo anual de una ciudad de 50.000 habitantes. En 1995 el volumen de agua registrada era superior a los 12 millones de m3, mientras actualmente este dato se sitúa en torno a los 9,5 millones de m3.
Esta eficiencia convierte a Benidorm, no solo en un ejemplo a escala internacional en materia de gestión de agua, sino también en el mejor escaparate de lo que se ha convertido en un laboratorio de innovación que es punta de lanza a nivel mundial para el desarrollo y lanzamiento de proyectos vinculados al cambio climático y turismo inteligente.
Me refiero a Dinapsis Benidorm, donde solo en el último año han desarrollado más de 40 soluciones innovadoras vinculadas que permiten, entre otras, tener información a tiempo real sobre ocupación, detección de bañistas y objetos en zonas de riesgo a los usuarios de la playa, visitantes, bañistas y embarcaciones.
Un proyecto (Dinapsis Benidorm) que permitió a la ciudad obtener en 2019 el Premio Nacional Ciudad Sostenible en la categoría de gestión del ciclo del agua, que otorga la Fundación Fórum Ambiental.


Además, es especialmente destacable la gestión del servicio del agua en la ciudad de Benidorm porque la región en la que se integra es un área con una pluviosidad escasa, que incluso en 1978 obligaba a abastecer la ciudad con buques-tanque. Una circunstancia que hundía el entonces turismo creciente, obligando a suspender vuelos internacionales con las consiguientes perdidas económicas asociadas.
Viajar desde aquellos buques-tanque hasta la ciudad modelo que hoy representa Benidorm, en la que múltiples operadores internacionales con problemas de población estacional por motivos turísticos han puesto su foco de interés, no ha sido un camino fácil. Pero, sin duda, el protagonista indiscutible en este trayecto es su empresa operadora, Hidraqua, que desde 1987 viene ayudando a la ciudad a convertirse en el referente internacional que es hoy.
En todos estos años, Hidraqua, de la mano de Agbar -grupo al que pertenece-, ha contribuido a hacer frente a todo tipo de crisis. En la más reciente, la provocada por el Covid-19, la compañía desarrolló, entre otros, un sistema de monitorización del virus SARS-CoV-2 en las aguas residuales, City Sentinel, que permitía analizar la evolución de contagios y de esta forma anticipar las decisiones municipales y los posibles rebrotes; o una herramienta que permitirá analizar la evolución económica de la ciudad a través del consumo del agua, mediante el uso del big data y la inteligencia artificial.


Innovador ciclo urbano del agua
La eficiencia en la gestión del ciclo urbano del agua de la ciudad es especialmente destacada, siendo paradigmático en la potabilización, la depuración y la lectura de datos.
La potabilizadora de Benidorm supuso una inversión de 8,8 millones de euros, y sus instalaciones, además de garantizar una excelente calidad en la totalidad del agua que se distribuye en la ciudad, permiten adaptarse a la demanda. Desde un caudal mínimo de 208 litros por segundo, es capaz de alcanzar de forma eventual los 750 l/s. Estos índices resultan necesarios, ya que en los meses estivales previos a la pandemia la demanda media se situaba en los 500 l/s.
La depuración en la ciudad va camino de la autosuficiencia energética.
El 100% de los vehículos vinculados a depuración serán eléctricos o funcionarán con biogás procedente de la depuradora. Y en esta infraestructura clave se ha apostado por la eficiencia energética y la automatización y control de procesos, así como por la potenciación de la cogeneración.
En cuanto al análisis de datos, gracias a la telelectura implantada en Benidorm se ha podido analizar el seguimiento de la evolución del turismo en la ciudad. Este hecho ha llevado a que entre los objetivos para los próximos años esté la implantación de este sistema al 100% de los contadores de la ciudad.
En definitiva, un servicio de pura eficiencia y excelencia capaz de aprovechar hasta la última gota de un agua cada vez más escasa.


Por todo ello, como economista no puedo evitar recordar que Benidorm es el mayor modelo de éxito del sector turístico del mundo, que se ha convertido en los últimos 40 años en una empresa multinacional con clientes de todo el planeta. Esto se ha conseguido gracias a sus emprendedores y a sus gestores políticos que han sabido ver la oportunidad y que han planificado así la ciudad. Nada en ella es fruto del azar, es así porque se ha querido que así sea. Pero también de todos aquellos que han prestado la gestión de sus servicios públicos.
Como arquitecto no puedo dejar de mencionar que un modelo de máxima concentración y desarrollo vertical permite liberar su espacio circundante, algo que claramente experimenta cualquier visitante en cuanto la curiosidad le lleva por sus sierras y pueblos pintorescos cercanos. Podemos discutir si nos gusta más un silencioso velero o un bullicioso transatlántico, lleno de vida, experiencias, encuentros, donde el neón sustituye al sol para que todo siga brillando. Entiendo que es una elección que depende del momento vital de cada uno.
Benidorm, sin lugar a duda, es un transatlántico, un gran transatlántico, que tiene sol y tiene playa, pero lo más importante: lo que lo ha llevado a convertirse en ese modelo de éxito es el transatlántico en sí. Una máquina perfecta en la que todas las piezas tienen que encajar a la perfección como en un reloj mecánico, empezando por todos sus servicios públicos y por el del ciclo integral del agua en particular. Ver esto y hacer de ello un núcleo de innovación es mérito de sus gestores que han sabido leer la oportunidad y la ambición de una ciudad audaz, acompañándola en lo que ya es una larga travesía.
