Con una población que roza el millón de habitantes, Cartagena de Indias disfruta gracias a la colaboración público privada de un servicio moderno de agua y saneamiento que ha supuesto un cambio radical en la calidad de vida de la ciudad



Cartagena, una de las ciudades más importantes de Colombia, vivía una situación preocupante respecto a la gestión de agua. Ya en los primeros años del siglo XX comenzaron a evidenciarse diferentes problemas de salubridad y diversas personalidades importantes de la sociedad comenzaron a demandar ciertas obras y proyectos que aseguraran un suministro de agua potable óptimo.
Sin embargo, sus peticiones no serían escuchadas hasta finales del siglo, cuando se firmó el proyecto del Acueducto Russel, que aunque comenzó a funcionar en 1907, no consiguió que el suministro de agua potable llegara a toda la población. A pesar de otros intentos, como el proyecto Matute, no fue hasta la década de los 60 cuando se creó una empresa de servicios públicos municipales de Cartagena, que abarcaba servicios tan diversos como la conservación de vías, cobro de impuestos o el suministro de agua.
Sin embargo, esta empresa pública no consiguió resolver los problemas que venía arrastrando la ciudad. Por una parte, no ofrecía una cobertura adecuada de los servicios y estos, además, se caracterizaban por su baja calidad. Además, existían muchos problemas de gestión en la empresa.
Todo este cóctel se tradujo en una baja recaudación de las tarifas (se estima que la evasión era mayor al 50%), unos antiguos medidores de consumo y, en general, un retraso tecnológico generalizado. Esta situación generó un déficit que duró varias décadas y del que el Ayuntamiento tuvo que hacerse cargo.
Además, gran parte de la población, sobre todo la que menos ingresos percibía, debía consumir agua que compraba a vendedores privados, quienes imponían precios muy elevados, mientras que en los hogares conectados al sistema de distribución de agua se vivían episodios de cortes de agua prolongados en el tiempo debido a la insuficiente presión del agua (siendo la continuidad media de unas 14 horas al día) y a menudo el agua no estaba en condiciones de consumirse. Otro problema añadido era la falta de sistemas de tratamiento de aguas residuales, que impactaban negativamente en la Bahía y la Ciénaga de la Virgen, de gran valor ambiental y turístico.


Debido a esta difícil situación, la administración local decidió probar la opción de la entrada de un operador privado que gestionara el agua de la ciudad. De esta forma nace en 1995, y con el impulso del Banco Mundial, Acuacar (Aguas de Cartagena), un ente cuyo capital social estaba compuesto tanto por accionistas privados como públicos, estando participada por el Ayuntamiento con el 50%, mientras que el otro 50% se repartió entre Sociedad General de Aguas de Barcelona (AGBAR, con un 45%) y el 5% restante entre accionistas minoritarios.
De esta forma se constituyó una compañía público-privada, que se encargaría de proveer el servicio de aguas a la ciudad, pero se reservaba para el distrito de Cartagena la titularidad de todos los activos implicados en el proceso (tuberías, acueductos, alcantarillas, etcétera).
Mejora imparable
Pronto esta aventura de colaboración pública-privada comenzó a dar frutos: se realizó un ambicioso Plan de Maestro de Acueducto y Alcantarillado, financiado por el Banco Mundial, que permitió que la cobertura del acueducto sobre la base del suministro de agua potable alcanzara el 97% del distrito de Cartagena, y una proporción parecida se obtiene con el servicio de alcantarillado.
Además, se realizaron trabajos destinados a conducir las aguas residuales a estaciones depuradoras, como fue el caso del drenaje de la zona de la Ciénaga o en asientos marginales alrededor de la Laguna.
Como consecuencia de estas inversiones, el suministro de agua y el tratamiento de aguas residuales en Cartagena han dejado de ser un problema crítico. En 2015, 20 años después de su constitución, la cobertura del suministro de agua y del alcantarillado superaba el 90% (99% y 94%, respectivamente). La introducción de mecanismos detectores de fugas de agua también ha logrado que se reduzcan las pérdidas hasta el 31,31%, además de tener un mejor control de la medición del consumo y de la facturación gracias a la introducción de contadores de alta tecnología.
Acuacar ha supuesto una auténtica revolución para la distribución y el alcantarillado de Cartagena, tal y como hemos podido comprobar. Pese a que el Contrato para la Gestión Integral de los Servicios de Acueducto y Alcantarillado de Cartagena finalizaba en 2029, en 2015 se aprobó su prórroga por otros 5 años, hasta 2034, por lo que se han fijado nuevos objetivos.


Una vez que se superó el gran problema inicial del desabastecimiento a muchas zonas de la ciudad y el deficiente tratamiento de las aguas residuales, Acuacar se marcó como objetivo prestar un servicio de calidad en la ciudad cartagenera, obteniendo varias certificaciones internacionales de calidad, como por ejemplo certificaciones ISO.
La entrada del sector privado para la ciudad de Cartagena ha supuesto un cambio radical para la calidad de vida y el acceso al agua de sus habitantes: de pasar de un periodo en el que los cortes de agua eran frecuentes e, incluso, algunas zonas permanecían sin suministro de agua, a tener un sistema de distribución de aguas eficiente, de calidad, y capaz de tratar sus aguas residuales, manteniendo la entidad local la propiedad de los activos.