Aunque la región francesa de Guadalupe, situada en el Caribe, tiene recursos hídricos de sobra para satisfacer las necesidades de su población, la mala condición de sus infraestructuras ha generado una serie de problemas que la isla intenta solucionar con la colaboración y el ‘know-how’ de diversas empresas de agua



La isla de Guadalupe no debería en teoría tener ningún problema de suministro de agua potable. A pesar de su relativamente pequeño tamaño y su insularidad, esta región y departamento francés de ultramar está altamente dotada en recursos hídricos, que son un 30% mayores que las necesidades totales de su población, que apenas llega a los 400.000 habitantes. Sin embargo, desde hace años, Guadalupe sufre una gestión degradada y caótica que se ha visto agravada por las dificultades logísticas planteadas por la pandemia de COVID-19, lo que ha hecho que el Gobierno local haya pedido la colaboración de diferentes empresas para poner en marcha un plan de renovación y modernización de su gobernanza del agua.
Barrios enteros privados regularmente de agua corriente, vecinos obligados a abastecerse de agua de lluvia o ducharse con agua embotellada… Según explica la televisión France Info, la red de distribución está tan degradada que es imposible proporcionar agua a todos al mismo tiempo, por lo que que la isla ha tenido que recurrir durante los últimos años a cortes organizados y programados denominados “turnos de agua”. Esto significa que, cada día se producen recortes en varios municipios, según un calendario específico que sigue una rotación: por ejemplo, un lunes, tres ciudades se ven privadas de agua para mejorar el flujo al resto del territorio. Al día siguiente, otros tres corren la misma suerte.
Este precario sistema ha provocado que toda la vida de la isla entre regularmente en crisis: algunas escuelas tienen que cerrar, la economía local está trastornada y cada poco se organizan marchas de protesta al grito de «Queremos agua del grifo» en las que incluso se construyen barricadas.


¿Cómo explicar esta situación en un territorio que, al fin y al cabo, forma parte de la Unión Europea (UE)? Las razones son múltiples: la falta de mantenimiento y renovación de las infraestructuras de agua potable ha dejado muchos equipos obsoletos y generado pérdidas de red que suponen hasta un 70% de agua desperdiciada en algunas zonas. Además, existe una falta de conocimiento del patrimonio hídrico y una compleja diversidad de propietarios de la red hídrica que constituye un freno a la buena gestión y eficiencia del servicio.
Este análisis de la realidad sobre el terreno y sus causas es precisamente parte del plan de Guadalupe para llevar sus infraestructuras críticas al siglo XXI. Se desprende de un informe elaborado por empresas de agua, entre las que se encuentra la compañía local Karuker’ô y la multinacional Suez, para poder arreglar los fallos del sistema mediante una reforma y modernización tanto del sistema de gobernanza como de las redes de agua. Sin embargo, la labor del sector privado no se ha terminado aquí: aunque se ha logrado mejorar de urgencia la gestión durante la pandemia, aún quedan muchos retos pendientes.
Reparaciones y digitalización
En concreto, la misión público-privada de mejora del abastecimiento, denominada Urgence Eau (Urgencia de Agua) realizó importantes mejoras en la red, tanto en términos de producción como de distribución. Según explican en un informe las empresas que gestionaron el programa, uno de los factores de éxito radica en el establecimiento de una gestión y coordinación centralizadas de los recursos humanos y financieros, que permitió mejorar la gobernanza. Eso sí, las principales áreas de trabajo se centraron principalmente en mejorar las operaciones y no en la inversión, por lo que la necesidad de financiación para infraestructuras sigue siendo igualmente importante y primordial en Guadalupe.
Pero, teniendo en cuenta que el objetivo de la misión era mejorar el funcionamiento de la red en un tiempo limitado dada la urgencia de la situación sanitaria, las mejoras han sido notables, según afirma la propia prefectura de Guadalupe.
En total, se han inspeccionado más de 1.700 km de red inspeccionados y se han reparado más de 4.000 fugas, lo que ha permitido ahorrar unos 800 m /h de recursos hídricos. En este sentido, el trabajo de sectorización y el despliegue de la telegestión estructurada en todo el sistema de distribución de agua han constituido además un avance real en la gestión de las redes de agua en Guadalupe. Al mismo tiempo, la creación de una web de usuario y la tramitación de varios casos complejos de filtraciones en el dominio privado han permitido restablecer la mínima comunicación entre las autoridades y los usuarios.


Y es que la digitalización ha sido una de las grandes apuestas de la misión: la colaboración entre empresas de agua y de desarrollo digital ha permitido desarrollar herramientas informáticas especialmente adaptadas para la gestión de redes de agua en misiones de emergencia. Entre ellas, se encuentra GESTRAV para la búsqueda y reparación de fugas, Site Urgence Eau Guadalupe para la comunicación con los usuarios y Win PC para una visión precisa de las pérdidas de agua en las áreas de distribución gracias a la gestión remota
Sin embargo, esta misión es solo el primer paso en la rehabilitación de una red que ha sido severamente degradada a lo largo de los años. Se estima que todavía se deben detectar y reparar más de 5.000 fugas para asegurar que los impopulares “turnos de agua” se estabilicen y sean menos aleatorios antes de siquiera poder plantearse empezar a eliminarlos del todo. Pero, al menos, gracias a la colaboración público-privada, los guadalupeños pueden empezar a vislumbrar el fin de su penuria hídrica.
