Alianzas, la clave para dejar fluir el agua y la sostenibilidad en África

Alianzas, la clave para dejar fluir el agua y la sostenibilidad en África

África sufre un déficit de inversión hídrica de más de 100.000 millones de dólares que amenaza las esperanzas de construir un continente y, sobre todo, unas ciudades sostenibles. Ante esto, entidades internacionales ven en la colaboración público-privada un aliado para reducir las brechas


El mundo asiste a una explosión demográfica sin precedentes: mientras que en 1950 la población se situaba en 2.600 millones de personas, a principios del nuevo siglo esas cifras superaron la barrera de las 6.000 millones. Para 2050, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) estima que habiten en nuestro planeta 9.700 millones de personas y en el 2100 cerca de 11.000 millones.

Ahora bien, ese crecimiento demográfico no está ocurriendo de forma homogénea, sino que son precisamente los continentes en desarrollo quienes están abanderado esa carrera, siendo África en estos momentos el que más rápido lo está haciendo.

“Se espera que el África subsahariana doble su población para 2050. Por tanto, se prevé un rápido aumento de la población, incluso si se reducen considerablemente los niveles de fecundidad en los próximos años”, señala la ONU.

El problema es que los incrementos poblacionales son en muchas ocasiones sinónimo de consecuencias negativas que, en caso de los continentes en desarrollo, pueden suponer la hecatombe por exacerbar aun más los desafíos con los que conviven a diario.

La urbanización es uno de ellos: de no gestionarse adecuadamente, muchas ciudades africanas podrán ver aumentada su pobreza, desigualdad y, sobre todo, la inseguridad hídrica que en la actualidad está arrasando muchas de ellas.

Una mala urbanización puede poner en peligro a la población de las ciudades

En Ruanda, por ejemplo, solo el 47% de la población cuenta con un suministro de agua a menos de 500 metros de su casa, mientras que el casi el 50% tiene que desplazarse durante 30 minutos para conseguirla. Todo ello cuando se estima que el número de hogares crezca hasta los 5,3 millones. Kigali, su capital, acogerá al 70% de la población del país para el 2050.

Al mismo tiempo, entidades como el Instituto de Recursos Mundiales (WRI, por sus siglas en ingles) señalan que esta circunstancia sitúa a las ciudades de África en un momento único “al ofrecerlas la oportunidad de trazar un enfoque más sostenible para sentar las bases de la prosperidad”, sobre todo en lo que a agua se refiere.

“Aunque los poderes políticos, regulatorios y fiscales de los gobiernos locales varían en todo el continente, creemos que las ciudades están en una situación única para impulsar el cambio hídrico a nivel local”, destaca que el WRI, que además informa que “para alcanzar esa transformación necesita un enfoque sistémico”.

Se trata de un enfoque ciudad-regional de varios niveles en los que se aborde el área de cuenca regional y la región urbana funcional, y, por supuesto, en los que se tenga a cuenta a todos los agentes al servicio del sector y en especial a las empresas.

La razón de esta apuesta radica en que hace unos pocos años, el Banco Africano de Desarrollo (BAfD) descubrió que el continente necesita gastar al menos 130.000 millones de dólares para abordar los déficits en una infraestructura hídrica vital para satisfacer las necesidades de agua y reconvertir las ciudades, así 66.000 millones de dólares para proporcionar acceso universal al agua y el saneamiento. Sin embargo, el déficit de financiación se eleva hasta los 108.000 millones de dólares.

Del mismo modo, las pocas inversiones actuales se adaptan a las necesidades sectoriales aisladas y se desembolsan de manera fragmentada. Esto deja a la inversión incapaz de alcanzar los niveles locales o capturar los beneficios de la adaptación climática a largo plazo y, a menudo, incluye criterios de exclusión. En consecuencia, los flujos de dinero no incentivan, y en ocasiones contradicen, la construcción de resiliencia. Crear condiciones más atractivas para los inversores externos puede solucionar en pare este problema, sobre todo a nivel local donde se necesita una mayor inversión.

En cierto modo, esta estrategia fue fructífera en Kigali, donde un nuevo enfoque pudo atraer la inversión privada y dotar a Kigali de una potabilizadora de agua capaz de producir 40 millones de litros de agua potable por día, cubriendo así las necesidades más urgentes de la ciudad.

La Devolved Climate Finance Alliance trabaja en este sentido, por ejemplo, está desembolsando fondos para apoyar las prioridades de la comunidad para la resiliencia en Kenia, Malí, Senegal y Tanzania.

“Estos esfuerzos deben incluir mejoras en el acceso a la financiación para los proveedores de servicios de agua y saneamiento a pequeña escala. Brindar acceso a las microfinanzas que pueden ayudar a escalar y mejorar la prestación de servicios es fundamental para los proveedores de servicios a pequeña escala, que ofrecen servicios esenciales a las poblaciones urbanas pobres”, aseguran desde el WRI.

“En general, las ciudades africanas tienen ingresos locales limitados para cubrir los costos de las inversiones en infraestructura. Muchas ciudades dependen en gran medida de transferencias y políticas nacionales que transfieren recursos, especialmente para inversiones de capital”, añaden.

Salvaguardar la seguridad hídrica urbana es esencial para lograr muchos de nuestros objetivos de desarrollo, desde los Objetivos de Desarrollo Sostenible hasta el Acuerdo de París. No desarrollar la resiliencia del agua urbana obstaculizará el desarrollo o, lo que es peor, desencadenará desastres humanitarios y conflictos por los recursos hídricos.



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