Karachi se ahoga entre el agua contaminada y las inundaciones

Karachi se ahoga entre el agua contaminada y las inundaciones

Karachi es la ciudad más importante a nivel económico y demográfico de Pakistán a pesar de no ser su capital. Sin embargo, sus más de 17 millones de habitantes deben hacer frente a importantes problemas hídricos: el 93% de su agua está contaminada y las inundaciones en época de monzón son cada vez más frecuentes


Karachi, conocida localmente como «La ciudad de las luces», es una de las urbes más dinámicas y relevantes de Asia Central. Su larga historia y su privilegiada posición en la costa del mar Arábigo, al noroeste de la desembocadura del río Indo, la convierten en el puerto más importante de la región, hogar de las principales corporaciones de Pakistán y uno de los centros educativos más relevantes del mundo islámico. Es más, su relativo atractivo como lugar de inmigración sobre todo rural hacen que actualmente Karachi sea una de las ciudades de mayor crecimiento del mundo, que la han llevado a ser habitada por más de 17.8 millones de personas y ser considerada como la decimoprimera urbe más grande del mundo en términos de población metropolitana. Sin embargo, esta explosión demográfica tiene importantes consecuencias negativas: polución atmosférica, caos circulatorio, falta de viviendas y, sobre todo, problemas hídricos derivados de la falta de infraestructuras adecuadas y el cambio climático.

En concreto, uno de los mayores retos que afrontan los habitantes de Karachi es la pésima calidad del abastecimiento de agua, ya que la ciudad ha visto como su población crecía sin mesura mientras sus infraeestructuras hídricas, que en el mejor de los casos están anticuadas y, en el peor, son simplemente inexistentes, no recibían una inversión acorde. ​Esta falta generalizada de tratamiento y potabilización ha llevado al Consejo de Investigación de Recursos Hídricos de Pakistán (PCRWR), el principal organismo público del país dedicado al agua, a advertir esta misma semana de que la calidad del agua potable de 29 ciudades importantes del país, incluyendo por supuesto Karachi, es peligrosamente insegura.

«En general, el 62% de la calidad del agua potable de estas 29 ciudades principales no es segura. El agua subterránea de estas urbes está llena de turbidez, dureza, cloruro, TDS, problemas bacteriológicos y otros productos químicos como el arsénico», se lee en la investigación producida por el PCRWR, que fue presentada ante el parlamento a principios de este mes. El problema, según informa el medio local The News, es especialmente grave en Karachi, donde aproximadamente el 93% del agua considerada como potable tiene algún poluante acuático peligroso.

Karachi
Un grupo de mujeres protesta en 2020 por la baja calidad del agua en el barrio de Kharadar, Karachi.

La principal consecuencia de esta alta contaminación es su enorme impacto para la salud: la evidencia científica demuestra que la presencia de bacterias en el agua es la principal causante de enfermades como la fiebre tifoidea, el cólera, la disentería y la hepatitis, especialmente en poblaciones vulnerables como niños y arsénicos, mientras que el consumo a largo plazo de arsénico más allá del nivel seguro puede resultar en cáncer de piel. Según alerta Unicef en su ficha sobre Pakistán, la contaminación del agua causa cada año la muerte por diarrea de al menos 53.000 niños paquistaníes menores de cinco años, apuntando además que la mala calidad de este recurso vital es responsable de entre el 30% y 40% de muertes y enfermedades registradas en el país.

Una de las principales causas de la contaminación del agua es la defecación al aire libre, una práctica que afecta a 25 millones de personas Pakistán. Aunque el país ha registrado en los últimos años numerosos progresos en este ámbito, más de un tercio de los paquistaníes aún no dispone de un adecuado acceso a servicios de saneamiento. Esto se suma a una falta de infraestructura que es especialmente grave en zonas urbanas densamente pobladas como Karachi donde las plantas de tratamiento de aguas usadas brillan por su ausencia pese a que el presupuesto público destinado a agua y saneamiento pasara de 350 millones a 613 millones de dólares entre 2012 y 2016.

Un problema enquistado

En cualquier caso, la escasez y la mala calidad del agua, además de afectar a la salud de la población paquistaní, también tienen un impacto en la economía. Las enfermedades relacionadas con este bien causan cada año unas pérdidas de entre 25.000 millones y 28.000 millones de rupias (188 millones y 210 millones de euros), una cifra que supone entre el 0,6 y 1,44% del PIB, según los cálculos del Ministerio de Ciencia y Tecnología. En concreto, la institución estima que las enfermedades relacionadas con la falta de agua, saneamiento e higiene tienen un coste total para la economía paquistaní que asciende hasta los 112.000 millones de rupias (843 millones de euros por año), es decir, 300 millones (2,2 millones de euros) al día en términos de salud y pérdida de ingresos. Y los costes son especialmente grandes en el pulmón económico del país.

Según apunta el Banco Mundial (BM), lo que están sufriendo los residentes y las empresas de Karachi es una ciudad que no puede seguir el ritmo de su crecimiento físico ni satisfacer de manera equitativa las necesidades básicas de los residentes y las empresas locales. Las redes de agua y alcantarillado, por ejemplo, satisfacen solo aproximadamente la mitad de las necesidades de la ciudad y, como resultado, los cortes en el abastecimiento son constantes y en la mayoría barrios el agua está disponible solo durante unas pocas horas al día. Además, la mayoría de las aguas residuales se vierten al océano sin tratamiento, lo que sumado a los problemas de vivienda y transporte hacen que Karachi se encuentre entre las 10 peores ciudades en términos de habitabilidad, segúm el índice que elabora la institución.

Karachi
Un camión del Servicio de Alcantarillado de Karachi realiza labores de mantenimiento.

A los problemas de infraestructuras críticas se suma además la prevalencia de mafias que se aprovisionan ilegalmente de agua corriente: según apuntan varios medios, es una práctica común en toda la ciudad que las personas paguen miles de rupias para abastecerse de agua a través de camiones cisterna a pesar de tener una línea de suministro dedicada para su casa.

Ante esta situación, el propio Banco Mundial tiene varios proyectos en colaboración con el Gobierno de Pakistán y la autoridad local para mejorar los servicios hídricos de Karachi. El más importante es la Iniciativa de mejora de los servicios de agua y alcantarillado de Karachi, que es el primero de una serie de proyectos planificados para mejorar el acceso a los servicios de agua potable en Karachi y aumentar el desempeño financiero y operativo de la Junta de Agua y Alcantarillado de Karachi. Este primer proyecto incluye infraestructura básica y apoyo para el plan de reforma de la Junta de Agua y Alcantarillado de Karachi, con una financiación que podría alcanzar los 838 millones de dólares a medio plazo pero cuya implementación se ha visto paralizada por la pandemia.

Unas inundaciones cada vez más mortales

Pakistán ocupa el séptimo lugar en la lista de países más afectados por el cambio climático. Según apunta la ONG alemana Germanwatch, el país ha tenido que hacer frente a casi 150 incidentes climáticos excepcionales como resultado del calentamiento global en los últimos 20 años: nieblas contaminantes (smog) en invierno, incendios forestales, glaciares que se derriten, olas de calor cada vez más extremas, desprendimientos de tierra… Pero, sin duda, el mayor y más inmediato problema para Karachi por su situación geográfica y alta densidad de población son las inundaciones repentinas, que se han ido volviendo más recurrentes y virulentas en la época veraniega del monzón.

Sin ir más lejos, el pasado mes de agosto de 2020 esta urbe sufrió unas lluvias torrenciales sin precedentes que causaron la muerte de 45 personas y atraparon en sus hogares a millones de familias en las zonas más bajas y pobres de la urbe, que veían como los torrentes de agua anegaban sus casas y les obligaba a esperar en los tejados a los equipos de rescate. Según apuntó el jefe de los servicios de Meteorología del estado, Sardaz Sarfraz, las de 2020 fueron sin ninguna duda las lluvias más fuertes registradas desde 1931 y aunque por suerte este año el monzón no ha traído precipitaciones tan intensas ni inundaciones en Karachi, el avance del cambio climático podría seguir magnificando estos problemas en la próxima década, sobre todo si no se toman medidas de planificación urbana y adaptación climática.

Un grupo de personas espera al autobús en una avenida anegada del centro de Karachi.

«La seguridad y el buen funcionamiento de una ciudad como Karachi requiere que todas las partes interesadas se unan y trabajen hacia una visión común. La resiliencia de la ciudad es tan fuerte como su eslabón más débil y, lamentablemente, parece que el problema del agua es actualmente nuestro mayor desafío», asegura el ingeniero hidráulico local Faryal Sikander en una tribuna para The News en la que pone de manifiesto que las inundaciones son en parte otra derivada de la mala gestión de las infraestructuras hídricas, con un alcantarillado a menudo bloqueado por falta de mantenimiento que imposibilita la absorción de grandes cantidades de agua.

«Parece que este fenómeno de inundaciones urbanas irá en aumento e incluso puede ser más destructivo en el futuro, por lo que nuestros urbanistas están obligados a abordar este problema desde el punto de vista científico. Solo las consideraciones específicas del cambio climático son la solución a este problema y esto se puede hacer con mayor precisión si los sectores público y privado se unen», escribe el académico paquistaní Tariq Mahmood Khan en una tribuna para Global Village Voice. Y aunque hay varios programas en desarrollo, como el financiado por el Banco Mundial, que tienen precisamente en cuenta este catastrófico escenario, el tiempo apremia para resolver un problema hídrico que lleva demasiado tiempo enquistado.



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