El poniente almeriense agrupa diversos municipios con una población flotante variable, que se desplaza entre las distintas explotaciones agrícolas donde se cultivan, en invernaderos cubiertos, frutas y hortalizas para alimentar al mercado europeo.
Desde el inicio de la pandemia el colectivo de temporeros y trabajadores agrarios ha sido objeto de especial atención por el riesgo de brotes de la enfermedad de la Covid-19. Algo que enseguida tuvo en cuenta el Consorcio del Ciclo Integral del Agua del Poniente (CIAP), que vio en el análisis de las aguas residuales de los nueve municipios consorciados una oportunidad para salvar vidas anticipando decisiones sanitarias para, además, evitar el colapso del sistema de salud.
Así, llevan meses facilitando a los alcaldes de los municipios consorciados la información prácticamente en tiempo real, e incluso, en los municipios más grandes, el nivel de detalle es tal que está segmentado por barrios.
Con esta información pretenden ayudar a las autoridades a decidir y priorizar, por ejemplo, dónde desplazar la unidad móvil de la Junta de Andalucía para realizar los cribados masivos a fin de localizar a las personas infectadas y evitar la expansión de los contagios.
Lo explicaba esta semana el presidente del Consorcio, Francisco Gutiérrez, que ve en el análisis de las aguas residuales una herramienta eficaz para anticipar rebrotes “que ganaría en eficacia si se utilizase de forma agregada”.
Para Antoni Trilla, Jefe del servicio de Medicina Preventiva y Epidemiología del Hospital Clínic, el dato de concentración de trazas de SARS-COV2 en la depuradora de su área sanitaria ha demostrado ser un «buen termómetro» que les ayuda a decidir si en los días siguientes deben suspender cirugías programadas o si deberán reforzar personal y zonas del hospital para acoger nuevos enfermos de COVID-19.
Anticipar decisiones salva vidas
Actualmente, la medición en agua residual anticipa unos días a la evolución de casos positivos confirmados por los centros de salud y se trabaja en acotar con qué anticipación se pueden generar avisos de alarma por un crecimiento súbito de los valores de concentración.
Con estos análisis de la existencia del virus, o trazas genéticas del mismo, en las aguas residuales urbanas se puede extrapolar la proporción de contagios ya que, aunque diferentes estudios han demostrado que el virus de la Covid-19 no puede transmitirse a través las aguas residuales, un control sistemático de los niveles del material genético del SARS-Cov-2 en las mismas constituye un método para la detección y seguimiento.
Este hallazgo es posible gracias a los datos de concentración de material genético del virus en las aguas de drenaje aportados por herramientas de big data como City Sentinel, la plataforma desarrollada por Suez España, operativa ya en varias ciudades, que ofrece a las Administraciones públicas un seguimiento de la evolución de la pandemia en aguas residuales urbanas.
30 años de estudio de las aguas residuales
El uso de las aguas residuales como un centinela que advierte de manera temprana de la presencia o evolución de un virus no es nuevo en España. Hace ya 30 años que se trabaja en diversos laboratorios punteros en su análisis al servicio de la salud pública.
La epidemiologia basada en aguas residuales consiste en obtener datos relevantes epidemiológicos a partir del análisis de las aguas fecales que llegan a las depuradoras. Son un pool de datos de todo lo que circula en la población y que ya se usaba antes de la pandemia para el control de microorganismos, drogas o tóxicos, según explica Rosa Pintó, Catedrática de Microbiología de la Universidad de Barcelona (UB).
A las depuradoras llegan especialmente microorganismos excretables o que replican en el intestino, fundamentalmente virus entéricos y el SARS-COV2. El coronavirus responsable de la COVID-19 se excreta en una proporción importante porque, pese a ser un virus respiratorio y no ser entérico, sí tiene posibilidad de replicar en el intestino.
«Ya en 1998-99 hicimos análisis para el control de hepatitis A en agua residuales de la ciudad de Barcelona y su área metropolitana, en 2007/2009. La Universidad de Barcelona logró en el Llobregat completar el genotipado del rotavirus y desde 2016 se usaron las aguas residuales para genotipar enterovirus tras un brote de tromboencefalitis que hubo en Barcelona», añade Pintó.
Toda esta experiencia, aplicada en centros de investigación de toda España se ha puesto ahora a disposición de las autoridades para ayudar en la lucha contra la pandemia y han logrado convertir las aguas residuales en una herramienta de alerta temprana que permite anticipar rebrotes y comprobar la eficacia de las medidas de control adoptadas para frenar los contagios.
La doctora Pintó asegura “que los datos que proporcionan estos análisis funcionan muy bien para anticipar los rebrotes y olas, y para valorar la efectividad de las medidas restrictivas y de confinamiento. En la primera ola ya observamos un repunte en la concentración de trazas de SARS-COV2 41 días antes de que llegara la avalancha de casos clínicos, y a los 15 días del comienzo de la desescalada ya se vio que empezaba a circular nuevamente el virus”.
Todo este bagaje científico y la disposición de los centros de investigación públicos y privados a compartir experiencia y conocimiento al servicio de la ciencia aplicada para todos ha permitido que hoy, el estudio de las aguas residuales se haya convertido en una herramienta certera de alerta temprana. Un sistema que permite anticipar hasta en 10 días las decisiones sanitarias para contener brotes de la pandemia de covid-19 que arrasa España, y el resto de Europa, en una grave segunda ola.
Así lo constata el primer informe público del proyecto VATar COVID-19 en relación con la medida de las concentraciones del ARN de SARS-CoV-2 en las aguas residuales que el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) coordina para el Gobierno como mecanismo de alerta temprana frente a la pandemia.
PROYECTO VATAR
El objetivo de este proyecto es la vigilancia microbiológica en aguas residuales y aguas de baño como indicador epidemiológico de alerta temprana ante la propagación de la COVID-19.
Más de 30 depuradoras de aguas residuales urbanas repartidas por toda España están actualmente monitorizadas, con la finalidad de hacer seguimiento de la prevalencia del virus en un territorio asociado a un punto de control en la red de alcantarillado.
En ellas se realizan análisis periódicos en laboratorios especializados a partir de las muestras proporcionadas por los gestores de las depuradoras.
Se calcula el nivel de riesgo en función de los valores de concentración del virus en las muestras, combinado con datos epidemiológicos públicos, entre otros.
Un mecanismo que en palabras del Subdirección General de Protección de las Aguas y Gestión de Riesgos del Ministerio de Transición Ecológica, Francisco Javier Sánchez Martínez para El Ágora, ha llegado para quedarse al servicio de la salud pública.
Sánchez explica que el liderazgo de España en estos análisis llevó a que ya en febrero de 2020, a partir de los estudios iniciados en los centros del CSIC en Murcia y Comunidad Valenciana se iniciara una toma de muestras en 30 depuradoras de todo el territorio nacional, especialmente seleccionadas en aquellos territorios donde la incidencia de la primera oleada fue más fuerte y a las que en las próximas semanas se sumarán otras cuatro depuradoras, incorporando al estudio Ceuta y Melilla.
A los datos obtenidos de estas 34 depuradoras, explica Sánchez, se suman los que los distintos operadores han ido poniendo a disposición de las autoridades locales y que se reportan al Ministerio de Sanidad.
Los muestreos comenzaron el 14 de julio y hasta la semana 20 de muestreo se han realizado 588 muestreos en las entradas a las depuradoras y 180 en las salidas
Sánchez insiste en que a través de VATAR sí se ha constatado esa correlación. De hecho en el primer informe del grupo de trabajo se observó cómo en la primera quincena de julio las aguas residuales ya anticiparon la llegada de la segunda ola y en estas últimas semanas se ha notado la contención de los contagios, así que “podemos concluir que las medidas adoptadas están funcionando”.
Después de estos meses de trabajo complejo por la heterogeneidad analítica y variables a tener en cuenta, como el efecto de la lluvia que diluye e interfiere en las concentraciones de trazas del virus en las aguas residuales, así como el factor de la hora en la toma de muestras, hay certeza de la utilidad de estos estudios a la hora de determinar la tendencia evolutiva de la pandemia.
Es además, insiste Sánchez, “una herramienta muy muy barata y rentable. Por el precio de dos o tres PCR medimos la concentración del coronavirus en las aguas residuales de toda una ciudad, y este parámetro es un indicador indirecto muy importante para las autoridades sanitarias”.
La pandemia ha servido para poner en valor el papel del agua y todo su ciclo urbano, primero en el lavado de manos como barrera de contagios y de la importancia del saneamiento, la depuración y la reutilización de las aguas regeneradas, concluye Sánchez para este diario.
Big data: la gestión de los buenos datos
Conscientes del enorme volumen de información y datos que proporciona el control epidemiológico de las aguas residuales, y una vez incorporados los distintos operadores y laboratorios al sistema de alerta temprana, es fundamental contar con una herramienta digital para que las Administraciones públicas puedan interpretar y visualizar las concentraciones de SAR-CoV-2 en el agua residual en los diferentes puntos de control de sus respectivas comunidades, los mapas de áreas tributarias de cada depuradora, el histórico de mediciones y sus evoluciones.
Una plataforma capaz de agregar información relevante para facilitar la toma de decisiones, unificando y combinando los resultados analíticos con los indicadores de evolución sanitaria de la zona y el conocimiento de la red.De hecho la búsqueda de la representatividad de los valores obtenidos y su correlación con la incidencia de la viralidad entre la población ha sido uno de los trabajos desarrollados por el Centro Tecnológico del Agua (Cetaqua) en colaboración con el grupo BIOCOM-SC de la Universitat Politècnica de Catalunya.
«Sólo en Cetaqua teníamos más de 600 puntos de toma de datos representativos de 12 millones y medio de personas a través de las depuradoras de Barcelona y su área metropolitana», explica Marina Arnaldós, líder de actividad de I+D+i en Cetaqua, pero además «tenemos otras fuentes de datos como los el proyecto VATAR del Miteco y de otros operadores de ámbito nacional, o del Icra,… Y en toda esta toma de datos es fundamental, no solo la cantidad, sino la diversidad de los datos, para ver qué resultados son más universales y representativos para establecer los parámetros de correlación. Y ahora ya sabemos que podemos modelizar con una incidencia acumulada de 35 días, que es la que mejor funciona».
«Hemos comprobado que cuando vemos una subida de concentración de virus en depuradora adelantamos 5-10 dias la curva de incidencia clínica», afirma Arnaldós.
«Podemos modelizar con una incidencia acumulada de 35 días que es la que mejor funciona»
Clara Prats, Investigadora del grupo BIOCOM-SC de la Universitat Politècnica de Catalunya insiste en que la determinación de este índice de riesgo será lo que ayude a la toma de decisiones.
Más allá de la importancia del agua y el saneamiento para preservar la salud de la población, la pandemia ha puesto en valor el saneamiento y el papel fundamental del control microbiológico de nuestras aguas residuales en la prevención de enfermedades y malos hábitos entre la población.
Las depuradoras se han convertido en un elemento esencial del sistema de alerta epidemiológica que parece que ha venido para quedarse. Un motivo más para afrontar el reto del saneamiento en España.