La herramienta de gestión de agua utilizada en los campos de refugiados cuenta con una actualización que aumentará drásticamente la calidad y la seguridad del agua. Se trata de uno de los primeros despliegues operativos de Inteligencia Artificial aplicada a la ayuda humanitaria



La gestión del agua en los campos de refugiados es uno de los mayores retos a los que se enfrentan los responsables de ayuda humanitaria y cooperación. Del agua depende la vida y la salud de millones de personas en situación de vulnerabilidad a lo largo de todo el mundo, afectadas por guerras y eventos climáticos extremos como sequías e inundaciones. La Herramienta de Optimización de Agua Segura (FODA por sus siglas en inglés) facilita desde hace años la gestión de este recurso en los campos de refugiados para que el agua sea fuente de vida y no de enfermedades en estos entornos tan críticos.
Ahora esta herramienta será aún más útil gracias a una actualización que incorpora Inteligencia Artificial realizada por investigadores del Instituto Dahdaleh de Investigación en Salud Global de la Universidad de York y la Escuela de Ingeniería Lassonde. Así FODA v2, lanzada este martes, cuenta con múltiples innovaciones que ayudarán a los trabajadores humanitarios a desbloquear información que puede salvar vidas a partir de datos sobre la calidad del agua recopilados periódicamente en entornos humanitarios.
Creada en asociación con Médicos Sin Fronteras (MSF), la plataforma en línea de código abierto y de uso gratuito ha demostrado que aumenta drásticamente la seguridad del agua para las personas que viven en campos de refugiados y ha corregido importantes imprecisiones sobre los niveles adecuados de cloración que se prolongaron durante décadas.
La versión 2 de FODA cuenta con avances en los motores de modelado numérico y aprendizaje automático de la herramienta basados en lecciones aprendidas en campos de refugiados reales. Una experiencia de usuario rediseñada y nuevas funcionalidades prometen brindar a los servicios humanitarios la asistencia que tanto necesitan en situaciones críticas, donde las enfermedades transmitidas por el agua se encuentran entre las principales amenazas para la salud.


“Nuestra primera versión de la herramienta fue un prototipo. Lo que hemos hecho en los últimos dos años, con los comentarios de los usuarios y el aprendizaje de campo, es crear un producto web de última generación”, explica el líder del equipo, Syed Imran Ali, investigador en el Instituto Dahdaleh y profesor adjunto en la Escuela de Ingeniería de Lassonde. “Este es uno de los primeros despliegues operativos de tecnología de Inteligencia Artificial en la respuesta humanitaria”, señala.
La experiencia en campos de refugiados
Los trabajadores de ayuda humanitaria enfrentan enormes desafíos para suministrar agua potable a las personas afectadas por conflictos o desastres naturales, explica el asesor James Brown, quien ha trabajado en campamentos gestionando el suministro de agua de más de 40.000 personas.
“Trabajando como ingeniero de agua en una crisis hay que proporcionar el recurso a personas extremadamente vulnerables y nuestro trabajo es ayudar a protegerlas de todos los riesgos para la salud que existen en ese tipo de entorno”, dice Brown. “Es tan frustrante no tener la información que se necesita para estar seguro de que el agua que estás suministrando no supone otro riesgo para la salud. La motivación de todo el trabajo que hemos estado haciendo para publicar el FODA v2 es ayudar a las personas a tomar las mejores decisiones y brindarles la confianza de que se mantienen los estándares de calidad, tanto para los trabajadores humanitarios como para quienes dependen del suministro de agua”.
La herramienta nació de la experiencia de Ali trabajando con MSF como especialista en agua y saneamiento en asentamientos de refugiados en Sudán del Sur. A pesar de seguir las pautas estándar de la industria para la cloración del agua, Ali y sus colegas observaron que el agua aún no era segura en los hogares durante un gran brote de hepatitis E, una enfermedad grave transmitida por el agua que puede tener una tasa de mortalidad de hasta el 25% entre las mujeres embarazadas.
“Hubo una gran crisis: final de la temporada de lluvias, inundaciones por todas partes”, recordó Ali. “Así que todas estas enfermedades transmitidas por el agua estaban desgarrando el campamento”.
A través de una investigación de campo que analizó cómo se comporta la calidad del agua en los campos de refugiados, Ali y su equipo descubrieron que las pautas de cloración utilizadas ampliamente en el sector humanitario se basaban en suposiciones erróneas.


“Nadie había considerado nunca el problema de lo que sucede después del grifo”, explica Ali, y señala que, a diferencia de la mayoría de los entornos urbanos del mundo desarrollado, las personas en los campos de refugiados deben recolectar agua de los grifos públicos en contenedores y luego llevarla de vuelta a sus hogares. Hogares donde se almacena y utiliza durante muchas horas, presentando muchas oportunidades para la recontaminación durante esta ‘última milla’ de la cadena de agua potable.
Sobre la base del trabajo iniciado en Sudán del Sur, el equipo de investigación estudió los niveles de cloración en la distribución y en los hogares de los campos de refugiados de todo el mundo, y se dio cuenta de que podían usar estos datos, que se recopilan de forma rutinaria con fines de monitoreo, para modelar la descomposición del cloro posterior a la distribución y generar objetivos de cloración de agua basados en evidencia y específicos del sitio. Pusieron estas herramientas de modelado en la nube para crear el prototipo y llevaron a cabo un estudio de prueba de concepto en un gran campo de refugiados en Bangladesh.
“Descubrimos que el uso de las recomendaciones FODA efectivamente duplicó la proporción de hogares con agua potable alrededor de las 15 horas en comparación con la práctica del statu quo”, dice Ali.
Nuevos parámetros de cloración


“Si a la gente no le gusta el sabor, no le gusta cómo se ve y huele, no usarán esa fuente y luego irán a un río o a algún otro lugar que podría ser peligroso”, apunta Brown. En versiones futuras de FODA, el equipo espera incluir otros resultados de salud y calidad del agua y ver cómo podrían integrar una mayor participación de las propias personas desplazadas. Si bien Ali dice que la herramienta no puede abordar las raíces políticas de la crisis de refugiados, la necesidad práctica de FODA es mayor que nunca.“La realidad es que ahora hay más personas desplazadas que nunca en la historia de la humanidad”, dice Ali. “Vemos que los desastres relacionados con el clima aumentan en frecuencia y escala, en particular, las crisis de inundaciones, que están vinculadas a muchas enfermedades transmitidas por el agua. Es un peligro muy claro y presente. La gente necesita soluciones que funcionen en el contexto actual”, concluye.
