Seguridad hídrica, clave para la salud y el desarrollo

Seguridad hídrica, clave para la salud y el desarrollo

En los países en vías de desarrollo, cada año mueren 297.000 niños debido a enfermedades como el cólera o la fiebre tifoidea, directamente vinculadas a la falta de agua limpia y saneamiento


Los europeos tenemos la inmensa fortuna de poder hablar de enfermedades como el cólera o la fiebre tifoidea como epidemias históricas que forman parte del pasado. Sin embargo, en muchos países en vías de desarrollo, son una realidad con la que conviven día a día millones de personas. Según apunta la Organización Mundial de la Salud (OMS), la diarrea, principal síntoma de la mayoría de enfermedades transmitidas por el agua, es a día de hoy la segunda causa principal de muerte entre niños menores de cinco años, ya que provoca 297.000 decesos infantiles anuales, más que la malaria, el sida y el sarampión juntos.

El porqué de esta gran disparidad entre el mal llamado tercer mundo y los países industrializados se encuentra sin duda en la falta de infraestructuras de potabilización y saneamiento de agua en zonas como el África subsahariana, el sudeste asiático o India. Y es que hablamos de enfermedades causadas por organismos microscópicos, como virus y bacterias, que se ingieren a través de agua contaminada. Es decir, si todas las personas del planeta tuvieran acceso a agua potable y un saneamiento e higiene seguros, estas enfermedades simplemente no existirían.

Es cierto que ha habido grandes progresos en las últimas décadas. De acuerdo a los datos de Unicef, desde el año 2000, más de 1.600 millones de personas han accedido por primera vez a servicios básicos de agua potable, como agua corriente en el hogar o un pozo excavado protegido. Además, la defecación al aire libre, una de las prácticas de saneamiento más peligrosas por su papel como vector de enfermedades, ha disminuido en 168 millones de personas a lo largo de 20 años.

Pero aún queda muchísimo trabajo por delante. Según apunta ONU Agua, en 2017, último año en el que se dispone de datos completos, 785 millones de personas todavía carecían de un servicio básico de agua y saneamiento. Entre ellos, 144 millones de personas todavía recolectan el agua potable directamente de ríos, lagos y otras fuentes de agua superficial sin tratar, especialmente en zonas rurales del continente africano y el sudeste asiático. Sin embargo, estas cifras son solo la punta del iceberg, ya que se refieren solo a los que no tienen ningún tipo de acceso al agua. Si hablamos de seguridad total en el saneamiento, el total asciende a 4.200 millones de personas, lo que significa que más de la mitad de la población mundial carecen de acceso a un saneamiento seguro.

“En los países en desarrollo, cada persona produce, en promedio, seis litros de aguas residuales por día. Esto equivale a casi 14.000 millones de litros de aguas contaminadas sin tratar que se crean diariamente, lo mismo que 5.600 piscinas olímpicas”, explica en un artículo para The Conversation la profesora de ingeniería ambiental Jacqueline Thomas, de la Universidad de Sidney. Unas cifras monstruosas que ejemplifican a la perfección la gravedad del problema de las enfermedades transmitidas por el agua.

Fiebre tifoidea y cólera, las más comunes

Aunque existe una vacuna contra ella y su tratamiento es relativamente sencillo gracias a los antibióticos, la fiebre tifoidea sigue siendo un mal demasiado conocido en las zonas extremadamente pobres de los países en desarrollo. Sus síntomas más comunes son la fiebre elevada y los dolores abdominales, causados por una infección de la bacteria Salmonella typhi, que se transmite sobre todo a través de alimentos y aguas contaminadas por materias fecales. Es importante distinguirla del tifus, que produce unos síntomas similares pero se contagia a través de una bacteria distinta que se transmite con la mordedura de insectos como las pulgas.

Según la OMS, unas 20 millones de personas en todo el mundo padecen cada año la enfermedad, que es muy contagiosa y se transmite principalmente a través de alimentos contaminados, agua no potable y saneamiento deficiente. En total, se calcula que se producen unas 200.000 muertes por fiebre tifoidea al año.

La segunda enfermedad transmitida por el agua más común es el cólera, una dolencia intestinal aguda provocada por una bacteria (Vibrio cholerae) que puede producir vómitos y diarrea y que, en su forma grave, lleva rápidamente a la deshidratación del organismo. La enfermedad se transmite por la ingesta de agua o alimentos contaminados con el bacilo del cólera y por contacto directo con superficies infectadas, aunque también pueden propagarlo las personas contagiadas.

ONG
El agua es un derecho que no está al alcance de todo el mundo.

La OMS asegura que cada año se producen entre 1,3 y cuatro millones de casos de cólera en todo el mundo, lo que provoca entre 21.000 y 143.000 muertes. Solo en 2019 se diagnosticaron más de 100.000 casos en Yemen, que sufre una guerra civil especialmente cruenta que ha dejado al 80% de la población sin agua potable. Casi la mitad, son niños. Y es que el cólera actualmente es endémico en más de 50 países y ha producido varias epidemias de alcance mundial: desde 1817, siete pandemias de cólera se han extendido desde Asia al resto del mundo.

Otras enfermedades transmitidas por el agua con alta expansión son la disentería, la bacteria Escherichia Coli, la hepatitis A y la salmonela. Y, aunque para muchas de ellas existen vacunas y tratamientos disponibles, en realidad la forma más eficiente de combatirlas es mucho más simple: lavarse las manos. En países en desarrollo, los datos demuestran que el 40% de los hogares no tienen los medios para lavarse las manos correctamente, al carecer de agua potable, jabón o instalaciones. Una lacra que provoca que la prevención de enfermedades sea casi imposible para muchas comunidades y que demuestra la importancia de dirigir los esfuerzos hacia aquellos lugares donde realmente el derecho humano al agua y al saneamiento son un desafío.

El papel del cambio climático

Aparte de ser un mal endémico a muchos países en vías de desarrollo, las enfermedades transmitidas por el agua pueden convertirse en problemas importantes después de desastres naturales como huracanes o terremotos, ya que un gran número se ve obligado a vivir temporalmente en áreas superpobladas con malas condiciones de saneamiento y suministro limitado de agua potable.

El caso de Haití en 2010 es especialmente ilustrativo. Tras sufrir uno de los peores terremotos que se recuerdan (alcanzó la magnitud 7 en la escala de Richter y mató a 200.000 personas), este país caribeño vio además como el cólera, una enfermedad que llevaba erradicada en la zona desde hacía más de un siglo, volvió con fuerza debido a la destrucción de las infraestructuras de saneamiento y el hacinamiento que vivía gran parte de su población. Desde entonces, casi 800.000 haitianos han sido infectados por el cólera y más de 9.000 han muerto, según Naciones Unidas.

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La escasez de agua y la falta de saneamiento serán un problema para cada vez más personas a causa del cambio climático. | Albert Gonzalez Farran / UNAMID

Además, una investigación publicada en la revista Nature en abril del año pasado sugiere que el cambio climático podría multiplicar el número de personas afectadas por las enfermedades transmitidas por el agua. Y es que factores ambientales como los cambios en la temperatura y el aumento de las precipitaciones, contribuyen al aumento de inundaciones y escorrentías que aumentan el riesgo de esparcir aguas residuales, químicos y agentes patógenos, además de favorecer el crecimiento, supervivencia y propagación de bacterias, virus y toxinas creadas por algas dañinas. 

Es decir que, si no actúa contra la emergencia climática, es probable que en las próximas décadas haya aún más personas expuestas a enfermedades transmitidas por el agua. De hecho, la investigación publicada en Nature alerta de que, si la temperatura global promedio aumenta en tan solo un grado de aquí a 2050, podría haber 320 millones de casos adicionales y 176.000 muertes extra por enfermedades transmitidas por el agua. Por eso, urge más que nunca que el garantizar un agua y saneamiento seguros para todos sea una prioridad internacional.



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