El libro ‘La gestión del agua en Menorca’, cuya edición ha coordinado el ingeniero José Antonio Fayas, explica la situación y los retos pendientes del agua en la isla balear. Rellenar los acuíferos con aguas residuales depuradas es una de las ideas clave para potenciar la resiliencia hídrica de Menorca



Las islas son entornos de excepción para entender la complejidad del desarrollo sostenible. Por su extensión limitada y su falta de contacto con otros lugares tienen la necesidad imperiosa de gestionar de forma eficiente su territorio y sus recursos. Son, en cierto sentido, planetas en miniatura. Las necesidades que tenemos a escala global pueden percibirse de forma evidente en los laboratorios vivientes que son los espacios insulares.
Por eso, resulta de gran interés atender a las reflexiones apuntadas en el libro La gestión del agua en Menorca. La obra, que cuenta con la colaboración de distintas entidades, como Hidrobal, recoge una serie de artículos que escribió el ingeniero José Antonio Fayas y que se publicaron en la prensa local, además de las ponencias expuestas por diversos autores en las jornadas sobre el agua organizadas por el Cercle de Economía de Menorca en el año 2014.
Como explicaba José Antonio Fayas en un artículo de aquellas fechas recogido en el libro, su objetivo es “contribuir a generalizar un mejor conocimiento de dónde están y cómo son los recursos hídricos de la isla y promover una mayor conciencia de cómo debemos proceder para explotarlos de forma racional y sostenible”.
“Rellenar los acuíferos con aguas residuales depuradas es una de las claves para potenciar la resiliencia hídrica de la isla”
Con ello, Fayas espera “suscitar el debate y la toma de decisiones sobre el futuro diseño de las infraestructuras hidráulicas convenientes para satisfacer con garantía las demandas de agua actuales y futuras, advirtiendo además sobre la urgente necesidad de acometerlas sin demora, y también sobre cómo organizar la mejor explotación y conservación de nuestros acuíferos y el mejor servicio de abastecimiento de agua a los núcleos urbanos”.
Para el autor, es clave resolver el asunto de la gestión del agua a largo plazo, de forma consensuada y teniendo en cuenta que las perspectivas climáticas harán que los recursos hídricos sean cada vez más escasos o impredecibles.
Hay que tener en cuenta que, aunque Menorca tiene una pluviometría relativamente aceptable para un entorno mediterráneo, de 650 mm al año, el régimen de lluvias es muy inestable, con grandes cambios y sometido a fenómenos de sequías. El régimen de precipitaciones se caracteriza por su irregularidad, variando mucho de un año a otro. La mayor parte de la lluvia se concentra en pocos días, con precipitaciones intensas o muy intensas en otoño y el resto del año de poca intensidad.
Singularidad de Menorca
La isla de Menorca es considerada uno de los entornos habitados mejor conservados del Mediterráneo. Ha logrado contener el turismo masivo y mantener usos agropecuarios del territorio que le permiten mantener un paisaje rural de notable naturalidad. No en vano, en el año 1993 fue nombrada Reserva de la Biosfera de la Unesco, una figura que reconoce aquellas regiones que aúnan la conservación de la biodiversidad y el desarrollo económico y humano.
Una de las características principales de Menorca es que, por su pequeña extensión, la poca altura del territorio y la orografía, apenas tiene cursos de agua permanentes ni zonas aptas para embalsar grandes volúmenes en superficie. Sin embargo, el subsuelo cuenta con dos grandes acuíferos, que son realmente el reservorio histórico de Menorca, tanto para abastecer a la población como para la agricultura.


“José Antonio Fayas insiste en la importancia de las aguas subterráneas para el abastecimiento de la isla”
En ese sentido, José Antonio Fayas insiste en la importancia de las aguas subterráneas para la isla. “Vista la configuración física de Menorca, los acuíferos son nuestra única reserva”, afirma.
Actualmente los dos grandes acuíferos, el de Migjorn y el de Albaida, se encuentran en una situación que puede mejorar, tanto por la cantidad de agua contenida en ellos, que está por debajo del máximo, como por la calidad del recurso, que se ve afectada tanto por la infiltración de nitratos y otros contaminantes de la actividad agropecuaria y humana, como por la intrusión de agua marina en algunos puntos. Todo ello con matices y variaciones, pues el propio acuífero del Migjorn, que cubre todo el sur de la isla, está dividido en tres áreas, cada una de ellas con un estado de conservación particular.
Según el autor, en los últimos tiempos nos hemos beneficiado de una pluviometría superior a la media histórica, pero la situación podría deteriorarse gravemente si entráramos en una dinámica de lluvias escasas, como es de esperar que suceda más pronto o más tarde, atendiendo a nuestro clima mediterráneo. “Además, todas les proyecciones científicas que se han realizado para nuestra área geográfica estiman una reducción importante de las precipitaciones a causa del cambio climático”, añade Fayas.
Una de las ideas principales defendida por el autor del libro para la gestión y mejora de los acuíferos es que se puedan regenerar las aguas residuales ya depuradas y «guardarlas» en el «embalse subterráneo». Se trata de una tendencia que empieza a practicarse ya en algunos territorios y que José Antonio Fayas fue pionero en defender hace más de una década. “Lanzar el agua depurada al mar no parece ni lo más inteligente ni lo más práctico”, afirma en ese sentido, y por ello aboga por aplicar esta solución de economía circular para mejorar la sostenibilidad a largo plazo de los recursos hídricos.


Los sistemas de depuración actuales permiten obtener agua de gran calidad, que podría destinarse a regenerar los acuíferos. Hacerlo tendría un doble efecto, ya que no solo se aumentaría su volumen, aumentando las reservas y disminuyendo el fenómeno de la intrusión marina, sino que se llevaría a cabo un proceso de dilución de la carga orgánica o de las sales presentes en las aguas subterráneas gracias a los aportes nuevos de agua limpia.


Precisamente, justo ahora se está dando un primer paso en ese sentido en Menorca, 10 años después de que se hablara de ello por primera vez. Se ha puesto en marcha un proyecto piloto en la Estación Depuradora de Aguas Residuales (EDAR) de Sant Lluís para destinar aguas tratadas para rellenar el acuífero. El experimento, que cuenta con una inversión superior a 500.000 euros, tendrá capacidad para proporcionar 100 metros cúbicos al día para alimentar el reservorio subterráneo.
Para José Antonio Fayas, “es necesario disponer de las infraestructuras adecuadas para garantizar el abastecimiento de agua con independencia de las condiciones climáticas de cada momento. Y en este sentido, solo hay dos alternativas: desalar el agua del mar y regenerar y aprovechar aguas residuales”.
En opinión del autor, Menorca ya cuenta con una desaladora de agua de mar y conviene que en algún momento pueda funcionar de manera eficiente, lo que a día de hoy todavía no sucede, ya que no se han terminado de completar las redes para trasladar el agua desalada a los puntos de consumo. Pero lo que hay que impulsar de forma decidida es poner los medios para aprovechar las aguas residuales urbanas, que con la tecnología actual “son un recurso de calidad, sostenible y fiable”, concluye.
